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jueves, 8 de noviembre de 2012

Real Oviedo / S.O.S. Real Oviedo: la fuerza de la afición



Uno de los proyectos más ambiciosos con respecto al blog que tengo en mente –y que, de hecho, ya estaba comenzando a moldear- era una serie sobre la historia del Real Oviedo para dar a conocer el fecundo pasado que tiene el equipo del que soy seguidor, que un día fue de los más grandes de España y que hoy deambula por las categorías semi-profesionales de nuestro fútbol en busca del camino de vuelta a casa cual Ulises hacia su Ítaca.  Mi proyecto se apoyaría en una serie de capítulos que comprenderían un período de cinco, siete o diez años, contando las idas y venidas del club y sus circunstancias a través de sus ya ochenta y seis años de historia.

Pero la actualidad manda, y en estos mismos momentos, esa historia que pienso contarles puede tener un triste final si el próximo sábado 17 de noviembre el Real Oviedo no cubre en esta segunda fase de la ampliación de capital los 1.905.000€ necesarios para evitar la liquidación de la sociedad anónima deportiva en el que se ha constituido desde 1992, lo que supondría la muerte del club azul. En este segundo período de la ampliación de capital, abierto desde el pasado sábado 3 al público en general, se está viviendo una auténtica revolución oviedista principalmente a través de las llamadas “redes sociales” que está llevando el desesperado grito de socorro “S.O.S. Real Oviedo” a los confines del mundo y que para sorpresa de propios y extraños está teniendo eco en los cinco continentes. 

Con la mayoría de fuerzas locales mirando para otro lado -algunas de ellas causantes de la debacle y otras hastiadas de que las páginas de información sobre el club se asemejen día tras día, mes tras mes, año tras año a una crónica de sucesos- la iniciativa ha partido del pequeño accionista, del oviedista de la calle, de un grupo de personas vinculadas de un modo u otro al club y que con su esfuerzo, su valentía y su altura de miras están consiguiendo una movilización global inconcebible que –de nuevo- puede evitar el fin del Real Oviedo. La iniciativa del Consejo de Administración interino dirigido por el ex-secretario de la LFP Toni Fidalgo de poner a la venta las acciones del club a un precio muy asequible (10.75€ cada una) y la labor desinteresada y altruista de promoción internacional del club que están llevando a cabo personajes como Sid Lowe (periodista del diario británico “The Guardian”, vinculado al Real Oviedo desde su época de estudiante del programa universitario de intercambio “Erasmus” en la capital a mediados de los noventa) son las dos claves de la “revolución azul” que ha conseguido reunir para el club casi medio millón de euros en apenas unos días. El objetivo final está lejos del alcance del accionista minoritario y la esperanza radica en que un accionista de referencia, atraído por la reacción social de apoyo al club, pueda hacerse cargo del capital que reste por cubrir para que el Real Oviedo no se vea abocado a la disolución, y que asuma los siguientes desembolsos necesarios para asegurar la pervivencia del equipo carbayón.

Plantilla del Real Oviedo, temp. 2003-04
Para quien no ha vivido el día a día del club en los últimos años es muy difícil de entender lo que está pasando. Para ello, a alguien ajeno se le debería contar la historia más reciente del Real Oviedo. La serie innumerable de desgracias, dificultades, trabas superadas a lo largo de estos años de penuria. Sería largo contarlo todo. Necesitaría los últimos cinco o seis capítulos de mi serie proyectada, por lo menos. Así que me limitaré a contar lo más significativo de lo más duro que el club ha atravesado en los últimos tiempos, deteniéndome en particular en la más aciaga temporada vivida por el Real Oviedo, la de 2003-04 en su caída a la Tercera División, el intento de suplantación que sufrió y el apoyo salvador como nunca de unos aficionados hacia su club.

