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miércoles, 22 de mayo de 2013

Real Oviedo / Las promociones oviedistas (2/2)

Alineación del último ascenso a Primera (1988)
Los oviedistas atravesamos un largo período de diecisiete años sin saber lo que era una promoción hasta que llegó la que la mayoría de los que la vivimos recordamos con mayor intensidad, la de ascenso a Primera de 1988 ante el RCD Mallorca. El Real Oviedo llevaba trece largas temporadas alejado de Primera y el Mallorca era uno de esos equipos de los que se esperaba mucho al inicio de Liga y que sorprendentemente acabaron disputando promoción para no descender. Los insulares eran claros “favoritos” ante la prensa ante un equipo en construcción dirigido por Vicente Miera que, eso sí, contaba con el máximo goleador de la categoría de plata, un tal Carlos con un gran olfato de gol. El partido de ida en el Carlos Tartière fue lo más parecido a una película de suspense y su acción se desarrolló sobre todo en los últimos minutos, a partir del gol de Juliá. Un discutido penalti a favor de los bermellones que hubo de ser repetido (marcó García Cortés) fue respondido en el último suspiro de un largo descuento por un remate de cabeza inverosímil de Carlos, desde una esquina del área, que batió a Ezaki y llevó al delirio a la grada carbayona. El partido de vuelta en el Luis Sitjar -aún existe en estado fósil- fue un claro ejemplo de “partido táctico”. Tras una auténtica guerra de nervios, el empate a cero final abrió de par en par las puertas de Primera a los oviedistas. La fiesta que se vivió en Oviedo aquella noche del 4 de junio de 1988, y durante el recibimiento posterior a la expedición oviedista son de esas que quedan grabadas a fuego en el espíritu colectivo de una ciudad.


Recibimiento en la Plaza del Ayuntamiento (1988)
Casi diez años exactos después de aquel feliz momento y después de una temporada dirigida por el uruguayo Óscar Tabárez que empezó bien y que casi acaba en catástrofe volvimos a desabrocharnos el nudo de la corbata con una promoción de permanencia ante la UD Las Palmas, equipo puntero de la Segunda División que dirigía el ex-portero oviedista Manolo García Remón (que lo fue durante la eliminatoria de 1971 ante el Palencia). De nuevo la prensa otorgó el favoritismo al rival, pero los jugadores oviedistas –sobre todo los canteranos- responderían contundentemente sobre el césped del Carlos Tartière. En pleno debate sobre las preferencias de Tabárez de alinear a jugadores hispanoamericanos en lugar de dar más “bola” a una de las últimas grandes canteras oviedistas (César, Iván Ania, Jaime, Amieva... todos ellos internacionales juveniles) fue un miembro de éste último grupo (Iván Ania) quien vivió su momento de gloria marcando dos de los tres goles por los que ganó el Real Oviedo. En el último gran lleno que registró el Carlos Tartière en su existencia, destacó también la gran actuación de Petr Dubovsky, un jugador de excepcional calidad al que se tachó muchas veces de indolente, pero que aquella noche primaveral de 1998 marcó diferencias. Los canarios se quejaron de la jugada del penalti del primer gol. Aquel 22 de mayo, en plenas fiestas de la Ascensión, muchos dieron por sentenciada la promoción con el 3-0. Error.

Iván Ania lanza el penalti del 1-0 en Oviedo (1998)
El partido de vuelta en el Insular de Las Palmas de Gran Canaria iba a ser la vuelta del calcetín. Gamboa, el más discutido de los jugadores hispanoamericanos del Real Oviedo, marcó el gol que parecía sentenciar definitivamente la eliminatoria... pero pocos minutos después en jugada desgraciada marcó en propia meta y con ese gol se inició un festival de acoso y derribo canarión a la meta defendida por Buljubasich (en lugar de Esteban). El Real Oviedo se desdibujó por completo y la Unión Deportiva consiguió marcar en la segunda parte con goles de Paquito y de Walter Pico. Con los locales volcados sobre la portería azul, y con los oviedistas casi en coma, el pitido final fue una liberación. El Real Oviedo se mantuvo en Primera y la UD Las Palmas aún tendría que esperar un año para subir. Ambos llegarían a enfrentarse ya en Primera antes de que pasara lo que pasó, y que el club azul cayera al abismo primero de Segunda, y luego de Tercera.


