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domingo, 17 de febrero de 2013

Mitos del Baloncesto (3) / Michael Jordan: vida en el aire (1/2)


Como aficionado al baloncesto y a la liga NBA en particular, es casi obligado un homenaje en el día de hoy a una de sus máximas leyendas que cumple en este día 50 años de edad. Hablamos del gran Michael Jordan, el hombre que vencía en la cancha las leyes de la gravedad con sus saltos imposibles y que llevó a la gloria deportiva a la hasta entonces mediocre franquicia de una de las principales ciudades norteamericanas: los célebres Chicago Bulls. Su carrera deportiva está plagada de éxitos y de hitos destacables que vista en su totalidad, adquiere dimensiones heroicas. Advierto con honestidad que el artículo es más largo de lo normal y que por ello lo he dividido en partes, pero aseguro que su historia engancha párrafo a párrafo.

Siempre es arriesgado enjuiciar si Michael Jordan ha sido el más grande baloncestista de la historia o incluso el más importante deportista que haya existido porque hay otros héroes candidatos a tal honor. Para algunos está sobrevalorado y su figura engrandecida en exceso por la publicidad, pero personalmente opino que no ha habido un jugador de baloncesto más espectacular y que su carrera como jugador en activo –con todas sus vicisitudes- ha sido el paradigma de lo que cada uno hubiéramos soñado para nosotros mismos. Con ustedes, Mr. Michael Jordan.
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El pequeño Michael
Michael Jeffrey Jordan vino al mundo el 17 de febrero de 1963 en Brooklyn (Nueva York). Contando Michael muy corta edad, la familia Jordan (Papá James, mamá Deloris y sus cinco vástagos) se trasladó a la pequeña ciudad de Wilmington (Carolina del Norte). Su vida infantil estuvo llena de percances que pusieron su aún corta vida en peligro. Como ocurre en otros tantos casos de futuras estrellas de la NBA, sus primeras canastas fueron escolares. En la Emsley A. Laney High School de Wilmington se le recuerda por su gran habilidad y por sus fintas, dotes con las que destacó tanto en baloncesto como en fútbol americano o béisbol –desde muy temprana edad Michael se mostró interesado en la práctica de varios deportes, inquietud que le acompañó durante toda su vida- . Durante su adolescencia llamaba la atención por su físico. Era un chico muy alto pero también muy flaco. Su aparente falta de poderío físico le cerró las puertas del equipo de fútbol y casi las del baloncesto. Afortunadamente, el estirón llegó a su fin y con diecisiete-dieciocho años su complexión física varió considerablemente. A tiempo para salvar su carrera baloncestística y destacar en la liga local con marcas de escándalo. Especialmente las anotadoras (29.2 puntos de media por partido). Al final de su última temporada de instituto participó en el “All-American”, el partido de exhibición de los mejores jugadores de las “High School” al que los ojeadores de las universidades acuden a la caza nuevos talentos para incorporar a sus filas.

Perkins y Jordan, con Dean Smith en la UNC
Pese a que recibió numerosas ofertas de universidades de todo el país, su carácter familiar y su apego a los suyos le hizo tomar la decisión de no moverse demasiado de casa. Ingresó en la Universidad de Carolina del Norte y se matriculó en geografía. La University of North Carolina (UNC) contaba con uno de los programas de baloncesto más prestigiosos del país y al frente de los “Tar Heels” (“Talones de alquitrán”, el mote del equipo) se hallaba una de las figuras más insignes de los banquillos universitarios: Dean Smith (oro en Montreal’76 con la selección universitaria USA). Un entrenador experto al que el talento del joven Jordan no le pasa desapercibido. Michael era la pieza necesaria para completar un equipo de gran nivel en el que ya formaban dos futuras estrellas NBA: James Worthy y Sam Perkins. Con ellos como hombres altos, Jordan se adapta a la posición de escolta si bien Smith le da cierta libertad de movimientos para dar rienda suelta a sus habilidades. La entrada de Jordan en el equipo supone una pequeña revolución. El juego de la UNC se hace más rápido, más eléctrico y más difícil de contrarrestar por sus rivales. Las cosas se dan más que bien en su primer año. Repiten final de la liga universitaria NCAA a jugar frente a Georgetown (con Pat Ewing en sus filas) y si el año anterior Isiah Thomas e Indiana le arrebataron el título, en esta ocasión Carolina del Norte se alza con la victoria por un exiguo 63-62. Una última canasta tras tiro en suspensión de Jordan (marca de la casa) y una clamorosa pifia del base de Georgetown Fred Brown en la última jugada del encuentro al entregarle el balón por error a Worthy sellan el triunfo de los de Dean Smith. Worthy es elegido jugador más valioso (MVP) de la final, y Jordan es nombrado mejor jugador de primer año. Worthy dejaría la UNC para incorporarse a Los Ángeles Lakers como nº1 del draft, quedando Jordan y Perkins como referencias del equipo en las siguientes temporadas.