El hundimiento

Las Sociedades Anónimas Deportivas (en adelante SAD) se crearon a instancias gubernamentales en 1992 para –en teoría- detener la sangría económica de la mayoría de clubes de fútbol españoles y ordenar su gestión económico-financiera, acarreando graves consecuencias incluso deportivas (descensos de división o disolución de la entidad) para aquellos clubes que no cumplieran lo estipulado. En la auditoría a la que se sometió a los clubes profesionales de Primera y Segunda División tras la temporada 1991-92 sólo se salvaron cuatro que arrojaban superávit en sus cuentas: Real Madrid, Barcelona, Athletic de Bilbao y Osasuna. El resto, entre ellos el Real Oviedo, se vieron obligados a transformar su personalidad jurídica y convertir sus directivas en consejos de administración. La medida, que llevaba la firma del entonces secretario de estado para el deporte Javier Gómez Navarro, llevó al Málaga y al Real Burgos a su disolución (En Burgos, además, tras apenas once años de la última refundación). El Real Oviedo finalizó undécimo aquella temporada, la primera en la que participó en competición internacional oficial (La UEFA). En el club azul permaneció al frente el mismo presidente, Eugenio Prieto, y entró como máximo accionista un personaje nefasto para la historia del club: Celso González. La gestión económica del nuevo Consejo, participando de oscuras maniobras en traspasos con el Grupo Casal (que representaba jugadores sudamericanos), la turbia última maniobra de la absurda fusión con el Sporting de Gijón mediados los noventa y otros desaguisados, fue desastrosa. Crédulamente, algunos medios cacareaban que si el Real Oviedo –que por entonces comenzó a asomarse a los puestos de descenso a Segunda División- finalmente descendía la gestión del consejo garantizaba la viabilidad económica del club. Cuando la pesadilla se volvió en realidad salió la luz el enorme agujero que no pocos sospechaban: más 6.000 millones de pesetas (más de 36 millones de euros). 

El ex-alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo
En la siguiente temporada (2002-03) la cosa fue a peor. El equipo se asentó en la zona baja de la tabla, asomándose al precipicio de la Segunda B al que sólo había caído una vez y durante un sólo año (1978). Celso González traspasó por el precio simbólico de un euro sus acciones al catedrático de economía y presidente del Universidad de Oviedo Manuel Lafuente, habitual en los círculos de opinión oviedista y muy crítico con la gestión del club durante la época de Prieto y Celso. Los sucesivos entrenadores no fueron capaces de virar el rumbo y tras un accidente doméstico, Miguel Sánchez –muchos años segundo entrenador de Vicente Miera- fue sustituido por el ex-jugador oviedista Antonio Rivas, aún sin el título de entrenador nacional requerido pero que pudo trabajar gracias a una dispensa especial. El Real Oviedo, lastrado por el peso de la deuda y con una plantilla que no dio la talla bajó finalmente a Segunda B. Y debido a la ley de las SAD, las deudas acumuladas y el impago a los jugadores arrojó al Real Oviedo al abismo, a la Tercera División, sólo dos años después de haber disputado su último partido en Primera. Y por obra y gracia de las SAD, pasó en sólo once años de jugar la UEFA a jugar en Tercera. Tras recibir el portazo del gobierno regional de Vicente Álvarez Areces (sportinguista confeso y demostrado anti-oviedista por su actuación a través de los años), los jugadores rechazaron una última oferta de Celso González por todas las cantidades adeudadas para evitar el descenso administrativo a Tercera del Real Oviedo. Muchos de estos jugadores ya tenían apalabrado su futuro en otros clubes y dejaron al club a su suerte. Entre ellos, varios canteranos. Por ejemplo Oli, que quedó tachado en rojo para siempre del corazón de muchos aficionados.


Los Otros (o el Oviedo ACF)

Fue entonces cuando intervino otro ignominioso personaje para la historia azul, el ex-alcalde de Oviedo Gabino de Lorenzo, desde hace un año delegado del gobierno en Asturias. El hombre fuerte del PP asturiano, dispuesto a hacer pagar a sus rivales políticos Prieto y Celso González (vinculados al PSOE) los platos rotos de la muerte del club que todos daban ya por segura, no esperó al acta de defunción y cumplió lo que había advertido un año antes. Crear a partir del Astur (club clásico de Oviedo del que salieron jugadores como el que fuera capitán del Sporting en los ochenta e internacional Joaquín y que militaba en Tercera) un equipo de fútbol nuevo, representativo de la ciudad, que contaría con todos los beneplácitos del Ayuntamiento. Un Oviedo renacido que llevaría el nombre de Oviedo-Astur, oficialmente Oviedo ACF. Las promesas del alcalde embizcaron al entonces presidente del Astur Mario Rodríguez del Amo y a gran parte de sus socios que admitieron la propuesta en una junta extraordinaria. Gabino de Lorenzo transformó el uniforme del Astur (camiseta roja y pantalón azul) en el mismo del Real Oviedo (camiseta azul y pantalón blanco), creó un escudo nuevo, grotescamente similar al del Real Oviedo (con corona real incluida pese a no tener tal título) y no contento con crear un club nuevo a imagen y semejanza de su idea de oviedismo quiso enterrar vivo al viejo club sacándole del Nuevo Carlos Tartière para entregárselo a su ACF. Gabino de Lorenzo era alcalde de Oviedo por mayoría absoluta y por ello su decisión dividió a la ciudad entre oviedistas (fieles al club de siempre) y “acefistas” (que apoyaron a De Lorenzo en su aventura futbolística). Familias enteras se dividieron. Buena parte de los seguidores del nuevo ACF eran personas mayores y jubilados –el granero de votos de Gabino- y la mayoría de los “resistentes” eran curiosamente los más jóvenes de la casa. Los aficionados del Real Oviedo denominaron “Engendro” al ACF y “engendristas” a sus seguidores. Esta división social de los aficionados ovetenses tuvo dos consecuencias para el Real Oviedo. Una buena (rejuvenecimiento de la masa social) y otra quizás no tanto (radicalización del sentimiento oviedista)  Si hoy en día se tiene a la casta política como uno de los males de la sociedad española, qué no sabremos en Oviedo, que casi se cargan entre unos y otros a un equipo de fútbol con 77 años de historia...


