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lunes, 19 de septiembre de 2016

Real Oviedo / Euroforia (Cap. 1º - Al fin Europa)



Hoy 19 de septiembre de 2016 se cumplen 25 años del primer partido internacional oficial del Real Oviedo: el partido de ida de la eliminatoria de treintaidosavos de final de la Copa de la UEFA 1991/92 ante el Génova italiano. Me tuve que conformar con verlo por la tele, pero aún así tuve la suerte de vivirlo con mucha intensidad y guardo en mi memoria muchos recuerdos de aquella época. Como quiero contar lo más posible pero no quiero cansar a los lectores he decidido narrar la historia desde mi punto de vista a través de una miniserie de cuatro capítulos.

Dedicaré estos dos primeros capítulos a la clasificación para la Copa de la UEFA, a los momentos previos a la eliminatoria y a invocar el espíritu de septiembre de 1991 a través de la música para centrarme más adelante en los dos partidos, el de Oviedo (tercer capítulo) y el de Génova (el cuarto).

Sirva esta serie de homenaje a los que sobre el césped o fuera de él hicieron posible vivir este hito en la historia del oviedismo, con el deseo y la ilusión de que se emule y se supere en tiempos venideros, cuanto más cercanos mejor.

Contexto

Johansson, mandamás de la UEFA (1991)
A partir de la caída del Muro de Berlín año y medio antes, el mundo heredado de la IIGM se desmoronaba ante nuestros ojos. Caído el muro y con él el socialismo marxista los hermanos separados alemanes volvían a abrazarse. Mientras, checos y eslovacos firmaban su divorcio por las buenas. En Yugoslavia lo hicieron por las malas. La URSS también se desgajaba y los treinta países de Europa pasaron a ser cincuenta. El mapa político recordaba al de un siglo atrás. Mikhail Gorbachov, Slobodan Milosevic y Saddam Hussein eran las estrellas del Telediario mientras por aquí seguía casi todo igual.

Sociopolítica aparte, el fútbol también cambiaba. Mientras se disputaban últimas y primeras ligas por doquier el presidente de la UEFA Lennart Johansson, aquel señor tan mal encarado, presentaba ante la prensa un invento sacado de la manga para “reactivar” la Copa de Europa llamado “Liga de Campeones”, que proponía una liguilla de dos grupos entre los cuartofinalistas y que (si tenía éxito) se extendería al resto de competiciones continentales. Por aquel entonces se jugaba todo a cara o cruz en cada eliminatoria, y llegar lejos en Copa de Europa, Recopa o UEFA tenía mucho mérito porque una mala tarde te mandaba a tu casa. En el inicio del tránsito a los formatos de competición que tenemos ahora el Real Oviedo, embebido de glorias añejas y cansado de ver como otros equipos de igual o menor nivel se paseaban allende los Pirineos, vio llegar al fin su oportunidad.

“Jabo style”

Javier Irureta, entrenador del Real Oviedo (1991)
Javier Irureta había hecho del Real Oviedo un bloque monolítico. No hacía su equipo un fútbol vistoso. Tampoco marcaba muchos goles pero a cambio apenas encajaba. Sin perder en el Carlos Tartière desde el 8 de abril de 1990, el Real Oviedo era por entonces uno de los equipos más competitivos y difíciles de batir de la liga española. Viti se había hecho definitivamente con el puesto de portero titular, y frente a él actuaban un líbero de gran calidad con buena salida de balón (Jerkan), secundado por marcadores implacables: El canterano Luis Manuel y los implacables Sañudo y Gorriarán. Gracan y Viñals repartían juego, Berto corría a sus anchas por el campo y de lo de los goles se encargaban Carlos (el mejor delantero nacional del momento) y lo que pudieran apañar Jankovic, las llegadas de Bango...

Muchos criticaban la tesis de “Jabo” Irureta de que cada vez que el Real Oviedo marcara un gol había que retrasar la posición para defender la ventaja, pero los resultados le fueron dando la razón poco a poco y lo perdido en espectáculo se ganó en competitividad. Se llegó al final de la Liga de 1991 con opciones de asomarse a Europa por primera vez desde el año 1963 con Juan Ochoa en el banquillo y con Paquito y Sánchez Lage sobre el césped.