La pérdida de James Worthy desequilibra al conjunto de Dean Smith, que pese a las notables actuaciones de sus dos estrellas no alcanzará la final en los dos años siguientes (de hecho, su eterna rival North Carolina State se erigirá como nuevo campeón en 1983)  No obstante, Jordan continúa perfeccionando sus cualidades. Su gran capacidad anotadora, su juego dinámico, su espíritu de equipo representado en su gran participación en tareas defensivas, sus mates a imitación de la estrella profesional de la época -Julius Erving- y su espectacularidad ganan adeptos día a día. Los contratos televisivos de los que goza la NCAA en esta época multiplican exponencialmente la fama de Jordan a lo largo de los Estados Unidos. Hasta el punto en el que cuando se convoca al equipo universitario que disputará los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, Jordan es considerado por todos como el líder de la selección y como una figura del baloncesto en toda regla aunque no haya pasado aún a profesionales. Un caso hoy día inverosímil.

El equipo olímpico estadounidense estaba dirigido por otra institución de los banquillos colegiales: Bobby Knight y apadrinado por otro ilustre: Hank Iba. Junto a Jordan fueron convocados su compañero Sam Perkins, su rival de Georgetown Pat Ewing y futuras estrellas de la NBA como Wayman Tisdale, Chris Mullin, Leon Wood o Alvin Robertson y un base que brilló con luz propia como universitario y decepcionó en su periplo profesional: Steve Alford. Vern Fleming, Jeff Turner, Jon Koncak y Joe Kleine completaban un plantel de lujo que hoy en día es considerado como uno de los mejores equipos olímpicos de la historia del baloncesto.

El reto para todos ellos era inmenso. Por un lado, los Juegos se disputaban en casa. Las expectativas y la responsabilidad eran máximas. Por otro lado planeaba en el ambiente el boicot del bloque soviético a los Juegos angelinos como respuesta al occidental sobre Moscú’80. La ausencia de la Unión Soviética, con quienes había cuentas pendientes desde la histórica final de Munich en 1972, suponía que el oro debía ser para los Estados Unidos sí o sí.

En la final olímpica de 1984, ante Nacho Solozábal
El equipo anfitrión fue líder de su grupo ganando todos sus partidos. La mayoría con suficiencia y otros con aprietos sorpresa (La España de Fernando Martín, Romay, Epi, Corbalán y compañía mantuvo el pulso con los norteamericanos durante la primera parte del quinto encuentro hasta que Jordan empieza a encestar compulsivamente 12/14 en tiros de campo, así como en los cuartos de final ante la R.F. Alemana tampoco lo tuvieron claro hasta los minutos finales) Pese a ello, la superioridad local era palpable y aquel gran equipo sólo podía ganar el oro. El 10 de agosto de 1984 Jordan y compañía se proclamaron campeones olímpicos tras ganar a España por 96-65. El escolta de Carolina del Norte anotó aquel día 20 puntos en 28 minutos. Promedió durante el torneo olímpico 17.1 puntos en 20.2 minutos. Con la medalla olímpica de oro colgada del cuello, Jordan ya estaba listo para dar el salto a la NBA.

