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lunes, 12 de mayo de 2014

Breve Historia del Mundial de Fútbol (12/21) 1978

Los argentinos tuvieron que esperar muchos años antes de que su candidatura fuera finalmente elegida. El Congreso de la FIFA de Londres en 1966 refrendó lo acordado en el Congreso de Tokio de 1964 y Argentina fue finalmente sede del XI Mundial de Fútbol. El prestigio futbolístico del país fue el argumento de más peso para hacer valer su candidatura. Todo pudo volverse al traste cuando se instauró la Junta Militar en 1976. Hubo muchos recelos de última hora hacia la celebración del campeonato en la Argentina presidida por el General Jorge Videla (entre ellos el de Johan Cruyff, quien en parte por razones ideológicas y en parte por temor a un secuestro renunció a viajar allí). Seis estadios albergarían los treinta y ocho partidos del Mundial de 1978. Tres de ellos nuevos, construidos ex-profeso en Córdoba, Mendoza y Mar del Plata. Los otros tres, reformados para la ocasión: El Central de Rosario y las dos sedes bonaerenses: el José Amalfitani del Vélez Sarsfield y el Monumental de River Plate. La buena comunicación entre estas sedes descartó a otras posibles más alejadas como Salta, San Miguel de Tucumán, Viedma o incluso Ushuaia, la remota ciudad de la Tierra del Fuego, que se dice fue contemplada como sede por el régimen de Videla y que se desestimó por el intenso frío invernal. De hecho, el Mundial de 1978 es por mor de la geografía el primero que padece los rigores del invierno.

Videla, la "otra" estrella del Mundial'78
El Gabinete creó un departamento para dirigir el campeonato denominado “Ente Autárquico”, que se ocupó de toda la logística. Desde el alojamiento de la mayoría de selecciones hasta el control de la información enviada a sus países por los redactores de prensa desplazados a Argentina. Aprovechando la llegada de periodistas extranjeros, surgieron organizaciones disidentes que pedían apoyo del exterior como las Madres de Plaza de Mayo, que reclamaban la libertad para el país y la liberación de los represaliados. El ambiente era, efectivamente, muy espeso.

La fase de clasificación vio quedarse en la cuneta a varias selecciones de renombre. Inglaterra volvió a fallar, esta vez ante Italia. Escocia batió a Checoslovaquia, Holanda volvió a dominar los Países Bajos ante Bélgica y España se clasificó al fin, tras un tenso partido en Belgrado ante Yugoslavia. Austria, con una nueva generación de figuras, regresó tras deshacerse de la RDA. La Unión Soviética perdió sorprendentemente ante una Hungría decadente con respecto a décadas pasadas, que se clasificó ganando a Bolivia en una eliminatoria de repesca final. Túnez por África e Irán por Asia fueron las selecciones “exóticas” de Argentina’78. La RF Alemana ya estaba clasificada como vigente campeona, así como la anfitriona Argentina. César Luis Menotti llevó a cabo un largo proceso de preparación que pretendía hacer de la selección albiceleste un grupo cohesionado. Muchos se llevaron las manos a la cabeza cuando vieron la lista de jugadores escogidos: Kempes, jugador del Valencia, fue el único jugador convocado que jugaba en el extranjero. Se prescindió de Brindisi y Ferrero en detrimento de Tarantini, sin equipo en esos momentos, y a muchos les faltaba en la lista un jovencito de diecisiete años llamado Diego Maradona. La selección argentina gozó de todo tipo de facilidades por parte del gobierno para lograr el objetivo del triunfo final ya que, al igual que pasara en 1934, para el régimen militar era muy importante a nivel propagandístico.


Los franceses jugando con la camiseta del Kimberley
El calendario de competición fue idéntico al de 1974, con las dos fases de liguillas y sin eliminatorias directas. Los campeones de grupo de la segunda fase disputarían la final en el Monumental de Buenos Aires.

