Todos los clubes de fútbol con suficiente entidad e historia han tenido uno o varios jugadores en sus filas cuyas características se asocian a la seriedad, la entrega, la calidad, el carisma y la influencia positiva sobre los jugadores más jóvenes. Su fama corre de generación en generación y su nombre infunde respeto y honorabilidad entre todos los aficionados. Uno de los casos ejemplares de este tipo de jugador en el Real Oviedo lo encontramos en el mítico Emilín, el extremo izquierda de la legendaria “delantera eléctrica” de los años treinta y cuarenta, que nació tal día como hoy hace un siglo. En fechas recientes hemos celebrado el centenario de Isidro Lángara y no podemos por menos que hacer lo mismo con el centenario del compañero que tantos buenos centros le sirvió desde su banda.
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Emilio García Martínez nació en el pueblo asturiano de
San Román de Candamo el 12 de septiembre de 1912. Era hijo de un jefe de
estación de la compañía del ferrocarril Vasco-Asturiano y el mayor de una
numerosa familia de hermanos. Todos los varones se dedicaron al fútbol con
mayor o menor fortuna. De hecho, Emilín fue el primero de una saga de jugadores oviedistas que
continuó el benjamín de la familia –su hermano Falín, figura del Real Oviedo en los cincuenta- y el hijo de éste y
a la sazón su sobrino Santi García
Barrero –que tuvo el honor de alzar el único trofeo oficial obtenido por el
Real Oviedo en su historia: la Copa de la Liga de Segunda División de 1985-.
Todos ellos llegarían a la capitanía del club capitalino.
Emilín comenzó jugando en el Real Juvencia de Trubia, localidad cercana a Oviedo y perteneciente
a su concejo, y debutó muy joven en el primer equipo azul. Con 19 años. En la
primera jornada de la Liga de Segunda División de la temporada 1931-32 el
Oviedo FC (acabamos de estrenar la II República) recibía al At. Madrid. El 22
de noviembre de 1931 el conjunto oviedista ganó por 6-2 con cuatro goles de
Lángara (uno de penalti), uno de Galé y otro del debutante Emilín. Fue un debut feliz, aunque también fue el único
partido que el joven Emilio disputó en aquella campaña con la primera
plantilla. Dos temporadas más tarde, una vez que el Oviedo había alcanzado la
Primera División, llegó su momento. Disputó en esa primera campaña (1933-34)
doce partidos ligueros, marcando dos goles que sumar a los cinco que había
logrado en el campeonato regional previo y a los tres que conseguiría en la
competición de Copa.
Emilín comenzó a llamar la atención de periodistas y
aficionados de la época. Su aspecto era enclenque y casi famélico. Alto y muy
delgado, con semblante cariacontecido, apenas gesticulaba durante los partidos.
Su gran virtud a primera vista era su velocidad –facultad que perdería con los
años- pero por lo que en realidad destacaba era por su excelente toque de balón en una época en la que
el material de juego era tosco (balones de cuero, botas rudimentarias...) y al
jugador no se le exigían malabarismos. En terminología del director del diario
deportivo “As” Alfredo Relaño, Emilín pertenecía a una rara clase de futbolista
para aquellos tiempos. Era un “violinista”
rodeado de una orquesta de percusión. Su habilidad en el golpeo del balón le
definió como un gran centrador,
cualidad de la que se beneficiaron sus compañeros y especialmente Lángara, y
asimismo le dotaba de un chut peligroso más aún por su colocación que por su
potencia. Era, además, muy inteligente en el campo. Tenía una gran visión de
juego, adelantada a su época, y su regate en corto era otra de sus grandes
cualidades.
La carrera del extremo izquierda oviedista va
indisolublemente unida a la de su compañero de banda, el interior izquierda Herrerita. Ambos compartieron catorce
temporadas juntos y fueron amigos inseparables durante toda su vida. Herrerita
y Emilín eran en realidad dos personas muy distintas. Herrerita era corajudo,
extravertido y muy protestón en el campo. No era vanidoso ni egoísta pero tenía
una aureola estelar en el equipo, aunque su rendimiento alternaba picos de
brillantez con nihilismo. Emilín era callado, reservado, prudente, humilde,
austero... y bajo su apariencia taciturna y educada se escondía un hombre
inteligente y reflexivo con un particular sentido del humor irónico, y sus
actuaciones en el terreno de juego eran muy regulares sin apenas días malos.
Del entendimiento entre estos diversos caracteres nació la mejor ala izquierda
del fútbol español de su época.
El Real Oviedo (entonces Oviedo FC) era por aquel
entonces uno de los mejores conjuntos de España. Tenía el mejor ataque del que
Emilín formaba parte destacada, aunque para compensar tenía una defensa un
tanto insegura y descompensada que solía encajar más goles de los debidos,
sobre todo fuera de casa. Después de debutar con un sexto puesto, el Oviedo FC
lograría dos terceros puestos consecutivos en 1934-35 y 1935-36. Lángara era el máximo goleador de la
Liga y el mejor delantero de Europa en aquellos momentos y buena parte de
responsabilidad era de Emilín, de sus certeros pases de gol y de su visión de
juego.