Réplica de la primera camiseta de Jordan como profesional
El Draft de 1984 tuvo lugar dos meses antes del torneo olímpico y en él se produjo una cierta sorpresa. Pese a que muchos esperaban que Jordan fuera el primer jugador “drafteado” el honor recayó a última hora en el pivot nigeriano Hakeem Olajuwon, MVP de la final universitaria de 1983 con la Universidad de Houston y que fue elegido por el equipo de esta misma ciudad texana -los Rockets- para mejorar su juego interior. El número dos fue otra sorpresa, pues se coló Sam Bowie, elegido por Portland. Michael Jordan fue elegido con el nº3 por Chicago mientras que su compañero Sam Perkins viajó a Dallas como nº4. En aquel draft figuraban nombres destacadísimos: Charles Barkley (nº5 a Philadelphia), Alvin Robertson (nº7 a San Antonio), Leon Wood (nº10 a Philadelphia) y John Stockton (nº16 a Utah). Barkley y Stockton serían futuros compañeros de Jordan en el “Dream Team” de 1992. Jordan cambiaba la comodidad de su hogar en Carolina del Norte por las orillas del lago Michigan. No obstante, el recuerdo de su paso por la UNC será imborrable para él. Siempre recordará a Dean Smith como el entrenador que más le influyó en su carrera, y acostumbrará a jugar con ropas con el logotipo de su universidad bajo sus futuras camisetas profesionales.

La carrera profesional de Michael Jordan, aunque llena de hitos estadísticos y de partidos y jugadas para recordar, será mucho más que todo ello. Se trata de la apasionante historia de un jugador tocado por la “ginga” del baloncesto (la historia de su glorificación, su caída en la depresión tras la muerte de su padre y su recuperación para el baloncesto elevándose hacia la canasta como un Ave Fénix es digna de un héroe clásico) y de la creación paso a paso, temporada a temporada, de un equipo campeón y legendario en torno a su figura. Contarlo todo al detalle daría para un libro de muchas páginas pero en este artículo, por razones de espacio, nos detendremos sólo en los detalles y momentos principales ilustrándolos a la luz de los números.

Jordan asombró en su año de "rookie" (1984-85)
La llegada de Michael Jordan al vetusto Chicago Stadium con sólo 21 años fue todo un acontecimiento. Debutó el 26 de octubre de 1984 en casa como titular ante Washington (con el paso de los años, su otro equipo profesional) junto a Steve Johnson, Orlando Woolridge, Cal Jones y Ennis Whatley. Los nervios de su debut le pasaron factura en tiros de campo (5/16) pero aún así anotó 16 puntos, capturó 6 rebotes y firmó 7 asistencias para ayudar a la victoria de Chicago por 109-93. En su tercer partido (segundo en casa) ante Milwaukee anotó 37 puntos (Chicago 116-Milwaukee 110) y poco después masacró con 45 puntos y 10 rebotes a San Antonio (Chicago 120-San Antonio 117). Desde el principio, la estrella de Michael Jordan alumbró con fuerza en la Ciudad del Viento.

Los Bulls, entrenados entonces por Kevin Loughery, tuvieron un gran arranque de temporada ganando siete de sus primeros nueve encuentros aunque a lo largo de la misma perdieron fuelle. Consiguen, eso sí, clasificarse para los “play-offs” tras tres años sin lograrlo. Lo hacen como tercer equipo de la División Central y séptimo de la Conferencia Este con 38 victorias y 44 derrotas. Mucha responsabilidad de ello la tiene el jovencito Michael Jordan, que lidera al equipo y que termina la temporada regular como máximo anotador absoluto (2.313 puntos, 28.2 de media por partido) disputando los 82 partidos. Es, además, líder de asistencias, robos, e incluso tapones de los de Chicago. Solo la hasta entonces estrella del equipo, el alero Orlando Woolridge –recientemente fallecido- se acerca ligeramente a alguno de sus promedios. En la primera eliminatoria les corresponde un duro rival: Milwaukee Bucks. Los vecinos de Wisconsin no dan opciones y ganan la eliminatoria a los Bulls por 3-1 apoyándose en sus dos primeras victorias locales. Michael Jordan, cuya participación en los partidos de “play-off” es aún más destacada que en liga regular, es elegido Rookie (novato) del año de la NBA por aclamación y su popularidad llega a tal grado que participa en el All-Star de 1985 en Indianápolis como titular gracias al apoyo de los aficionados que le votan en masa.