Seis años después, en 2004 el Real Oviedo afrontaba una promoción de ascenso en circunstancias totalmente distintas a la anterior. En un nuevo estadio local (el Nuevo Carlos Tartière) que doblaba la capacidad del antiguo... pero en Tercera División, y por subir a Segunda B. El equipo dirigido por Antonio Rivas, confeccionado a duras penas entre jugadores del filial y retales contratados de palabra de aquí y de allá, consiguió un meritorio título de campeón del grupo asturiano de Tercera e iniciar una promoción de ascenso con dos eliminatorias. La semifinal fue ante el Real Ávila. En la ida en dicha ciudad se ganó por 1 a 2, con parada de penalti a cargo de Rafa Ponzo incluida. Un anodino empate a cero en la vuelta clasificó al Real Oviedo para la eliminatoria final a disputarse frente al Arteijo coruñés. Hubo incertidumbre en los días previos sobre dónde se iba a disputar el partido, si en el propio Arteijo o en los campos de La Torre en La Coruña. También un emotivo recibimiento por parte del ilustre local y ex-jugador oviedista Arsenio Iglesias. Y, asimismo, una “boutade” del entrenador rival Carlos Brízzola que afirmaba “el Oviedo no me da ningún miedo, es de Tercera como los demás”. El Arteijo resultó ser fiel representante del fútbol semi-pro gallego, identificable con el fútbol italiano. Falto de profundidad, de ideas, correoso pero eficaz. El gol local de Carlocho hizo enmudecer las gargantas de los miles de oviedistas que “tomaron” la localidad coruñesa, y que volverían a ahogarse tras una clara oportunidad fallada por Luismi en los últimos instantes del encuentro que hubiera valido el empate. El partido de vuelta se disputó el 26 de junio de 2004 y había cierto “mal rollo” en el ambiente. Los malos presagios se confirmaron y dos goles de Pugui (uno de ellos en clamoroso fuera de juego) eliminaron a unos oviedistas muy voluntariosos pero bisoños que no llegaron a alcanzar por poco el cuarto gol que hacía falta. 3-2 y todos los esfuerzos de la temporada más difícil vivida por el club azul fueron inútiles... al menos en lo deportivo, porque en lo social supuso el reencuentro del oviedismo consigo mismo.


Final del Real Oviedo-Real Ávila (25-06-2005)
El premio llegaría un año después, en junio de 2005. Con la lección de Arteijo bien aprendida se afrontó la temporada como una pre-promoción hasta llegar al momento decisivo. Otro equipo gallego del mismo corte, el Corujo vigués, fue el rival en la eliminatoria semifinal. Un solitario gol de Nacho Rodríguez (fichaje de urgencia por lesión de Darío Aliaga) certificó el pase a la eliminatoria final ante el Real Ávila. Aunque sólo fuera por la victoria sobre los castellano-leoneses en semifinales del año anterior, las sensaciones eran mucho mejores, y se cumplieron igualmente esos designios. El Real Oviedo firma en el Adolfo Suárez de Ávila uno de sus partidos más recordados de la historia reciente del club y arrasa a los locales por 1-5 con goles de Michu, Jon Carrera, Luismi, Yeray y Aldeondo. El partido de vuelta, ganado por 2-0 con dos goles de Nacho Rodríguez, fue el preludio de otra gran fiesta oviedista que hizo inolvidable aquel sábado noche de junio. El Real Oviedo ascendía a Segunda B... para volver a caer a Tercera dos años más tarde.