El Grupo 1º, en el que estaba encuadrada Argentina, rompía la tradición de grupos fáciles para el anfitrión. Italia, Francia y Hungría se enfrentarían a los albicelestes. Italia superó a Francia por 2-1 en el primer encuentro, clave para el desarrollo del grupo. Una sufrida victoria local ante Francia clasificó a argentinos e italianos, que se jugaron en el último partido el liderato del Grupo 1º. Bettega adelantó a los “azzurri” y Argentina no pudo responder. La anécdota fue que Francia jugó ante Hungría con el uniforme del Kimberley de Mar del Plata, a rayas verdiblancas. Decisión de última hora ya que ambas selecciones se habían presentado a jugar de blanco.

La frustración del joven Platini
El Grupo 2º enfrentaba a alemanes occidentales y polacos en la reedición de uno de los partidos cumbre del Mundial anterior. El resultado de empate a cero decepcionó a todos. Sin embargo, ambas selecciones se clasificaron tras superar a una correosa Túnez y a una selección mexicana que llegó a Argentina con aspiraciones y que padeció una sonora goleada de la RFA (6-0).

El Grupo 3º tenía como grandes candidatas para la segunda fase a un Brasil en transición y a España, recuperada para el concierto internacional. Los españoles contaban con el apoyo masivo del público local, gracias a los orígenes españoles de muchos argentinos, pero la suerte fue esquiva para el conjunto entrenado por Kubala. Austria sorprendió en el primer encuentro ganando a España por 2-1 con goles de Schachner y Krankl. Brasil y España se enfrentaron en la segunda jornada. Cardeñosa gozó de una gran ocasión para batir la portería sudamericana pero se entretuvo para asegurar su disparo y no pudo marcar. Una nueva victoria de Austria frente a Suecia obligaba a los españoles a vencer a los nórdicos y esperar una nueva victoria centroeuropea ante Brasil, pero Brasil venció a Austria y España quedó eliminada, para disgusto de los aficionados hispanos y locales.

España volvió... a fracasar
En el Grupo 4º estuvo a punto de surgir la gran sorpresa: La eliminación de Holanda, salvada en el último instante ante Escocia. Perú volvía a la fase final tras su ausencia de 1974 con el mismo grupo de jugadores, más maduros y con más experiencia. Supieron contener a Holanda (0-0) y se clasificaron como primeros de grupo. Cubillas, quien marcó cinco goles en tres partidos, seguía liderando a los peruanos. Escocia ganaba a Holanda en el último encuentro, pero no consiguió los goles suficientes para revertir la desfavorable diferencia de goles con respecto a la “Naranja Mecánica”. Sin Cruyff, pero con la misma base de 1974 y los gemelos Van de Kerkhof, Holanda respiró aliviada al clasificarse in-extremis e hizo examen de conciencia para la segunda fase.

La "venganza" austríaca ante la RFA
Ya en la segunda fase, el Grupo A reunió a cuatro equipos europeos por una plaza en la final de Buenos Aires: Italia, la RF Alemana, Austria y Holanda. Holanda reaccionó al susto de verse eliminada y endosó una sonora goleada de 5-1 a la revelación austríaca. Rensenbrink, nuevo líder “oranje”, fue el autor del gol 1.000 de la historia mundialista al anotar de penalti el segundo gol. Fue lo más destacado de un grupo muy igualado en el que Italia fue segunda, y la RFA vio como Austria la dejaba como última de grupo al ganarla por 3-2, en un partido que tenía reminiscencias de venganza de la II guerra mundial y de la absorción del “Wunderteam” de los años treinta por los alemanes. Holanda accedió a la final. Ganó a Italia y mantuvo un interesante duelo contra los alemanes federales, reedición de la final de 1974, que terminó con empate a dos.