Con el Barcelona como virtual ganador de la Liga y el Atlético de Madrid asentado en la segunda posición, la lucha por los puestos europeos aquel año fue muy disputada. Muchos equipos bailaron a lo largo de la segunda vuelta en zona alta de la clasificación bajo Barça y Atleti. El Osasuna se mantuvo tercero casi toda ella hasta que le adelantó el Real Madrid, que había llevado una trayectoria irregular pero que desde mediados de abril sólo cedió un punto. Les seguían el Real Oviedo, el Sporting y el Sevilla. El Valencia acechaba y hasta el Logroñés llegó a ocupar la cuarta plaza a falta de nueve jornadas. En la 35ª se enfrentaron en El Molinón el Sporting y el Real Oviedo. El partido terminó con empate a cero y la polémica de una postrera caída de Bango en el área local que Ramos Marcos no quiso señalar como penalti.

Dos días de junio

Tras empatar ante el ya campeón Barcelona en el Camp Nou, el Real Oviedo afrontó la última jornada en la sexta plaza, justo tras el Sporting. A la espera de la final de Copa, las plazas para la UEFA eran para segundo, tercero, cuarto y quinto. Con merengues y osasunistas ya clasificados, habría una pelea de tres equipos por una plaza: El Sporting (5º), el Real Oviedo (6º) y el Valencia (7º).

La última jornada deparó precisamente un Valencia-Sporting. Para el Real Oviedo las cuentas estaban claras. Había que ganar en el Carlos Tartière al Castellón (que se jugaba el descenso) y esperar a que los valencianistas ganaran en el Luis Casanova a los pupilos de Ciriaco. El eventual triple empate a 42 puntos entre los tres equipos beneficiaba al Real Oviedo. A los sportinguistas les bastaba con empatar y los levantinos debían ganar y confiar en que los oviedistas tropezaran en casa y no ganaran al Castellón.

Aquel 9 de junio la incertidumbre del Real Oviedo-Castellón se deshizo con un gol de Carlos a los cinco minutos, y toda la atención se centró entonces en el partido del Luis Casanova. Un buen rato después del 1-0 se anunció por los marcadores “Gol en Valencia”. Por mor de los transistores el run-run tardó poco en convertirse en pitada. No le dio tiempo al locutor radiofónico Luciano García (improvisado “speaker”, que de aquella no los había) de anunciar que había marcado Luis Enrique cuando todo el Tartière era ya un silbato. Las cosas no se movieron de como estaban. 3-0 en Oviedo y 0-1 en Valencia. El Castellón bajó a Segunda y desde entonces no volvió a pisar la élite. Los sportinguistas celebraron en la fuente de Begoña su sexta clasificación para la UEFA y los oviedistas permanecieron en la sexta plaza esperando a que en la final de Copa del 29 de junio el Atlético de Madrid venciera al RCD Mallorca.

Éste gol del colchonero Alfredo clasificó al Real Oviedo para la Copa de la UEFA
En una nueva prueba de la tradicional amistad involuntaria entre ambos clubes, un agónico gol de Alfredo en la prórroga decidió el partido otorgando al club colchonero el primer título bajo la presidencia de Jesús Gil, consiguiendo la correspondiente plaza para disputar la Recopa y en la carambola la plaza vacante en la UEFA quedó a disposición del Real Oviedo. Y volvieron las banderas, los recios cánticos de los hinchas, los bocinazos de los coches... La Noche Azul. Como tres años antes con el ascenso. Por fin, el Real Oviedo competiría oficialmente fuera de nuestras fronteras.