Diego Cervero no pudo evitar el "Caravacazo" (2008)
2007-08 fue, como dirían los chinos, “El Año del Lobo”. Francisco José “Lobo” Carrasco se hizo cargo del banquillo oviedista y su labor levantó ampollas entre muchos aficionados desde el primer momento. El equipo ganaba e incluso apalizaba a algunos rivales en Liga (10-0 al Hispano) pero demostraba de igual modo endeblez defensiva, falta de ideas en el centro del campo e inconsistencia general. Todos los defectos de aquel equipo del “Lobo” Carrasco salieron a relucir en el peor momento posible: Ida de Semifinales de Promoción de ascenso a 2ªB ante el Caravaca. El campo de fútbol local Antonio Martínez “El Morao” pasaría a la historia como el escenario de una de las mayores debacles oviedistas de la historia, al tiempo que el Caravaca en general y su mediapunta Elías en particular vivieron su tarde de gloria. Gracias a un gol de cabeza del defensa Carmona en una jugada aislada de ataque azul a balón parado la broma se quedó en sólo un 4-1. Los incidentes tras el partido entre el “Lobo” Carrasco y los aficionados oviedistas desplazados a tierras murcianas dieron con los huesos del entrenador fuera del banquillo. El segundo entrenador, Fermín Álvarez, hombre de la casa, se hizo cargo de la tarea imposible para el partido de vuelta. En una tarde de ambiente irrespirable, el Real Oviedo fue poco a poco alcanzando el objetivo del 3-0 hasta que se consiguió con un gol de Curro a falta de media hora para el final. Su demora en la celebración y la desafortunada decisión del árbitro Gandara Gutiérrez de mostrarle la segunda tarjeta amarilla por este motivo y expulsarle hicieron añicos el guión de la remontada. El Caravaca aprovechó el desconcierto azul para marcar con dos goles de Petu, y el gol postrero del defensa Lucas Iglesias fue inútil. El “Caravacazo” se había consumado. Los murcianos, sin embargo, no conseguirían ascender porque se les interpuso el Antequera.

Nueva fiesta en la Plaza del Ayuntamiento tras el ascenso a 2ªB (01-06-2009)
Aulestia, el héroe de Son Moix (2009)
Un entrenador local curtido en mil batallas de fútbol semi-profesional asturiano, Raúl González, fue el nuevo inquilino del banquillo oviedista en la temporada 2008-09. Con números similares a los de la temporada anterior pero con un equipo renovado y más cuajado, el Real Oviedo volvió a asomarse a la promoción de ascenso a Segunda B. Para esta temporada, el sistema varió para premiar a los campeones, ofreciéndoles una eliminatoria directa entre ellos para ocupar la mitad de plazas de ascenso, con una segunda oportunidad para los perdedores ante los demás equipos clasificados en 2º, 3º y 4º lugar. El sorteo emparejó al Real Oviedo con el RCD Mallorca B y a muchos les vino a la memoria la promoción de 21 años antes ante el primer equipo mallorquinista. El filial resultó ser un equipo bien construido, con buenos jugadores para los que la juventud significaba más osadía que inexperiencia. Un discutido penalti marcado por Diego Cervero definió el partido de ida en Oviedo, jugado bajo una copiosa lluvia. La renta era exigua y los muchachos mallorquines habían demostrado ser un equipo a tener en cuenta. El partido de vuelta se disputó en Son Moix, el estadio en el que el Real Oviedo bajó a Segunda ocho años antes, previendo la insuficiencia del graderío de Son Bibiloni para acoger a la afición oviedista desplazada a Palma de Mallorca. Tejera igualó la eliminatoria en la primera parte y tras un partido de infarto con prórroga incluida se llegó a la decisiva tanda de penaltis. Y tras empate en la tanda inicial de cinco, la “muerte súbita” en la que el lateral izquierdo local Kevin lanzó sin convicción hacia la izquierda de Aulestia, y el portero oviedista le detuvo el balón consiguiendo dramáticamente el ascenso a Segunda B (hasta ahora, definitivo)

