Ventolrá,
Luis Regueiro, Lángara, Iraragorri y Emilín Alonso hicieron el mejor partido de
su historia.
Un fallo de
Guillermo Eizaguirre y los medios fueron las causas del desastre.
El triunfo sobre Alemania, glosado en el capítulo
anterior, devolvió la máxima euforia a los aficionados futbolísticos españoles.
No hay que olvidar que, por aquel entonces, fuesen amistosos o de campeonato,
los partidos de la Selección eran algo casi sagrado para los seguidores. En una
época donde la política hacía estragos en el ámbito español, casi a un paso de
la guerra civil, cuando jugaba la selección no había ni derechas ni izquierdas.
Había sólo seguidores españoles. No hay más que ver una alineación nacional con
siete u ocho vascos rindiendo a tope. España. Tras el triunfo de Colonia era,
con Italia, la máxima potencia continental. Aparte, la insular Inglaterra,
naturalmente. Por eso, el partido concertado con Austria a jugar en el
Metropolitano de Madrid despertó una gran expectación.
Austria tenía un equipo
colosal. Don Amadeo García Salazar tenía la duda de Gorostiza, que no andaba
fino. Convocó un entrenamiento donde actuó como ala izquierda la titular del
Oviedo (Herrerita y Emilín) En otro equipo, dio oportunidad al otro Emilín
(Alonso), el vasco del Madrid, como exterior. Al final, la aspiración oviedista
de aportar tres jugadores se quedó en dos. Emilín Alonso (el del Madrid) fue
preferido a Emilín García (el del Oviedo) –pese a la superioridad técnica
abismal de éste sobre aquel-, y Lángara y Herrerita fueron convocados. A la
hora de la verdad sólo quedaría Lángara, indiscutible. Herrerita se vistió pero
en calidad de suplente de Luis Regueiro e Iraragorri.
Así marcó Lángara el tercer gol español, recién iniciada la segunda parte |
España formó con Guillermo Eizaguirre; Ciriaco,
Quincoces; Pedro Regueiro, García (montañés, que debutaba), Ipiña; Ventolrá,
Luis Regueiro, Lángara, Iraragorri y Emilín Alonso. Quincoces estaba algo
lesionado y luego se comprobaría cuando Zabalo tuvo que reemplazarle mediado el
encuentro. La línea media era lo peor de aquel equipo. La gran esperanza de
España estaba en su ataque, y la gran esperanza respondió porque España marcó
cuatro goles a Austria... pero encajó nada menos que cinco. Fue la primera
derrota de España en terreno propio. El disgusto fue mayúsculo. España, nunca
batida en casa hasta la fecha, conocía el amargo sabor de la derrota en su
territorio por vez primera.
El ataque, en
especial Lángara, formidable
España encaró el partido con un empuje sensacional. La
lluvia constante y el barro eran un handicap para los hispanos. Y encima, el
fortísimo equipo de Austria dirigido por el sabio Hugo Meils, creador con
posterioridad del mítico “Wunderteam”,
el equipo maravilla. Platzer; Szestak, Schmaus, Wagner, Smistik, Urbanek,
Zischek, Hahnemann, Bican, Binder y Vogl fueron los hombres del seleccionado
austríaco en aquel partido de Madrid. A los treinta minutos, Hanreiter suplió a Vogl.
Lángara fue una pesadilla para Platzer |
A los cinco minutos marcó Bican. España se lanzó al
ataque y Lángara –veinte minutos después- empataba al rematar un córner de
Ventolrá. Aquello fue el toque de atención. La delantera española arrasaba. Los
cinco lo bordaban, pero Ventolrá y Lángara entraban como meteoros en el área
centroeuropea. Tres minutos después del empate, una jugada fabulosa de
Iraragorri y Lángara la culminaba Luis Regueiro. España se ponía por delante.
Dos a uno. A la media hora, Binder volvía a empatar en fallo de Eizaguirre.
Lángara no cedió y marcó acto seguido un golazo que anuló injustamente
Langenus, árbitro del partido. Luego el propio Langenus reconocería su error.
En la segunda parte España fue un vendaval. Lángara
marcaba el tercero, pero Bican volvía a empatar. Tres a tres. La baja de
Quincoces se notaba y todo el esfuerzo y eficacia españoles en ataque se venían
abajo en la defensa. Era una lucha de goleadores. Lángara estaba realmente
fantástico. Bueno, Lángara y todo el ataque español. A los cincuenta minutos de
partido, Luis Regueiro hacía el cuarto tanto hispano y, casi sin respiro, el
terrible Bican hacía el empate. El público se lo pasaba en grande, pero temía a
los austríacos, que entraban en la zona defensiva española como querían. A
falta de quince minutos, el suplente Hanreiter marcaba el quinto tanto austríaco. Nuestro ataque
ya no pudo hacer más. Había hecho lo imposible o lo casi imposible: marcar
cuatro goles a uno de los mejores equipos del pasado Mundial italiano. Cansados
por el esfuerzo, los cinco delanteros hispanos que jugaron, quizás, el mejor
partido de su vida, se entregaron. Y con el triunfo austríaco por 4-5 finalizó
un partido que convirtió el 19 de enero de 1936 en la fecha más amarga de la
Selección Española hasta aquel entonces.
Con un gol más, subía la cuenta goleadora de Lángara: nueve
partidos, dieciséis goles.
El gran Manuel Sarmiento Birba cometé un error: el llamado Wunderteam o Equipo Maravilla de Austria fue creado por Hugo Meils con anterioridad a la fecha selañada. No con posterioridad como selaña Sarmiento Birba.
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