Antón, en la propaganda del ACF (agosto 2003)
El principal diario asturiano, “La Nueva España”, se posicionó a favor del alcalde de Oviedo y de su nuevo ACF, a cuya pretendida transparencia económica y sueños de grandeza loaba cada día. Fue memorable la entrevista al concejal de deportes Alfonso Román, que calificó al ACF con dos palabras que quedaron para siempre en el libro de tabúes del oviedista: “Proyecto ilusionante”. El ACF recibió ayuda de la corporación local para conseguir fichajes y algunos jugadores de la cantera oviedista también cruzaron el puente para unirse al nuevo club. Se contrató al ex-jugador y ex-entrenador oviedista Carrete como secretario técnico, y la campaña de captación de socios –que tuvo una desaforada difusión- contó con un histórico de entre los históricos jugadores del Real Oviedo: Antón, -el único superviviente de la Delantera Eléctrica de Lángara, Herrerita y Emilín- personaje hasta entonces venerado por los oviedistas. El colmo tuvo lugar cuando el ACF contrató a Berto, el capitán del Real Oviedo en los ochenta y noventa, y a la sazón el jugador que más partidos oficiales había jugado con el club azul. Las palabras de Berto recién fichado, dando por muerto al Real Oviedo, supusieron una puñalada en las vísceras de los aficionados al club.

Chapoteando en el barro

Antonio Rivas y su segundo entrenador Pedro Luis González se afanaron en reclutar a los jugadores necesarios para comenzar la Liga de Tercera División el 31 de agosto de 2003. Su labor, semejante a la de los viejos entrenadores de toda la vida, o los “managers” de la Liga Inglesa, fue ardua. Sus ofertas fueron masivamente rechazadas y sólo tras un gran esfuerzo personal de convicción pudieron contratar a una serie de jugadores: Rafa Ponzo, Aldeondo, Manu, Merino, Aláez, Granada, Recamán, Luismi... (Más Jon Carrera, fichado del Universidad antes del final de la anterior campaña)... al tiempo que trataban de cortar la sangría de canteranos hacia el ACF u otros clubes. Algunos se fueron lejos, como Sergio al Real Madrid y un tal Santi Cazorla al Villarreal. Otros, algunos de ellos con ofertas en firme de equipos pudientes, prefirieron firmar en blanco y permanecer en la disciplina azul: Diego Cervero, Jandro, Paul, Armando Barbón, Pascual... La amenaza de Gabino de Lorenzo de echar al Real Oviedo del Nuevo Tartière para hacerlo la nueva casa del ACF se mantuvo hasta el último momento, cuando una resolución judicial permitió el uso del estadio al Real. El ACF, que contaba con el Hermanos Llana situado precisamente en los aledaños del Nuevo Carlos Tartière, se desplazó al más espacioso estadio de San Lázaro, habitual campo de entrenamiento de atletas -entre ellos del saltador de longitud Yago Lamela-  y dotado con una amplia grada de 2.500 espectadores que Gabino de Lorenzo llegó a planear ampliar hasta los mismos 30.100 espectadores del recién construido estadio, cuya puesta en pie acababa de costar 6.000 millones de pesetas. 

