El XIV Campeonato del Mundo debía disputarse en Europa y para acogerlo se presentaron cinco candidaturas:
Grecia, Inglaterra, Francia, Italia y la Unión Soviética. En el
Congreso de la FIFA en Zurich (Suiza) del 19 de mayo de 1984 se eligió
la sede del Mundial de 1990. Retiradas las candidaturas helena y
británica, Francia emuló a Estados Unidos cuatro años atrás y retiró
también la suya para preparar a conciencia una nueva para 1998. Italia
dobló los votos obtenidos por la candidatura soviética (11 a 5) y
resultó elegida. Tras México, se trataba de la segunda ocasión en el que
una sede repetiría. El Mundial de 1934 había dejado mal recuerdo (ver
Capítulo III) y ahora Italia organizaría un Campeonato del Mundo en
normalidad.
La
nueva normativa de la FIFA disponía que –por motivos de seguridad-
todos los estadios sede del Mundial debían sustituir sus plazas de
espectadores de pie por localidades de asiento.
Dependiendo de su graderío y/o su arquitectura, los estadios perdían
con ello una cifra variable de capacidad, que se tradujo en un aumento
del precio de las entradas que se mantendrá especulativamente en las siguientes ediciones. Doce ciudades italianas fueron sede:
Roma, Florencia, Turín, Génova, Milán, Bolonia, Verona, Údine, Nápoles,
Bari y las isleñas Cagliari y Palermo. Todas reformaron sus estadios
salvo Turín, que construyó el nuevo "Delle Alpi".
Un estadio multiusos de grandes dimensiones que, debido a la escasa
afluencia de público, se decidió demoler y reconstruir varios lustros
después hasta transformarse en el Juventus Stadium que ha acogido el pasado día 14 la final de la Copa de la UEFA.
La fase de clasificación para Italia’90 siguió deparando apariciones sorpresa y ausencias destacadas. La brillante Dinamarca de 1986 fue la peor segunda del los grupos clasificatorios de la UEFA, lo que le impidió clasificarse. Francia, Polonia y la decadente Hungría fueron las otras ausencias europeas más significativas, mientras que México y Chile
fueron descalificadas. La primera por falsificación de pasaportes de
varios de los miembros de una selección juvenil. La segunda, por la
acción de su portero Rojas,
que en el Brasil-Chile de clasificación para el Mundial provocó la
suspensión del partido tras caerle cerca una bengala y simular haber
sido alcanzado y herido. Días después se descubrió que Rojas se había
provocado sangre cortándose con una cuchilla de afeitado que llevaba
oculta, con el fin de que a Chile le dieran el partido por ganado.
El calendario
de competición mantenía el esquema de 1986, con los conocidos seis
grupos de cuatro equipos, los dieciséis clasificados (con cuatro de los
seis terceros de grupo) y las eliminatorias de octavos, cuartos,
semifinales y final. El sorteo del Mundial, celebrado en diciembre de 1991 en Roma, partió con la polémica decisión de la FIFA de otorgar la condición de cabeza de serie
a Inglaterra en detrimento de España, a quien correspondía tal derecho
por el baremo de clasificación de los últimos tres Campeonatos. La
decisión se justificó -sotto voce- para controlar a los hinchas
radicales británicos (“hooligans”) en una sola sede determinada
(Cagliari) y se dice que en esa resolución influyó decisivamente la
primera ministra Margaret Thatcher.
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El equipo checoslovaco |
El Grupo A fue comandado por la anfitriona Italia,
que contó sus tres partidos por victorias, en los que no encajó un solo
gol. Como de costumbre, el juego de Italia en esta primera fase fue muy
pobre, pero en esta ocasión los locales contaban con un delantero
inspirado que, partiendo desde la suplencia, marcaría goles decisivos:
el juventino Salvatore “Totó” Schillaci. En el primer partido de grupo ante Austria, marcó apenas un minuto después de saltar al campo. Checoslovaquia se clasificó como segunda gracias a la gran goleada ante los Estados Unidos (5-1) con dos goles de su delantero centro Skuhravy. Austria, pese a tener una de las mejores delanteras del campeonato (Polster y Rodax), quedó eliminada.
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Camerún amargó el debut a Argentina |
En el Grupo B jugaba la vigente campeona, la Argentina
“maradoniana”, a la que había desistido meses antes el centrocampista
Fernando Redondo por motivos académicos en una curiosa –y ejemplar-
decisión. Nápoles acogería los partidos de Argentina, para que Maradona
–jugador del club de la capital de la Campania- se sintiera como en su
casa. Los resultados, sin embargo, no fueron los esperados y Argentina
se clasificó apuradamente como tercera de grupo. Argentina inauguró el
Mundial en Milán ante Camerún, y la selección africana –que había dejado buen recuerdo en 1982- sorprendió a propios y extraños con su victoria. Un gol de Oman-Biyick en la segunda parte dejó a Argentina herida. Hubo otra “Mano de Dios” maradoniana
en la segunda jornada, en este caso un palmeo del “Pelusa” que impidió
un gol soviético y que tampoco fue sancionada por el árbitro. Camerún
prosiguió su éxito venciendo a Rumania y se clasificó primera de grupo
pese a su derrota ante la URSS.
