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sábado, 21 de diciembre de 2013

Fútbol / 1983: España-Malta, la leyenda


Arriba (Izq a der): Camacho, Maceda, Goicoechea, Gordillo, Señor y Buyo / Abajo (Izq a der): Carrasco, Víctor, Santillana, Rincón y Sarabia
Parece que fue ayer, pero hoy se cumplen treinta años del partido más recordado de la historia de la Selección Española de Fútbol, título mundial aparte. El celebre España-Malta del 12 a 1. Un partido que consolidó la afición al fútbol en España resentida tras el fracaso del Mundial de 1982, y que los españoles vivimos como un acontecimiento trascendental a la altura del magnicidio de Kennedy, del de Carrero Blanco (ayer 40 años ha), del golpe de estado del 23-F, de la boda de los Príncipes o de los primeros pasos de Neil Armstrong sobre la superficie de la Luna. Llegado el momento de contar esta historia a quienes no la vivieron, se me hace difícil ¿Cómo hablar de epopeya sobre un partido de clasificación para una Eurocopa a aquéllos que sólo han visto a Iniesta marcar el gol que nos hizo Campeones del Mundo? ¿Qué tiene éste partido que lo hace tan extraordinario y recordado? ¿Los goles? ¿La angustia del resultado?...

Es uno de los principales recuerdos de mi infancia. A mi me pilló a punto de cumplir seis años y lo viví sentado en el sitio exacto en el que veintiséis años y medio después vi a España conquistar el mundo futbolístico en el Soccer City de Johannesburgo. Muy probablemente, los más veteranos de esos “conquistadores” (Puyol, Xavi, Capdevila, quizás Casillas o Xabi Alonso) se prendaron de su futuro deporte viendo con sus ojitos de niños pequeños como iban cayendo uno tras otro los goles en la portería maltesa. La noche del glorioso 11 de julio de 2010, tras la final del Mundial de Sudáfrica, me vino a la mente esta idea: Tal vez hoy somos Campeones del Mundo gracias a lo que pasó aquella noche sevillana de diciembre de 1983. Retrocedamos en la máquina del tiempo treinta años atrás...

Grandes decepciones

El Mundial de España de 1982 había despertado grandes ilusiones en los aficionados locales. El equipo parecía bueno y se habían conseguido victorias notables (la primera en Wembley ante Inglaterra un año atrás) Sin embargo, las expectativas no se cumplieron en absoluto y España pasó a la segunda fase gracias –por una vez- a la ayuda arbitral ante Yugoslavia, y quedó eliminada ante alemanes e ingleses, clasificándose como última de las selecciones de segunda ronda, en el puesto duodécimo (el peor anfitrión de Mundial hasta la fecha y aún durante tres ediciones más)  La imagen del equipo en general fue bochornosa y en la Selección se produjo una catarsis que afectó desde el banquillo (José Emilio Santamaría fue crucificado por todos) hasta el césped. Muchos de los jugadores que formaron parte del equipo de 1982 no volvieron a jugar en la Selección (Juanito, López Ufarte, Alesanco, Zamora...) Incluso algunos que sí habían dado la cara durante el Mundial fueron damnificados (Perico Alonso –el padre de Xabi- o Saura). La llegada de Miguel Muñoz, el veterano ex entrenador de Real Madrid, Sevilla y UD Las Palmas iba a suponer una nueva época con nuevos jugadores. Pocos sobrevivieron la criba (Arconada, Camacho, Gordillo, Víctor, Gallego, Santillana...) y para suplir a los defenestrados se dio entrada a una nueva generación de jugadores. En el primer partido de la “Era Muñoz” debutaron siete jugadores, lo nunca visto en casi diez años.

Los tercios de Flandes y los Caballeros Templarios

Miguel Muñoz
La clasificación para la Eurocopa de 1984 a disputarse en Francia deparó un grupo complicado con la siempre difícil Irlanda y una de las grandes ausentes del Mundial de 1982: Holanda. Los holandeses se hallaban en un valle entre dos grandes montañas: la de la “Naranja Mecánica” de los años setenta de Cruyff, Rensenbrink, Rep, los Van de Kerkhof, Neeskens, Suurbier y compañía, y la futura campeona de Europa de Van Basten, Rijkaard, los Koeman, Bosman... En la selección “oranje” de 1982-84 conviven veteranos de la época anterior como el portero Schrijvers o los gemelos Van de Kerkhof con la avanzadilla de los campeones de 1988 (Gullit y Vanenburg ya estaban allí, y durante la clasificación debutó Van Basten). Siete grupos, y un sólo billete a Francia para cada uno de ellos. El grupo de España, Holanda e Irlanda se completaba con dos selecciones más débiles: Islandia y la tenida por entonces como la selección más floja de Europa: Malta.