Emilín remata a gol entre Lángara (izquierda) y Herrerita (derecha) |
Emilín botando uno de sus famosos corner de rosca |
Como los grandes toreros tienen su “suerte”
identificativa, el sello de Emilín eran sus saques de esquina. Botaba los “corner” con gran precisión hacia la
cabeza del rematador y, en más de una y de dos ocasiones, alcanzaría a marcar
gol desde esa posición. Era capaz de botar el balón dándole un efecto de rosca,
de afuera a dentro, de modo que la trayectoria del balón se volvía endiablada a
los ojos de los porteros rivales. Algunos de los mejores guardametas de la
época (Blasco, Bustos, Martorell, Bañón...) sufrieron en sus propias carnes el
ridículo aparente de encajar goles de Emilín desde el saque de esquina. Es la
suerte que con idas y venidas en el tiempo se conocería como “gol olímpico” y de
la que Emilín fue pionero.
Los hermanos Falín y Emilín |
La guerra civil
partió la vida de España en dos mitades y paralizó el país durante casi tres
años en los que no se disputó competición alguna. Los aficionados oviedistas de
mediados de los años treinta ansiaban al cabo de la década alcanzar el título
de Liga que se rozaba cada vez más cerca en las últimas campañas. De hecho, un
supuesto adivino ruso había vaticinado el triunfo liguero del Oviedo FC en la
temporada 1936-37. Nada de esto se cumplió. Para colmo de males, las vicisitudes
de la guerra fueron especialmente dañinas en Oviedo y el nuevo estadio de
Buenavista quedó totalmente destruido. Tanto fue así que el club solicitó a la
FEF una dispensa especial para no
competir en la inminente temporada con el fin de reconstruir el estadio y
reorganizar el equipo al no poder cumplir para la fecha de inicio de la Liga
1939-40. Una vez obtenida esa dispensa, los jugadores oviedistas que
permanecían en España (Lángara había emigrado a América con la Selección Vasca)
fueron cedidos a distintos clubes. Antón y Soladrero viajaron a Zaragoza. Otros jugadores se desperdigaron por la geografía española. Herrerita y Emilín –inseparables- fueron
contratados por el Barcelona.
El club de la Ciudad Condal tampoco pasaba por su mejor
época. Pese a contar con jugadores internacionales como el portero Nogués, el
veterano Hilario o el joven Mariano Martín el Barcelona no era capaz de
conformar un equipo sólido y rondaba los puestos de descenso a Segunda
División. Las figuras de Herrerita y Emilín se erigieron desde la banda
izquierda para sacar las castañas del fuego al club azulgrana. Al cabo de la
temporada 1939-40, los goles de Herrerita (8) y de Emilín (5) fueron decisivos
para que el Barça salvara su temporada más aciaga. Impresionados por el
rendimiento de los dos jugadores asturianos, la directiva azulgrana les hizo
una suculenta oferta para permanecer en el club pero la mente y el corazón de
ambos futbolistas seguía en Oviedo y
Herrerita y Emilín regresaron a su club en 1940 para iniciar la nueva
temporada.
La calidad de Emilín no pasó desapercibida para la Selección Española, pero llegar a ella
no le resultó nada fácil. La existencia de jugadores de calidad en su
demarcación –con fuerte competencia entre varios jugadores-, la imposibilidad
de las sustituciones y los difíciles transportes entre Oviedo y el resto de
España debido a la orografía asturiana y a las deficientes comunicaciones
jugaron en contra de nuestro protagonista a la hora de las convocatorias. Gorostiza primero y Gaínza en su madurez le cerraron el
paso a la Selección. Su tocayo Emilín
Alonso, irundarra que fue jugador del Real Madrid, era también un duro
competidor en la plaza de extremo izquierda nacional. El nombre de Emilín
(García) sonaba con frecuencia para la Selección pero nunca le llegaba la
oportunidad de debutar. Finalmente pudo hacerlo en 1942, en la primera convocatoria
del nuevo seleccionador Eduardo Teus. Debutó
Emilin con España el 12 de abril en Berlín, ante Alemania, en plena guerra
mundial. Junto a él debutaban su ex compañero en el Barcelona Martín, el
valencianista Juan Ramón y Arencibia del Atlético Aviación. El resultado fue de
empate a uno. Una semana después rendía visita España a Italia en Milán, donde
con Emilín en el campo se perdió por 4-0 con goles de Valentino Mazzola,
Ferraris, Piola y Leich, todos en la segunda mitad. Pese a demostrar durante las
siguientes temporadas un gran nivel de juego, el extremo oviedista no volvería
a la Selección.
