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viernes, 13 de julio de 2012

Centenario Lángara (6/12): Costoso triunfo sobre Francia


COSTOSO TRIUNFO SOBRE FRANCIA (1935)

El defensa Mattler da un curso de patadas de mala intención sobre el ariete oviedista.

Los galos, sin jugar bien, fueron unos guerrilleros ante la gran escuadra hispana.

Nadie puede negar el formidable impacto que supuso para la Selección Española el formidable comportamiento registrado en el Mundial de Italia. El recibimiento efectuado en Barcelona fue apoteósico y ello determinó que el interés por el equipo nacional aumentase de forma extraordinaria en todo el territorio español. El comité federativo no quería que esa euforia se perdiese. Y por ello contrató tres encuentros internacionales para el año 1935. El primero debería jugarse contra Francia en Madrid.

Lángara no marca, pero rompe la defensa gala

El 24 de enero de 1935, jueves, España recibe a Francia en el estadio de Chamartín, del Madrid. El viejo y añorado Chamartín que dio paso al formidable Bernabeu de hoy. Era el año del Betis sevillano que comandaba de forma excelente la Liga en Primera División. Estaban en plena forma los tres vascos que comandaban el trío defensivo de los blanquiverdes: Urquiaga (portero) y la pareja de zagueros formada por Areso y Aedo. El seleccionador nacional, don Amadeo García Salazar, no tuvo problema alguno con la persistente lesión de Jacinto Quincoces. El equipo podía contar con Areso y Aedo, que lo estaban haciendo muy bien en el Betis. Era baja Iraragorri, por lesión, pero don Amadeo tenía en reserva a Chacho, Herrerita, Hilario y Larrínaga. Lángara era indiscutible.

Un entrenamiento dirigido por un boxeador

El equipo de España se aprestó a recibir a Francia. Se concentró en El Escorial. Y allí residía Ignacio Ara, que se entrenaba para disputar el título mundial al francés Marcel Thill. El doctor de Vitoria no dudó más y puso en línea de combate, ante Francia, al siguiente cuadro: Zamora; Areso, Aedo; Cilaurren, Muguerza, Marculeta; Lafuente, Luis Regueiro, Lángara, Hilario y Gorostiza.

Por lo que respecta a Francia, que no sabía lo que era siquiera empatar ante España en los seis enfrentamientos que habían sostenido anteriormente, puso en línea un equipo aguerrido, con ganas de pelea y de demostrar a España que ya no eran el equipo fácil de etapas anteriores. Jugaron: Thepot; Van Dooren, Mattler; Gabrillarges, Verriest, Lehman, Courtois, Alcázar, Nicolas, Rio y Langiller. Dirigió el “match” el inglés Levingston.

Más de veinticuatro mil espectadores recibieron al cuadro español con una ovación estruendosa. Era el premio al comportamiento en Italia al mismo tiempo que era el premio ante el robo arbitral del belga Baert y del suizo Mercet, respectivamente, que se inclinaron claramente en favor de Italia. El equipo correspondió al gran recibimiento. Jugó con enorme interés pero la verdad es que no estuvo muy acertado en el juego. Francia, por otro lado, no dio facilidad alguna y luchó con denuedo, marcando muy de cerca a los jugadores españoles. De todas maneras, Luis Regueiro al cuarto de hora lanzaba un tiro fantástico desde fuera del área tras recibir un gran pase de Lángara. El gol animó mucho a España, pero encorajinó aún más a Francia que quiso vender cara su derrota. España pasó por muchos apuros y la pareja Areso-Aedo jugaba con muchos nervios. Era lógico. Por otro lado, el defensa Mattler le dio todo un curso de patadas malintencionadas –con consentimiento del árbitro inglés Levingston- a Isidro Lángara. La fama del goleador español, después del Mundial italiano, era grande en toda Europa. Y así, Lángara, ante su desesperación, vio cómo se iba del partido sin marcar en el marco defendido por el buen portero que era Thepot.


A la media hora del segundo período, Hilario marcó el segundo tanto hispano y el colegiado anuló más tarde otro a Lángara. El tanteo no fue amplio, como esperaba la afición, pero España seguía en racha victoriosa y eso era importante a los efectos de cómputos internacionales. Al término del encuentro Lángara se quejó de la dureza de la zaga francesa, su frase no pudo ser más elocuente: “Éstos vinieron aquí a jugar con el vencedor moral del Campeonato Mundial de Italia. Por eso dieron las patadas que dieron”.

Pese a no marcar, la estadística de Lángara seguía siendo soberbia: seis partidos, diez goles.

Manuel SARMIENTO BIRBA.

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