Ardiles, director del juego local, ante Brasil
El Grupo B despertó mucho interés. Argentina se las vería en Rosario ante Polonia, Brasil y Perú, un duro camino hacia la final. Kempes, poco activo durante la primera fase, emergió como el goleador providencial de los albicelestes. Dos goles del “Matador” derrotaron a Polonia mientras Brasil daba cuenta de Perú por 3-0 con goles de sus nuevas estrellas Dirceu y Zico. Argentina y Brasil vivieron un tenso “derby” que terminó con empate a cero y dejaba la clasificación en el aire. La victoria de Brasil sobre Polonia por 3-1 obligaba a los argentinos a ganar por cuatro goles a Perú para acceder a la final. El Argentina-Perú se vio envuelto en sospechas de amaño aún no esclarecidas. Perú dispuso de dos ocasiones iniciales, pero pereció bajo el ímpetu goleador de los hombres de Menotti. Argentina ganó por 6-0 y se clasificó para “su” final. Brasil se tuvo que conformar con el tercer puesto ganado a Italia por 2-1 con goles de Nelinho y Dirceu.

Zico, la revelación brasileña
El 25 de junio de 1978 pasaría a la historia. Tanto Argentina como Holanda participaban de su segunda ocasión para proclamarse Campeona del Mundo y formar un nuevo “G-6” junto al “G-5” de Brasil, Uruguay, Italia, RF Alemana e Inglaterra. Argentina y Holanda mantenían una trayectoria ascendente en el torneo y había tantos argumentos en favor de una como de otra. Si acaso, los holandeses temían un soborno arbitral por parte de la Junta Militar para favorecer el triunfo de los anfitriones. La final comenzó con algunos minutos de retraso, como en 1974, dado que René van de Kerkhof se hallaba escayolado y su alineación fue protestada a última hora por los jugadores argentinos. Finalmente, el gemelo pudo jugar con un vendaje de color carne. Muchos espectadores se hallaban aún boquiabiertos por el espectáculo producido por los papelitos que los aficionados hicieron caer de las gradas en el momento en que los futbolistas entraron al terreno de juego.

Es célebre la arenga de Menotti a sus jugadores en el vestuario antes de la final. Cuenta la leyenda que, obviando todo tipo de consideraciones tácticas y saltándose la referencia al patriotismo que la Junta habría deseado, apeló a los sentimientos para estimular a los jugadores: “Jueguen para sus novias, para sus padres, para sus amigos, para sus vecinos...”. La charla daría resultado.

Nanninga (2) y sus compañeros, tras empatar
Holanda quiso imprimir un ritmo veloz al encuentro, pero los albicelestes había preparado muy bien la final y supieron jugar con templanza en cada situación del partido. Cerca del descanso, Kempes apareció de pronto en el área holandesa con el balón controlado y batió a Jongbloed. Holanda no dio su brazo a torcer y siguió atacando. Probada la condescendencia del árbitro italiano Gonella, los holandeses usaron también el recurso del juego duro para intimidar a los argentinos. La persistencia “oranje” se vio recompensada cuando a falta de siete minutos para el final empató el defensa Nanninga de cabeza. Con empate a uno finalizó el encuentro y se tuvo que disputar una prórroga. Al llegar al descanso de ésta, un ataque a trompicones de Argentina termina con un forzado remate de Kempes a gol que hizo rugir al Estadio Monumental. Con Holanda volcada en ataque a la desesperada, un contragolpe albiceleste se resolvió con gol de Bertoni. Los holandeses reclamaron mano del delantero local pero el gol subió al marcador. No hubo tiempo para igualar y Argentina venció por 3-1. La consecución del título sacó a la calle a los argentinos, y llenó de gozo al Gabinete de Videla, quien entregó encantado el trofeo de campeones al joven capitán Passarella. Con la sospecha sobre la verdad del Argentina-Perú, un sobresaliente equipo albiceleste se coronaba en su casa como Campeón del Mundo por primera vez.

Gol de Kempes, apoteosis argentina

Nota final: Para comprender la realidad socio-política que envolvió la disputa del Mundial de 1978 es muy recomendable el documental “Goles y tortura”, emitido por el programa de TVE “Documentos TV” en 2004 con motivo del XXV aniversario del Mundial argentino, y cuya disponibilidad en internet me es -por ahora- desconocida.


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