El conjunto soviético, tradicionalmente castigado por los errores
arbitrales, quedó eliminado del torneo y –sin saberlo- disputó su último
partido mundialista ya que la Unión Soviética se desmembraría
oficialmente año y medio después.
Brasil jugaba en el "Delle Alpi" de Turín como cabeza de serie del Grupo C
y no tuvo problemas para clasificarse. Ganó sus tres partidos sin
brillantez pero sin agobios. La selección brasileña atravesaba un
período de transición en el que aparecieron las nuevas figuras de los
noventa: Romário, Dunga, Bebeto... La debutante Costa Rica se clasificó segunda de grupo contra todo pronóstico, tras superar a Escocia y Suecia, que quedaron eliminadas.
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Colombia, un equipo talentoso y excéntrico |
Otra selección hispanoamericana animó la primera fase: Colombia. La selección que pudo haber sido anfitriona cuatro años antes empató en el descuento del último partido ante la RF Alemana –cabeza de serie del Grupo D- con un gol de Freddy Rincón y se clasificó para octavos. Junto con los alemanes occidentales se clasificó Yugoslavia,
que contaba con un gran plantel. El grupo se completó con el peor
equipo de los veinticuatro del Mundial: Los Emiratos Árabes Unidos, que
recibieron sendas goleadas de los europeos: 5-1 de la RFA y 4-1 de
Yugoslavia.
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Górriz bate a Preud'homme. España gana a Bélgica |
El Grupo E
reunió a Bélgica, Corea del Sur, Uruguay y España. Las dos selecciones
hispanoparlantes disputaron un horrible partido en Údine –con penalti a
las nubes de Rubén Sosa incluido- que en apariencia esfumaba las
aspiraciones de ambos equipos. España se rehizo ante Corea del Sur con
tres goles de Míchel, quien
se reivindicó tras las críticas recibidas con una contundente
celebración de su tercer gol. Bélgica llegó con dos victorias a la
última jornada en la que aguardaba España con ansias de revancha tras su
eliminación a manos belgas cuatro años atrás. España, mucho mejor que en el primer partido, ganó a Bélgica
y se alzó como primera de grupo. Bélgica fue segunda y una gris Uruguay
de la que se esperaba mucho más se clasificó como tercera.
El Grupo F
se disputó entre las islas de Cerdeña (Cagliari) y Sicilia (Palermo).
Enfrentaba a tres selecciones europeas, dos de ellas británicas
(Inglaterra, Irlanda y Holanda) y a la africana Egipto. El grupo resultó
muy igualado y, tal como ocurriera en el grupo inglés de 1986, hubo una
sucesión de empates en la que la única victoria de Inglaterra
ante Egipto clasificó a los británicos como primeros y eliminó a los
africanos. Holanda e Irlanda empataron a todo, tanto en su partido mutuo
como en la clasificación. Tuvo que producirse un sorteo para dirimir cuál se clasificaba como segunda de grupo (Irlanda) y cuál como tercera (Holanda).
El sorteo envió a los irlandeses a jugar ante Rumania y a los
holandeses a vérselas con la RFA. Se esperaba mucho de un grupo con
jugadores como Lineker, Gascoigne, Van Basten, Gullit, Rijkaard,
Vanenburg y Aldridge pero se vio en los seis partidos un espectáculo muy
pobre.
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Branco (BRA) rodeado de argentinos |
Los octavos de final tenían un partido-estrella: el “derby” sudamericano entre Argentina y Brasil.
Los brasileños venían crecidos tras ser primeros de su grupo y
Argentina acudía a Turín muy criticada por la prensa. Sin embargo, un
genial pase de Maradona a Caniggia
permitió al delantero argentino desequilibrar el choque y clasificar a
los del Cono Sur. En este partido se produjo una irregularidad
sorprendente. Aprovechando un parón del partido, los argentinos
sirvieron un botellín de líquido adulterado con tranquilizantes a los
brasileños. El lateral Branco bebió de él y quedó mareado. Se apuntó al seleccionador argentino Carlos Bilardo (médico de profesión) como responsable de la trampa, aunque él siempre negó su autoría.