Imagen de su genial partido en Boston (20-04-1986), 63 pts.
A los responsables de la franquicia de Chicago les queda bien claro que si quieren llegar a algo en la competición deberán construir el equipo en torno a Jordan. Llegan el pivot Charles Oakley (9º del Draft’85) y el base John Paxson (desde San Antonio) para compensar las líneas en torno al juego de la joven estrella. Sin embargo, el segundo año como profesional NBA es mucho más complicado para Michael Jordan. En el tercer partido de la liga (en Oakland frente a los Golden State Warriors) se lesiona de gravedad al fracturarse el pie izquierdo y no reaparece hasta marzo de 1986. Cuando lo hace, ayuda al equipo a clasificarse in extremis para los “play-offs”. Al clasificarse como último equipo de la Conferencia Este les toca enfrentarse al mejor equipo de la zona, los Boston Celtics de Larry Bird, Kevin McHale, Danny Ainge, Robert Parish, Dennis Johnson... Los bostonianos ganan la eliminatoria por 3-0, pero en el segundo partido los Bulls fuerzan dos prórrogas en el Boston Garden con un Michael Jordan pletórico que anota 63 puntos (22/41 en tiros de campo y 19/21 en tiros libres). Ganan los Celtics agónicamente 135-131 pero aquel 20 de abril de 1986, un Larry Bird tradicionalmente poco amigo de valorar hazañas ajenas comparece ante los periodistas tras el encuentro y les brinda una frase para la historia: “He visto a Dios jugar al baloncesto disfrazado de Michael Jordan”.

Resumen del mítico partido del 20-04-1986 (23:54)



Jordan vs Thomas en un Chicago-Detroit de la época
Doug Collins es contratado como nuevo entrenador en sustitución de Stan Albeck y los Chicago Bulls, de la mano de Jordan, dan un paso más hacia el futuro objetivo del título. Woolridge se marcha a Nueva Jersey, Sidney Green a Detroit y Jordan queda como líder absoluto del plantel de Chicago con Oakley y Paxson como “lugartenientes”. Nuestro protagonista inicia una serie de siete temporadas consecutivas como máximo anotador de la liga regular y bate en ésta la marca de los 3.000 puntos con 3.041, hito nunca visto desde los primeros años 60 con Wilt Chamberlain. Los Bulls mejoran sus registros (40 victorias/42 derrotas) pero debido al gran nivel de la División Central vuelven a clasificarse como últimos y a enfrentarse en primera ronda de “play-offs” a los Celtics (vigentes campeones). La historia del año pasado se repite (0-3). En la 1987-88 se produce un salto de calidad con la llegada de dos rutilantes novatos que consolidan la plantilla: Horace Grant y Scottie Pippen. Con el tiempo, éste último será el gran escudero de Jordan. Chicago finaliza la temporada regular con 50 victorias y alcanza las semifinales de Conferencia tras derrotar a Cleveland (3-2) y caer ante Detroit (2-3). Jordan se enfrentará en 1988 a dos duros contrincantes: En el All-Star de Chicago 1988, a Dominique Wilkins en el concurso de mates más célebre de la historia, y a Isiah Thomas –base de los Detroit Pistons- en los encuentros de “play-off”. La tradicional rivalidad Chicago-Detroit se personificará en el futuro en las relaciones tirantes y difíciles entre Jordan y Thomas. Michael Jordan es escogido como mejor jugador de la NBA de la temporada.