El sorteo

El hombre UEFA muestra la papeleta oviedista (12/07/91)
El sorteo tuvo lugar en Ginebra (Suiza), el 11 de julio de 1991 y representando al Real Oviedo figurarían el vicepresidente J.M. Lobato y el entonces secretario Juan Mesa. Tanto ellos como los sportinguistas llegaron a la ciudad suiza atropelladamente en un vuelo procedente de Madrid-Barajas pues Ranón estaba cerrado, para variar.

Pese a no existir aún el formato de liguillas, por entonces se dividía a los 64 participantes de la Copa de la UEFA en ocho grupos de ocho equipos, y de entre ellos se sorteaban las primeras eliminatorias. Esto es, al Real Oviedo le correspondía entrar en un bombo con otros siete equipos que serían sus posibles primeros rivales. Los cabezas de serie del grupo oviedista eran el Sporting... de Lisboa portugués y el Groninga holandés, y junto a ellos podían tocar el AEK Atenas (Grecia), el Rot Weiss Erfurt (RD Alemana), el Dinamo Bucarest (Rumania), el Vllaznia Shköder (Albania) y el Génova (Italia). Éste club, también debutante en competición internacional, se estimaba como el rival más difícil a priori pues la Serie A estaba considerada como la liga más potente de Europa. Y fue el que tocó.

El Génova

Tenido por el decano del fútbol transalpino y conocidos popularmente como los “rossoblù” se trataba del primer dominador de la historia de la liga italiana con nueve “Scudetti” en su haber hasta 1924 y que padecía en aquellos años el dominio de su máximo rival, la Sampdoria. De la misma forma que el Real Oviedo había languidecido a partir de la aparición de las competiciones de clubes UEFA, así que se presentaba como nosotros en condición de debutante pese a ser igualmente un club emblemático en su país.

El Génova contaba con tres futbolistas extranjeros que habían participado en el reciente Mundial de Italia 1990, muy destacados en sus respectivas selecciones: el lateral izquierdo era Branco, brasileño con mucha calidad y un potentísimo disparo. Y los dos delanteros eran Aguilera (Uruguay) y Skuhravy (Checoslovaquia). El primero era menudo, técnico y notable rematador. El segundo era un armario de 1.90 que tras sus cinco goles en el Mundial era codiciado por muchos de los principales equipos de Europa. Al igual que el Real Oviedo, el Génova también tenía sus figuras autóctonas. El portero Simone Braglia era entonces uno de los mejores considerados en Italia, Gianluca Signorini (q.e.p.d.) era el defensor de referencia y el alma del equipo, y Eranio acababa de debutar con la selección transalpina y se le señalaba como el futuro lateral derecho titular de Italia. La argamasa del equipo eran competentes jugadores nacionales (Caricola, Ruotolo, Bortolazzi...) El entrenador que había llevado al Génova a Europa era Osvaldo Bagnoli, el mismo que años antes (1985) había conseguido el título de Liga con el Verona. En plena psicosis por el movimiento “ultra”, se temía al Génova por sus hinchas: los “Grifoni”. Uno de los grupos “tiffosi” más activos y numerosos.

La prensa internacional destacó el enfrentamiento entre oviedistas y genoanos como uno de los más destacados de la primera ronda, pues se trataba de un duelo de dos equipos de características similares: dos clubes históricos de sus dos respectivas y muy poderosas ligas que debutaban en Europa y de quienes (de no haber mediado su mutuo enfrentamiento) se esperaba un gran rendimiento en la competición. Los dos partidos se disputarían en jueves. La ida en Oviedo el 19 de septiembre, tras el desfile de las carrozas del “Día de América en Asturias”. La vuelta en Génova el 3 de octubre en el Luigi Ferraris, el estadio en el que debutó España en fase final mundialista en 1934 ganando a Brasil 3-1 con dos goles de Lángara.

Se cuenta como anécdota apócrifa que el presidente genoano Aldo Spinelli, en un mayúsculo ejercicio de ignorancia geográfica y futbolística, tuvo que preguntar de qué país era ese Real Oviedo que les había tocado.

(...)

Próximamente... 2º capítulo (Llegada de Lacatus, muerte de Herrerita, partido España-Uruguay y selección musical "ad hoc")

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