Holandeses y españoles superaron a sus rivales pasando apuros inesperados en ciertos partidos. España llegó a ir perdiendo con Malta en su primera visita a La Valetta. En el estadio Ta’Qali, con un césped indigno de tal nombre, costó Dios, ayuda y un gol postrero de Gordillo doblegar a los locales. Precisamente por causa de Malta se produjo una situación polémica entre España y Holanda. Por sanción de la UEFA tras un partido ante Turquía, Malta debía disputar sus dos primeros partidos como local lejos de La Valetta. El primer partido se disputó en Mesina (Italia) ante Islandia, y el segundo partido debía ser el Malta-Holanda. Los holandeses supieron arrimar el ascua a su sardina (o mejor dicho, a su territorio) y propusieron jugar el partido en Aquisgrán. La treta era evidente: Como es sabido, la ciudad alemana a la que Carlomagno hizo célebre en la Alta Edad Media se encuentra a pocos kilómetros de la frontera sudoriental de Holanda, muy cerca de las ciudades holandesas de Kerkrade y Maastricht. En terreno oficialmente neutral, pero jugando “en casa” con las gradas del estadio Tivoli repletas de aficionados vestidos de naranja, Holanda goleó a Malta por 0-6. España protestó ante la UEFA por lo que consideró una adulteración flagrante del campeonato, pero la protesta quedó en agua de borrajas. El asunto empantanó la fase de clasificación, provocó disputas entre la KBV y la RFEF y reavivó el histórico “pique” entre holandeses y españoles iniciado siglos atrás.

España y Holanda se disputaron la plaza en liza. Ambos equipos jugaron entre sí y en cada encuentro ganó el local. En España, 1-0 con gol de penalti de Señor. Y en Holanda, 2-1 con goles de Houtman y Gullit frente al de Santillana. En el penúltimo partido del grupo Holanda se enfrentó en Rotterdam a Malta, a la que venció por 5-0 y a la que le cayeron los tres últimos goles en los últimos minutos. Estas goleadas neerlandesas forzaban a España a conseguir algo casi imposible: ganar a Malta en el último partido por once goles de diferencia para arrebatarle el billete a París a los muchachos de Kes Rijvers. Ya entonces era muy difícil ver una gran goleada de una selección a otra por muy desigual que fuera el enfrentamiento, por lo que estos últimos partidos con Malta de por medio estuvieron envueltos en sospechas de amaños y suspicacias del rival de turno. Hay que decir, no obstante, que salvo el descarado cambalache de Aquisgrán, no se ha demostrado a día de hoy irregularidad alguna por ninguna de las partes en litigio.

Así estaba la clasificación a expensas del España-Malta final:


EQUIPO
PG
PG
PE
PP
GF
GC
DG
PTS
1
Holanda (Clasificado)
8
6
1
1
22
6
+16
13
2
España
7
5
1
1
12
7
+5
11
3
Irlanda
8
4
1
3
20
10
+10
9
4
Islandia
8
1
1
6
3
13
-10
3
5
Malta
7
1
0
6
4
25
-21
2

Los días previos

En España reinaba el pesimismo. Amén de la gran cantidad de goles necesarios, había otros alicientes de corte sociológico que mantenían el ánimo muy bajo. Se habían producido durante el mes anterior tres tragedias con decenas de fallecidos. A dos graves catástrofes aéreas (El 27 de noviembre en Mejorada del Campo y el 7 de diciembre en Barajas) se había sumado el fin de semana anterior el incendio de la discoteca “Alcalá 20” de Madrid. Y por si esto fuera poco, el día anterior al partido (martes 20) se tiene noticia de la desaparición de la Copa Jules Rimet de la sede de la Confederación Brasileña en Río de Janeiro. ¿Mal augurio?