Concurso de Mates "All-Star" Chicago 1988 (recopilación) (4:50)



Jordan, flanqueado por sus dos grandes apoyos profesionales, Pippen (izq.) y Phil Jackson (entrenador, der.)
En las dos siguientes continúa el asalto infructuoso de los Bulls a la final. En el quinto y último partido de la primera eliminatoria de los “play-offs” de 1989 ante Cleveland, un enceste de Jordan en el último segundo decide la clasificación de los Bulls de forma agónica por 101-100 (¿recuerdos de la UNC?). La prensa bautiza su hazaña como “the shot”. La madre de todos los lanzamientos a canasta. Caerán de nuevo ante Detroit en la final de Conferencia Este (equivalente a semifinales) tras dos tensas series de partidos en los que Jordan es férreamente marcado por sus rivales. La primera con Doug Collins y la siguiente con un nuevo entrenador que terminará de impulsar la carrera de Jordan: Phil Jackson. Los esfuerzos de los de Chicago parecen inútiles. Jordan y los suyos parecen condenados a caer ante los Pistons –los nuevos campeones de la NBA- en las eliminatorias decisivas. Pero el equipo mejora en cada campaña y poco a poco son reconocidos como posibles candidatos al título de campeones. La ilusión de los aficionados crece en las calles de Chicago de la mano de Jordan y sus compañeros. Los Bulls pasan de ser un equipo espectacular a un equipo espectacular y además ganador. ¿A la tercera, la vencida?

Jordan vs Magic Johnson: amigos y rivales
La temporada 1990-91 será clave en la carrera de Michael Jordan. Chicago se erige como primer equipo de la Conferencia Este con una excelente marca de 61 victorias y 21 derrotas. Eliminarán en “play-offs” sucesivamente a Nueva York (3-0), Philadelphia (4-1) y al fin a los Detroit Pistons en la final de Conferencia por 4-0. En la primera final absoluta para Chicago, esperan Los Ángeles Lakers de Magic Johnson y sus ex-compañeros de la Universidad de Carolina del Norte James Worthy y Sam Perkins. La serie final comienza con la victoria angelina en Chicago por 91-93 (pese a los 36 puntos de Jordan), pero nuestro protagonista le devuelve la moneda a Magic en el segundo encuentro (107-86, 33 de Jordan). Los siguientes tres partidos en el mítico Forum de Inglewood pasan a la historia como el gran duelo entre Jordan y Johnson. Ambos juegan a gran nivel y cualquiera de los dos puede decidir la suerte de la final. En el tercer partido de la serie los Chicago Bulls sorprenden a los Lakers por 96-104 tras prórroga. El cuarto enciende todas las alarmas en Los Ángeles y causa furor en Chicago. Vencen los Bulls por 82-97. El bloque defensivo de los de Illinois y la compenetración de Jordan, Pippen, Grant, Paxson, Bill Cartwright y Craig Hodges no impiden las diarias exhibiciones de Magic Johnson pero desconciertan y anulan al resto de compañeros ofuscando primero a Divac, luego a Worthy, después a Scott... Esa fortaleza del grupo dirigido por Phil Jackson se mostrará decisiva. En el quinto partido, último en California, Chicago puede proclamarse campeón si gana. Lejos de provocarles nervios, la posibilidad cierta del título estimula a los Bulls. Las veinte asistencias de Magic Johnson son inútiles para los Lakers. Tras un partido de extraordinaria igualdad en el marcador, el último cuarto define la suerte del partido y de toda la liga. Chicago vence por 101-108 con 30 puntos de Jordan y 32 puntos y 13 rebotes de Scottie Pippen quien juega probablemente el partido de su vida. Jordan deja una jugada para el recuerdo al anotar tras rectificar su trayectoria en el aire de forma inverosímil. El sueño de Michael se ha cumplido. Los Chicago Bulls son los nuevos campeones de la NBA.

Una imagen legendaria: Jordan abraza su primer trofeo como campeón de la NBA (1991)

(Continuará)

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