Histórica alineación del Real Oviedo (debut en 3ª,31-08-2003)
Justo a tiempo, Rivas consiguió reclutar a los jugadores necesarios para competir. El primer partido tuvo lugar el 31-08-2003 frente al Mosconia de Grado. Un gol de Kily dio los primeros tres puntos al Real Oviedo, que para que no faltara de nada partía con seis puntos de desventaja debido a la sanción impuesta por impago de traspaso de Martinovic al RAD de Belgrado. En sus primeras visitas, el conjunto oviedista fue objeto de burlas y chanzas por parte de los aficionados rivales y de declarados sportinguistas que, como si de El Molinón se tratara, copaban varias zonas en torno al terreno de juego (llamar grada a ciertos espacios para público en ciertos campos de Tercera es aventurado, como llamar césped a lo que simplemente eran barrizales) para mofarse del Real Oviedo y de sus jugadores. Pronto la cosa llegó a mayores, en Ganzábal ante el Langreo, con navajazos de por medio y partido suspendido y reanudado a puerta vacía.

Mártires y refuerzos

Poco a poco, el Real Oviedo fue ganando sus partidos y recuperando terreno con respecto al ACF, que comandaba la clasificación de Tercera. Días después de que Diego Cervero marcara de una sola tacada sus cuatro primeros goles como jugador de la primera plantilla en Pola de Lena, no lejos de allí ocurriría una tragedia que terminó de ennegrecer al cuadro azul. Un sábado por la noche, ocho de noviembre de 2003, en el peligroso cruce de Ujo en el que un carril de desvío de la Autovía A-66 la sobrecruza en dirección a las cuencas del Aller y Turón (y que conozco de primera mano pues pasé por allí infinidad de veces en el trayecto Oviedo-Bello-Oviedo), el vehículo en el que viajaba de vuelta a casa el interior izquierdo oviedista Armando Barbón, pasado de velocidad, no pudo frenar y se precipitó al vació. Los tres ocupantes del vehículo (Víctor, Miguel y Armando) murieron. El Real Oviedo perdió a un joven futbolista de notable proyección que había rechazado ofertas suculentas de otros clubes para permanecer en el club de sus amores, sus compañeros perdieron a un querido amigo y el luto por uno de los héroes de aquel Real Oviedo en estado comatoso cubrió a Asturias entera. Sin embargo, el recuerdo de Armando y el ejemplo de su fidelidad al Real Oviedo brindó a la causa azul un punto de apoyo de incalculable valor. Un mito. Quiso el destino que la causa oviedista, como casi todas las causas justas, tuviera un mártir. Fue tal día como hoy, hace nueve años. Su recuerdo permanente en el estadio es un busto en la esquina nordeste del graderío (Puerta 12)


A duras penas, el Real Oviedo se rehizo de tal aciago trance y encadenó una serie de victorias y de partidos sin perder que lo llevó a la cabeza de la tabla, adelantando al ACF y asumiendo el liderato. La seguridad defensiva demostrada por Rafa Ponzo y la defensa, así como el acierto en los momentos clave de cada partido y la aparición del primer fruto de la cantera tras el apocalipsis azul (Un muchacho de 17 años llamado Miguel Pérez Cuesta, “Michu”. Sí, el mismo Michu) hicieron posible lo imposible. En estas, llegó el “derby” contra el ACF en el Nuevo Carlos Tartière con los dos equipos en cabeza. 16.573 personas se reunieron para presenciar el partido, record absoluto en Tercera española. El partido estuvo lleno de tensión, tanto en el césped como en la grada, y terminó con empate a dos goles. El oviedismo de toda la vida demostró que seguía con pulso. Algunos “acefistas” empezaron a dudar.


Para reforzar el ataque, Mediada la temporada llegaron dos jugadores. Uno procedente de Santander: Jorge Polanco, y un delantero alicantino que daría un gran rendimiento al Real Oviedo hasta que una desgraciada y grave lesión truncó su carrera: Darío Aliaga. Llegó también la primera derrota, ante el hoy desaparecido San Martín, en Sotrondio, que los aficionados locales celebraron como si de una Copa de Europa se tratara. El partido Real Oviedo-UP Langreo estuvo a punto de no disputarse en la fecha señalada por una fuerte nevada. La llamada de Vili (gerente del Real Oviedo) a varios aficionados para que entre todos pudieran sacar la nieve del césped y poder jugar aquella misma tarde fue otro de los hitos en los que los aficionados dieron la cara por el club. El Real Oviedo permaneció liderando la clasificación hasta proclamarse campeón tras el partido en el Estadio Universitario de San Gregorio contra el “Uni”, al que se ganó 0-1 y que fue por una mañana de domingo un Nuevo Tartière en miniatura. Fue un camino penoso, pero el primer objetivo estaba cumplido: El Real Oviedo jugaría la promoción de ascenso a Segunda B.