El Benito Villamarín, el escenario del partido tal y como era en 1983
Miguel Muñoz quiso contagiar optimismo a jugadores, prensa y aficionados a toda costa recordando un remoto precedente. Comentaba Muñoz en los días previos al España-Malta que él, en su niñez, había visto a España marcarle trece goles a Bulgaria, y que los doce goles a Malta serían posibles con dos premisas: serenidad y juego por las bandas. El día 12 de diciembre Muñoz dio a conocer la lista de convocados, plagada de delanteros. Éstos eran los jugadores convocados en el Hotel La Oromana de Alcalá de Guadaira (Sevilla) de cara al partido ante los malteses:

Porteros: Zubizarreta (At. Bilbao) y Buyo (Sevilla)
Defensas: Andoni Goicoechea (At. Bilbao), Sánchez (Barcelona), Gordillo (Real Betis), Camacho (Real Madrid), Maceda (R Sporting Gijón) y Salva (Real Zaragoza)
Medios: Gallego (Real Madrid), Güerri y Señor (Real Zaragoza)
Delanteros: Sarabia (At. Bilbao), Carrasco y Marcos (Barcelona), Rincón (Real Betis) y Santillana (Real Madrid)

Arconada, el portero titular y capitán de la Selección se hallaba lesionado, y “Zubi” fue convocado por primera vez aunque quien iba a debutar sería Buyo. Los jugadores del Athletic de Bilbao tenían un partido pendiente en casa ante el Cádiz, aplazado en su día por las inundaciones sufridas dos meses atrás, y sus tres jugadores llegarían algo más tarde. Gallego se lesionó en la jornada de Liga previa, y Miguel Muñoz convocó a Víctor (Barcelona) para sustituirle. Muñoz había investido a Sevilla como sede de los partidos oficiales de la Selección Española y confiaba en la benignidad de su clima como factor de apoyo de cara al encuentro, pero la concentración coincidió con una de las típicas borrascas de las fechas pre-navideñas y llovió copiosamente durante los días previos. La lluvia también arruinó una actividad lúdica prevista para los internacionales. En lugar de una capea a cargo de Paquirri, Campuzano y Espartaco (entre otros toreros de la época) los jugadores se desplazaron a Sevilla capital para ir al cine y ver el estreno del momento: “El Retorno del Jedi”. Víctor y los jugadores del Athletic, que llegaron más tarde, se perdieron el fin de la saga –entonces trilogía- de “La Guerra de las Galaxias”.

“Ellos”

Los malteses llegaron a Sevilla procedentes de Rotterdam, con escala en Madrid. Aprovechando la parada en Barajas, los periodistas abordaron a la delegación isleña y obtuvieron diversos titulares que calentaron el partido. El seleccionador maltés Víctor Scerri manifestó con vehemencia que España no marcaría once goles a su Malta “ni de broma”. De idéntica opinión pero en tono más conciliador, el portero John Bonello dijo esperar que los españoles una goleada semejante a la recibida de los holandeses y por tanto insuficiente para la clasificación. “Cinco o seis goles, más no” decía Bonello. El portero añadió que España le parecía mejor equipo que Holanda, pero que su derrota en Rotterdam iba a resultar decisiva, y que si de casualidad llegaba a encajar los famosos once goles, volvería a Malta lleno de vergüenza. A Bonello le preocupaba seriamente la posibilidad de ser acusado de haber sido sobornado para dejarse meter goles a propósito, e insistía en la honestidad de la selección y la federación maltesas.


El partido de ida en Ta'Qali, con un césped espantoso
Siendo justos con aquella Malta, a la luz de lo visto en los años sucesivos podemos asegurar que era una de las mejores selecciones maltesas. Ninguno era profesional, ninguno era una figura, pero había jugadores interesantes. El propio Bonello había jugado años atrás en Alemania, en el Herford de la Bundesliga 2. Se caracterizaba por su buena colocación y su agilidad. No era un dechado de reflejos pero era un portero fiable. Sus actuaciones evitaron muchos goles en contra durante la fase de clasificación. Otros dos jugadores, sus interiores Demanuele y Degiorgio, eran veloces y tenían cualidades técnicas superiores a las de sus compañeros. Busuttil, el autor de los dos goles malteses a España en La Valetta, no era nada del otro mundo, pero era un jugador a vigilar porque tenía buen disparo. Los más flojos eran sus defensas centrales, pero tenían cierto orgullo en parte personal-grupal y en parte patriótico que les hacía ser muy luchadores. Ganarles estaba por descontado, golearles era muy posible. Pero de ahí a marcarles once... La curiosidad era hallar en aquella selección a cuatro jugadores de la misma familia: los Farrugia. Eran hermanos y/o primos entre sí, según tomaras como referencia a Edwin, Emmanuel, Mario o Raymond. Éste último jugaba en la liga australiana (Melita Eagles) y era el único maltés que por entonces jugaba en el extranjero.