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Milla aprovecha el error de Higuita |
Los demás partidos alternaron resultados previsibles con sorpresas y decepciones. Camerún y Colombia
disputaban el partido más “pintoresco” de esta fase. Llegados a la
prórroga, una “alegre” salida del portero colombiano René Higuita en la
que perdió el balón ante el veterano delantero camerunés Milla decidió el partido. España se las veía felices tras haber mejorado su juego pero una Yugoslavia defensiva y eficaz perpetuó la maldición ibérica en los Mundiales. Dos goles de Dragan Stojkovic, uno de ellos de falta en la prórroga, eliminó a los españoles. Checoslovaquia dio cuenta de Costa Rica con tres goles de Skuhravy. La RF Alemana neutralizó a los holandeses a base de fuerza (2-1). Un gol “in extremis” de David Platt clasificó a Inglaterra ante Bélgica justo antes del final de la prórroga. A los penaltis llegaron irlandeses y rumanos, de donde los británicos salieron airosos. Mientras, un nuevo gol de Schillaci sacó a Italia de nuevos apuros y gracias a él ganaron a Uruguay.
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Squillaci, máximo goleador |
Italia
volvió a encomendarse a su nuevo “santo” ante los irlandeses, que
venían de visitar en audiencia al Papa Juan Pablo II. Una volea de Squillaci
en la primera parte clasificó a Italia para las semifinales del torneo,
despertando en los “tiffosi” la ilusión por conquistar el título
mundial. El resto de partidos de cuartos de final se resolvieron desde el punto de penalti. Bien a lo largo del tiempo reglamentario (RFA-Checoslovaquia),
de la prórroga (Inglaterra-Camerún) o en la fatídica tanda de penaltis
(Argentina-Yugoslavia). Camerún estuvo a punto de sorprender a los
británicos hasta que un penalti transformado por Lineker provocó la
prórroga, en la que de nuevo Lineker y de nuevo de penalti resolvería la
clasificación inglesa. El protagonista del Argentina-Yugoslavia no fue Maradona, sino el portero Goycochea, que demostró su habilidad para detener penas máximas.
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Maradona y Goicochea |
Las semifinales
fueron Italia-Argentina y RF Alemana-Inglaterra. En Nápoles se disputó
la primera de ellas. Cuando sonaron los himnos como preludio al partido,
Maradona se dio cuenta de que el corazón de los napolitanos no estaba
tan dividido como él creía... Squillaci volvió a aparecer para adelantar a Italia en la primera parte, pero Caniggia
empató en la segunda gracias a otra jugada de Maradona. No hubo goles
en la prórroga y el partido se vio abocado a una nueva tanda de penaltis
donde volvió a aparecer el “santo” argentino Goycochea
deteniendo dos penaltis (a Donadoni y a Serena). Con Argentina en la
final para disgusto de los anfitriones, ingleses y alemanes occidentales
se jugaban la otra plaza para el último partido con la rivalidad de
1966 y 1970 como telón de fondo. Inglaterra comenzó muy fuerte arrinconando a la RFA,
pero la resistencia física centroeuropea se fue imponiendo a lo largo
del partido. Se llegó también aquí a los penaltis. Una parada de Illgner a Pearce y un error de Waddle enviaron a los ingleses a jugar por el tercer puesto (que perderían ante los italianos con otro gol de Squillaci) y a la RFA a la final.
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Maradona y Matthäus (más Völler), duelo de 10 |
Final que reunía de nuevo a los dos equipos de la de 1986 y en la que ambos equipos buscaban su tercer título mundial. Argentina
llegaba con muchas bajas (Caniggia, Olarticoechea, Batista...) y con
Maradona físicamente mermado. La figura argentina volvió a disgustarse
cuando escuchó los silbidos del público del Olímpico de Roma, que se
puso de parte de los europeos para vengar la eliminación italiana. Franz Beckenbauer, seleccionador germano-occidental,
dispuso un ritmo fuerte desde el principio para aprovechar la debilidad
física sudamericana, pero los argentinos resistieron las embestidas de
la delantera germana con notables intervenciones de su portero Goycochea. La expulsión del argentino Monzón
mediada la segunda parte (primera expulsión en una final) encerró
definitivamente a los argentinos en su área y la RFA continuo su acoso
hasta que a falta de poco más de cinco minutos para el final una caída
en el área sudamericana de Klinsmann ante Sensini fue castigada con penalti. Goycochea se volvió a lanzar en la buena dirección, pero esta vez fue incapaz de detener el disparo del lateral Andreas Brehme,
cuyo gol significó el tercer título para los alemanes occidentales. Fue
el último partido oficial de la RFA, que con la Alemania políticamente
unida tras la caída del Muro de Berlín absorbió a la RDA. El fin del socialismo
tendría notorio reflejo en el mundo del fútbol y en concreto en la
desaparición de varias selecciones (URSS, Yugoslavia, Checoslovaquia) y
la aparición o re-aparición de otras nuevas que concursarían en su
lugar.
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