Antón, Goyín, Echevarría, Herrerita y Emilín (c. 1945) |
Sin ser un goleador nato como lo era Lángara, Emilín
también acertaba a marcar en la portería rival. Llegó a hacerlo en cinco
partidos consecutivos en la temporada 1941-42, goleando sucesivamente a
Hércules, Español, Celta, Real Madrid y Valencia. Ante el Real Madrid, en el
primer partido de la Liga 1944-45 disputado en Buenavista, Emilín tuvo su día
de gloria ante el gol marcando los cuatro goles de la victoria oviedista por 4-0 ante los blancos. Como es sabido,
la estadística deportiva no estaba muy perfeccionada en aquellos tiempos y los
números varían según la fuente consultada. Emilín es el sexto máximo goleador
azul, tras Lángara, Herrerita, Enrique Galán, Carlos y Diego Cervero, con 62
goles en Liga, 17 en Copa y 13 en Campeonato Regional, con un total de 92 goles
marcados como oviedista.
Pasados los años y alcanzada la madurez sus cualidades
físicas fueron mermándose. Perdió pronto aquella primigenia velocidad de antes
de la guerra civil, pero su juego seguía apoyado en su regate corto, su
sobresaliente visión de juego y sus medidos centros a gol. Las continuas
lesiones que Herrerita sufrió en sus últimos años como futbolista provocaron
que se centrara casi exclusivamente en él la figura del capitán experimentado que alecciona a los nuevos valores en la
segunda mitad de los cuarenta. Superada la treintena y con su hermano Falín
jugando sus primeros partidos en la primera plantilla, Emilín seguía siendo decisivo,
su talento resolutivo y su regularidad fueron en muchas ocasiones el puntal en
el que se apoyaron las victorias del Real Oviedo de la posguerra.
Emilín con el Sporting (de pie, 2º por izq.), Temp. 1949-50 |
No tuvo la salida
del club que un jugador de su talla se merecía. En las negociaciones por la
última renovación de su contrato, con 37 años, pidió a la directiva una última
gracia para un veterano: una subida de sueldo que algunas fuentes fijan en
5.000 pesetas. El club se negó y Emilín no renovó, causando baja el 30 de junio
de 1949. Defraudado con el comportamiento de la directiva se enroló en las
filas del eterno rival, el Sporting de
Gijón (en aquellos tiempos “Real Gijón”). El club gijonés militaba en
Segunda División y estaba cuajando una buena plantilla para el asalto a la
Primera División. Jugó con los rojiblancos dos temporadas. En la primera (1949-50)
tuvo una gran participación, aportando 10 goles en 20 partidos. En la segunda –en la que el Sporting subiría a Primera por
segunda vez en su historia, con un centenar de goles marcados- sólo disputó
cuatro encuentros. Herrerita, de nuevo, le acompañaría en su última temporada
en Gijón. En su primera temporada sin Emilín, el Real Oviedo descendió a Segunda. Al final de esa temporada 1950-51 ambos cesaron definitivamente como
jugadores en activo.
Una de las últimas imágenes de Emilín (dcha.) con motivo del 50 aniversario oviedista (1976) con Antón, Herrerita y Diestro |
Emilín continuaría siendo un elemento de referencia en el
fútbol ovetense. Los aficionados enumeraban las glorias de la “delantera
eléctrica” y los más veteranos dentro y fuera del césped apelaban al ejemplo de
la regularidad y el compromiso del ex jugador de cara a los nuevos jugadores.
Siguió siendo protagonista de la vida social y deportiva carbayona durante toda
su vida. Enfermó de cáncer y falleció
el 30 de marzo de 1977, a la prematura edad de 64 años. Su hermano Falín
moriría años más tarde en edad y circunstancias similares y su sobrino Santiago
García Barrero ha superado un cáncer hace pocos años. Muy pocos quedan ya en
Oviedo que le hayan visto jugar, aún como veterano. Sin embargo su figura
carismática sigue siendo uno de los más sólidos referentes a los que el
oviedismo se aferra en estos años de tribulación en busca de la grandeza
perdida.
Mural de la puerta 12 del Nuevo Carlos Tartière en el que se representan históricos jugadores azules, entre ellos Emilín. |
Ficha:
Nombre: Emilio
García Martínez
Fecha y lugar
de nacimiento: 12-09-1912 en San Román de Candamo (Asturias) (ESP)
Fecha y lugar
de fallecimiento: 30-03-1977 en Oviedo (ESP)
Talla y peso
(estimados): 1.78m / 65 Kg
Demarcación: Extremo
izquierda, delantero.
Equipos
profesionales:
-
Real Oviedo (1932-1936)
-
Barcelona (1939-40)
-
Real Oviedo (1940-49)
-
R. Sporting de Gijón (1949-51)
Internacional: 2 partidos
con España (1942)
Records y
menciones especiales:
-
Autor del gol nº300 del Real Oviedo en Primera División (2º
del Real Zaragoza-1 Real Oviedo-3, Temporada 1942-43 Jor. 25, 28-03-1943)
-
Con el Real Oviedo disputó 229 partidos de Liga (227 en
1ª y 2 en 2ª), marcando 62 goles (61 en 1ª y otro en 2ª). En total marcó 92
goles y es el sexto máximo goleador azul de la historia.
-
Reconocido unánimemente como el mejor extremo izquierda
de la historia del club, figura en la alineación ideal del Real Oviedo
realizada con motivo de sus 50 y 75 años de historia.
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