El árbitro sería Erkan Göksel. Turco, cuarenta años mal llevados, sólo había arbitrado un partido a un equipo español (a la Real Sociedad en Hungría ante el Ujpest Dozsa, en la Copa de la UEFA en septiembre de 1980). El delegado de la UEFA fue Ernesto Carrilho de Rosário, portugués. Hecho que enervó a los holandeses, que por aquello del “iberismo” temían que Carrilho hiciera la vista gorda ante posibles excesos españoles.

A punto de comenzar el encuentro...
En el último partidillo de entrenamiento antes del miércoles los españoles marcaron nueve goles. Rincón marcó cuatro, Víctor dos, y Carrasco, Marcos y Sánchez los tres restantes. La prensa hacía especulaciones sobre la frecuencia de goles necesaria: un gol cada ocho minutos. La venta de entradas estaba siendo irregular. Las tribunas del Benito Villamarín no se iban a llenar, pero las entradas de general en los fondos estaban agotadas desde el lunes. En las horas previas al partido hubo dos hechos noticiables: La polémica Porta-Calviño (Presidente de la RFEF vs Director de RTVE) casi impide la retransmisión televisiva del encuentro en directo, acordada sólo horas antes de su inicio. Mientras se llegaba a un acuerdo para emitir la señal, una nueva tormenta descargó sobre Sevilla, dejando el césped del estadio bético empapado. Afortunadamente, el terreno de juego drenó bien el agua y en vez de crear charcos provocó que el balón resbalara mejor por la hierba, lo que beneficiaba al juego de ataque de España. Desde los tiempos del fútbol clásico no se había visto una alineación española con tantos hombres de ataque: Sólo dos defensas puros ejerciendo como tales (Goicoechea y Camacho), los medios volcados al ataque, Maceda casi de mediapunta y cuatro delanteros: Sarabia, Santillana, Carrasco y Rincón. A las ocho y media del miércoles 21 de diciembre de 1983 comenzó el partido.

El partido. La leyenda (primera parte)

A los dos minutos, una caída de Carrasco al borde del área fue sancionada como penalti. Señor, experto en este tipo de lances, chutó a la derecha del portero Bonello pero el balón se estrelló contra el poste. Muy poco después un tiro de Víctor vuelve a saludar al palo. El panorama se ensombrecía. Se llegaba con gran facilidad al área maltesa pero ya se habían desaprovechado dos buenas ocasiones.

Gordillo jugó quizás el mejor partido de su carrera
Gordillo comenzó su festival de internadas por su banda izquierda. A lo largo del partido realizó más de veinte centros e incluso ensayó varios disparos a puerta con peligro. Sin embargo, el primer tanto provino de un centro de Maceda desde la derecha rematado a gol por Santillana. Tras el 1-0 se produjo una melé entre jugadores españoles y malteses en pos del balón. Aquéllos no querían perder ni un segundo, éstos todo el tiempo necesario. Sarabia, Víctor y Carrasco volvieron a acosar la portería de Bonello burlando la frágil defensa maltesa, pero en una de estas llegó lo impensable. Una disputa en el centro del campo fue sancionada por Göksel como falta de España. Malta sacó y Degiorgio, tras un giro, chutó a puerta. El balón impactó accidentalmente en el gemelo izquierdo de Maceda, desviando su trayectoria y descolocando a Buyo. El balón entró en la portería y significaba el empate. Por unos instantes, el Villamarín enmudeció. Gol de Malta. Sólo quedaba poco más de una hora para marcar los once goles más que volvían a ser necesarios. Ahora había que marcar doce.