Celebración ante los hinchas en Mallorca (2009)
Al año siguiente, otra eliminatoria de ascenso pero a Segunda. Al clasificarse segundo de grupo, al Real Oviedo le correspondía disputar tres eliminatorias para ascender. Tras las primeras seis jornadas de Liga, Raúl dio paso a Pichi Lucas. El ex-delantero céltico, apoyado sobre todo en dos jugadores de gran calidad que aún militan en el Real Oviedo (Xavi Moré y Manu Busto) consiguió clasificar al equipo para la promoción pero no pocos dudaban del rendimiento del equipo si las cosas venían mal dadas, o si habría que remontar un resultado adverso ¿Tiene carácter este equipo para subir?  El Pontevedra de Pablo Alfaro nos daría la respuesta. Cuatro mil hinchas del Real Oviedo “tomaron” Pontevedra el día de San Isidro de 2010 y ocuparon buena parte del nuevo graderío de Pasarón aquella soleada tarde de sábado. Pablo Alfaro supo transmitir el carácter que atesoraba como futbolista a sus jugadores y, uniéndolos al fútbol correoso “Made in Galicia” y a la calidad de varios de sus hombres como el delantero Igor de Souza, hacer de “su” Pontevedra un equipo muy competitivo. El Real Oviedo, por contra, no acabó de dar con la tecla y sólo un gol de Perona tras jugada de estrategia mantuvo con vida la eliminatoria (2-1). La vuelta en Oviedo iba a ser la definitiva prueba de carácter del equipo de Pichi Lucas. Pero ocurrió un hecho extradeportivo que alteró la eliminatoria.

Días antes del Real Oviedo-Pontevedra, el presidente de la Diputación de Pontevedra Rafael Louzán recibe una llamada telefónica del ex-presidente asturiano y en aquel momento delegado de Gobierno Antonio Trevín, por supuesta indicación del presidente Vicente Álvarez Areces (ambos dos sportinguistas declarados y –lo que aquí importa- anti-oviedistas confesos), instándole a recomendar a los aficionados granas a que no visitaran Oviedo hasta la hora del partido, y que los autocares pontevedreses se dirigieran a Gijón, donde permanecerían a salvo de la furia de los ultras oviedistas (sic). Louzán accede y los aficionados de Pontevedra tomaron el camino hacia la costa, dejando a los comercios hosteleros ovetenses sin el maná esperado en respuesta a la confraternización de oviedistas en Pontevedra en el partido de ida. La voz corre, el cabreo aumenta y la profecía autocumplida de Trevín se materializa con actos que en ningún caso son justificables, pero cuya historia hay que conocer al detalle para no dar lugar a injustas leyendas o sambenitos. La llamada de Trevín a Louzán fue de hecho confirmada por éste último. Puede que se tratara de una sibilina “venganza” de Areces por los inoportunos improperios lanzados por Aulestia contra él desde el balcón del Ayuntamiento de Oviedo durante la celebración del ascenso a 2ªB un año antes...


A la hora del partido, el Real Oviedo no demostró tener lo que había que tener y con una actuación arbitral desquiciante (López Muñoz sacó de sus casillas a ambos equipos), sólo Perona y Pelayo dieron el callo entre los azules. El Pontevedra hizo la machada y volvió a ganar al Real Oviedo a domicilio por 1-2 con Igor de Souza de nuevo en plan estelar. El conjunto oviedista fracasó a las primeras de cambio en su intento de subir a Segunda. El Pontevedra tampoco conseguiría ascender, pues sería eliminado por el Alcorcón.

La historia se escribe día a día, y ahora vamos a escribir una página más. El próximo partido tendrá lugar en el Nuevo Carlos Tartière el domingo a las 18:45 ante el Albacete, y será el nº50 de las promociones oviedistas. 

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