Ilusión y tragedia

Tocó en suerte enfrentarse en semifinales al Real Ávila, un largo desplazamiento para jugar ante un club experto en promociones, que confiaba en regresar tras un año en Tercera a la Segunda B. Fue un rival duro, pero los oviedistas vencieron sus dos partidos. 1-2 en el Adolfo Suárez (con penalti parado por Rafa Ponzo incluido) y 2-0 en Oviedo. Mientras los oviedistas pasaban a la ronda final, el ACF caía a penaltis en San Lázaro ante el Guijuelo. Al mismo tiempo, el Sporting enterraba sus opciones de ascenso a Primera tras perder en Almería con un gol de José Ortiz. Parecía que una conjunción astral había castigado a los rivales oviedistas. Gabino de Lorenzo no salió a pasear aquella tarde-noche dominical de junio por el centro de Oviedo como solía.

El último rival del Real Oviedo fue el Arteijo coruñés. Su entrenador, Carlos Brízzola, menospreció al club ovetense en una entrevista, diciendo que “El Oviedo es de tercera como los demás” y dudando de que el Real Oviedo fuera mejor equipo que el Pinto, al que habían eliminado en semifinales, lo que calentó el ambiente de cara a la eliminatoria final. Arsenio Iglesias, natural de Arteijo y ex-jugador oviedista, trató de calmar los ánimos y de encargarse de que los miles de aficionados oviedistas fueran bien recibidos en su tierra. Se dudó si disputar el partido en el estadio local (Puente de los Brozos) o trasladarse a La Coruña y jugar en los campos de entrenamiento del Deportivo en La Torre, junto a la Torre de Hércules. Finalmente el partido se disputó en el propio Arteijo. Tras un partido trabado y lleno de nervios por parte y parte, el Arteijo ganó por 1-0 en la ida con gol de Carlocho, tras fallar Luismi una clara ocasión para empatar en las postrimerías del encuentro. Todo quedaba para el partido de vuelta en el Nuevo Carlos Tartière. Había que remontar el 1-0 y aunque los datos y el factor campo jugaban a favor del Real Oviedo, nadie se fiaba.

Manuel Lafuente, tratando de consolar a una aficionada
El día del partido se reunieron 20.127 personas en el estadio, que tuvo una entrada similar a la de su primer año de existencia en Primera División. La mitad de los habitantes de Arteijo se apostaban en una de las gradas superiores. Toda una temporada y quizás la supervivencia futura del club se iba a jugar en un solo partido. Ganar o morir. Los jugadores, que nunca se habían visto en semejante trance, estaban presas del pánico. Por contra, el árbitro santanderino Torres Puente tuvo una actuación desgraciada. Como muchos árbitros asturianos que habían dirigido partidos en el Nuevo Tartière, se predispuso a no quedar paralizado por el “miedo escénico” y confundiendo lo valiente con lo parcial favoreció al rival oviedista en un momento clave dando por válido el 1-2 en clarísimo fuera de juego que los jugadores azules, en estado de shock, apenas reclamaron. A la desesperada llegó el 2-2, obra de Diego Cervero, y a cinco minutos del final, Granada marcó el 3-2. Faltaba un gol y cinco minutos más descuento para el ascenso y la supervivencia. Medio equipo se abalanzó sobre la portería en la que José Ramón, el portero gallego, fue un coloso. El gol se rozó en dos ocasiones. Rafa Ponzo subió desde la portería para rematar el último y desesperado lanzamiento de falta. José Ramón lo detuvo, el Arteijo subió a Segunda B y el Real Oviedo quedaba eliminado. Todo un año, todo el drama vivido a lo largo de aquella temporada, para morir en la orilla. La desazón se adueñó del estadio y jugadores y aficionados fueron un mar de lágrimas. En un momento inolvidable de comunión entre jugadores, directiva y aficionados, éstos últimos invadieron masivamente el terreno de juego tras el pitido final para abrazar a los jugadores, que en muchos casos yacían llorosos sobre el césped. Los propios aficionados levantaron a los jugadores anímicamente destrozados y les llevaron en volandas a los vestuarios, y Manuel Lafuente se convirtió –probablemente- en el único presidente de un club de fútbol paseado a hombros tras una eliminación. En la rueda de prensa posterior al encuentro, Rivas, cariacontecido, reconoció el esfuerzo de sus pupilos y agradeció el esfuerzo de los aficionados a lo largo de todo el año y “no haber abandonado al Real Oviedo en Tercera” (leyenda de una camiseta de la época). Diego Cervero se ofreció lloroso a continuar en el club lo que hiciera falta para sacarlo de Tercera, gesto que le elevó a los altares de la hinchada.