Santillana al rescate (2-1)
España no tarda en reaccionar. Dos goles de Santillana de muy bella factura pusieron a España 3-1 en apenas cinco minutos y brindaron relativa calma. De ahí hasta el final de la primera parte habría más ocasiones españolas sin fortuna (Sarabia, Rincón, Carrasco). El primer tiempo finalizó con una victoria desoladora. Habría que marcar el triple de goles (9) para clasificarse, si no volvían a hacer la gracia los malteses. Durante el descanso, en el vestuario, los españoles trataban de rearmarse moralmente. Sólo habían marcado tres de los doce goles que hacían falta, pero la superioridad era total. Se habían creado múltiples ocasiones de gol y los isleños eran incapaces de detener las incursiones de los delanteros. Había razón para la esperanza si se aprovechaban bien esas ocasiones en la segunda mitad. Rincón, acostumbrado a jugar en el Benito Villamarín con el Betis y uno de los jugadores más optimistas, decía que España atacaría ahora la portería norte, su favorita, donde solía marcar más goles, y que marcaría unos cuantos a Malta que ayudarían a lograr el milagro.

El partido. La leyenda (segunda parte)

La noche más feliz de Poli Rincón (tras Bonello)
Apenas comenzada la segunda mitad, Poli Rincón realiza una gran jugada personal por la banda derecha, sortea a tres defensas y dispara cruzado a gol. 4-1. Poco después el propio Rincón marca el 5-1 al aprovechar un error de un defensa. Tras unos minutos de acoso sin éxito a la meta de Bonello, Gordillo recoge un balón a punto de traspasar la línea de fondo, regatea a un maltés y centra. Entre un mar de cabezas surge una que toca el balón hacia atrás, a donde llega Maceda para marcar de volea el 6-1. Apenas un minuto más tarde, el mismo Maceda cabecea a gol un despeje tras tiro de Santillana que había rebotado en el palo. Instantes después, Rincón repite la jugada del cuarto gol, yéndose esta vez de cinco malteses. 8-1. Quedan veintitantos minutos, casi media hora. Si hemos visto cinco goles en poco más de un cuarto de hora, marcar cuatro en poco menos de media es posible.

Maceda, en plancha (7-1)
Todo había cambiado. El público apoyaba a España enardecido, los malteses se miraban entre sí tratando de animarse para evitar que se cumpliera la goleada. Los profanos en fútbol se volvieron por una vez hacia la televisión o la radio para vivir en directo junto a los forofos un acontecimiento especial. Llegó el noveno gol, obra de Santillana, y poco después el autor del gol visitante (Degiorgio) fue expulsado. Anteriormente, Gordillo y Maceda habían visto amonestados. Acto seguido, Rincón y Santillana cabecean al alimón un centro de Maceda para marcar el décimo. Bonello, que poco pudo hacer en los anteriores goles, comete aquí su mayor fallo del partido con una salida en falso que brinda a Rincón su cuarto gol de la noche. Marcar dos goles más en el cuarto de hora que resta se ve ya como seguro.

A falta de diez minutos. Sarabia mara el undécimo gol tras hermosa jugada al primer toque por la banda derecha, ¡¡¡Sólo queda uno!!! Rincón y Víctor disponen de sendas ocasiones para marcar el gol definitivo. Queda algo más de cinco minutos de partido cuando Víctor se adentra en el área maltesa y pierde el balón. Un defensa isleño despeja el balón a los pies de Señor (quien había fallado el penalti al inicio del encuentro). El zaragocista arrea un potente derechazo al balón que tras tocar ligeramente en un defensa se cuela en la portería de Bonello. Gol. Doce. El milagro se ha cumplido.

El penalti fallado de Señor tuvo compensación final. El zaragocista pasó a la historia

“Sí, sí, sí. España va a París”

Señor corre hacia el centro del campo celebrando el gol, Gordillo y Maceda le persiguen hasta derribarle cual jugador de rugby. Algunos, como Sarabia y Carrasco, corren por costumbre adquirida hacia la portería para recoger el balón. Todos gritan, algunos lloran. Todo se perdona, incluido un célebre “gallo” al atemperado comentarista José Ángel de la Casa, presa de la emoción. Hay espectadores que saltan al campo y esto supone un problema, ya que el árbitro podría consignarlo en el acta y la UEFA podría sancionar a España arruinando los esfuerzos de los hombres de Muñoz, que pulula en torno al banquillo tratando de asimilar el momento de éxtasis. Tan enardecido está el público que cuando los jugadores españoles retrasan el balón para “contemporizar”, los espectadores se lo recriminan. De modo espontáneo surge un cántico que se repite como un mantra “Sí, sí, sí. España va a París”

Invasión de campo final
En uno de los últimos ataques del partido Gordillo marca un 13º gol que anulan por fuera de juego. El pitido del árbitro se malinterpreta como el final del encuentro y un grupo de espectadores irrumpe en el terreno de juego, siendo desalojado a duras penas por los propios jugadores. En el último minuto Rincón es sustituido por Marcos y, eufórico, se come a besos a Miguel Muñoz. Al fin, Göksel pita el final del partido y el público invade masivamente el césped del Benito Villamarín. Se desata la fiesta en el estadio, en toda Sevilla (cuentan que nadie durmió ese día con los cláxones de los coches sonando sin parar) y en toda España. Mientras tanto, la TV holandesa superpone en pantalla un árbol de Navidad con doce bolas negras simbolizando los goles de España que eliminan a los “oranje”. Como era de esperar, no tardaron en oírse voces neerlandesas clamando por un amaño del España-Malta, pero como en el caso recíproco por el partido de Aquisgrán, tampoco fueron atendidas por la UEFA. La emoción fue tal, que cuando los periodistas preguntaron a los hombres de Muñoz quién había marcado los goles, éstos no sabían qué responder. Dicen que la fiesta en el Hotel La Oromana fue memorable. A la mañana siguiente se celebraba como cada día 22 de diciembre el sorteo de la Lotería de Navidad y, aunque a la mayoría no les tocó ni la pedrea, los aficionados al fútbol tenían la sensación de que les había tocado el “Gordo”. España disputaría la fase final de la Eurocopa de Francia 1984. La campeona del Mundo (Italia) y otras selecciones muy potentes (Inglaterra y la Unión Soviética) la verían por la tele. Sorprendentemente, y con muy ligeros retoques, aquella Selección Española que goleó a Malta sería seis meses después subcampeona de Europa. Pero eso será otra historia...


¿Qué pasó con...?

Salvo Santillana y –en menor medida- Gordillo, la mayoría de los héroes del España-Malta continuaron vinculados al fútbol tras su retirada, sobre todo como entrenadores y/o comentaristas. Varios colgaron las botas antes de tiempo (Maceda por una lesión de rodilla, Rincón por lumbalgias, y Señor por un prolapso mitral del corazón). Los que se decidieron por entrenar tuvieron suertes dispares (Camacho fue que más tuvo y llegó a seleccionador nacional. Carrasco, el que menos, dejó un imborrable recuerdo de su paso por Oviedo). Rincón lleva veinte años como comentarista de cabecera junto al locutor Paco González y a Andoni Goicoechea le acabamos de ver enfrentarse a España como seleccionador de Guinea Ecuatorial. Miguel Muñoz continuó varios años al frente del banquillo español dirigiendo con Vicente Miera la exitosa etapa de los ochenta. Hombre de avanzada edad, murió en 1990 dos años después de dejar la Selección. El portero Bonello, el otro gran protagonista del España-Malta, reapareció en nuestras vidas más de veinte años después por obra y gracia de un anuncio de cerveza. Entre medias vivió un calvario personal a su regreso a Malta tras el partido. Señalado por todos como culpable de la vergonzosa derrota, y de un posible amaño, se vio forzado a abandonar el fútbol y su empleo en una fábrica de tejidos y a recluirse en una remota finca. Tiempo después se aclaró todo y el ex-portero pudo rehacer su vida.

Estadística "España-Malta" (21-12-1983)

Ficha del partido:
http://www.scribd.com/doc/192584153/F-SEF-0280-E-ESP-MAL

Historial de enfrentamientos entre España y Malta (actualizado):
http://www.scribd.com/doc/192584688/F-SEF-Historial-Espana-Malta
Videoteca on-line "España-Malta" (21-12-1983)

Partido completo (1h36m), narración original de José Ángel de la Casa y Alfonso Azuara (TVE):
http://www.youtube.com/watch?v=uKYfrSZeNRo

Post-Partido (vestuarios,  hotel, llegada a Barajas):
http://www.youtube.com/watch?v=Qcm4X3hEA5M

Testimonios de varios futbolistas con motivo del XXV Aniversario (2008):
http://www.youtube.com/watch?v=hyDPm-Uh2rE


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