“You’ll never walk alone”

Rivas, agasajado tras el triunfo ante el Uni (23-05-2004)
La reacción de la afición oviedista para con sus jugadores encontró hueco en las noticias deportivas de la TV nacional, que parecía haberse olvidado de uno de sus principales clubes. Las muestras de solidaridad recibidas desde el resto de España e incluso desde el extranjero fueron innumerables. Jugadores y entrenadores se ofrecieron en los días siguientes al club ofreciendo sus servicios, cuando sólo diez meses antes cualquiera de ellos se hubiera escabullido con sólo nombrar al Real Oviedo. Las miradas de toda la ciudad se volvieron hacia Gabino de Lorenzo, quien pagó muy caro su intento de suplantar al Real Oviedo en forma de votos, no perdiendo la alcaldía pero sí esa mayoría absoluta del alcalde más votado de las capitales de España. De Lorenzo volvió sobre sus pasos y a regañadientes comenzó a acceder a las peticiones de la directiva oviedista mientras abandonó a su suerte al ACF, que tras otras tres temporadas y varias tensiones internas se reconvirtió al Astur de toda la vida. Los escasos aficionados del ACF aún verían en la temporada siguiente como en su estadio del Hermanos Llana serían goleados por el Real Oviedo –con una celebración memorable de Diego Cervero- mientras el grueso de aficionados oviedistas seguía el encuentro y celebraba los goles de su equipo desde el entresuelo del cercano Nuevo Carlos Tartière. Al cabo de aquella segunda temporada en Tercera División, el Real Oviedo consiguió finalmente ascender a Segunda B tras ganar por 1-5 al Real Ávila en el Adolfo Suárez en un inolvidable partido de ida disputado el 19-06-2005. Para entonces, el Arteijo –al que había huido Granada- fue descendido a Regional Preferente gallega por sus deudas. Justicia poética.

El grupo de rock local “Babylon Chât”, grabó en aquella temporada 2003-04 una notable adaptación del clásico de Neil Young “Like a hurricane”, homenajeando al Real Oviedo y su lucha contra viento y marea por los campos de Tercera. Para la ocasión, contaron con la colaboración en los coros de Aurora Beltrán (de “Tahúres Zurdos”) y Leiva (“Pereza”), y en su videoclip grabado en el Nuevo Carlos Tartière contaron con Aldeondo, Manu y Diego Cervero como extras de la banda. “Como un huracán” fue, sin duda, la canción que sirvió de banda sonora a aquellos aciagos momentos en los que el oviedismo luchaba –como en estos mismos momentos- día a día por sobrevivir.



#SOSRealOviedo

Sé que es una obscenidad pedir dinero en estos tiempos que corren, en lo más crudo de una grave crisis económica, con desahucios cada dos por tres, con cientos de causas nobles a las que entregar donativos, y que estas tribulaciones se quedan en nada comparadas con el hambre y las enfermedades que se ciñen sobre millones de personas en países desfavorecidos, e incluso que noviembre es tradicionalmente un mal mes para realizar dispendios (lo sé de primera mano)

Pero con poco dinero (sólo 10.75€ por acción) y un pequeño esfuerzo de muchos se puede evitar que ochenta y seis años de historia se vayan al garete y/o que nuestro querido club vuelva a caer en malas manos. Por ello invito a todo aficionado al deporte en general a que contribuya en la medida que pueda con la causa del Real Oviedo. Pues, en realidad se trata de mucho más que la salvación de un gran club en apuros. Esta es la lucha –quizás definitiva- de los clubes clásicos frente al fútbol moderno, hiperpublicitado y mercantilizado.

La cuenta bancaria y la web de compra de acciones por PayPal están reseñadas en la primera imagen, y para cualquier duda está la propia página web del club. Yo ya he contribuido.

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