BUEN PAPEL EN
PRAGA (1936)
Titánica
lucha del oviedista Lángara ante la dura defensa local
Era un mal año el de 1936 para España. Ya no solo en el
terreno político y social, sino en el futbolístico. A la derrota ante Austria
en Madrid que tanto disgusto produjo, le sucedió la cosechada en Barcelona ante
Alemania. Los jugadores andaban desconfiados y don Amadeo García Salazar no
encontraba la línea media apta y adecuada para que sirviese de sostén y
fortaleza respecto del sensacional ataque que tenía el seleccionado español.
El 26 de abril de 1936 España tenía que cumplir su
compromiso con Checoslovaquia en Praga. El partido se jugó en el estadio Letna,
del Sparta, uno de los históricos de la capital centroeuropea. El alemán Peco
Bauwens fue el encargado de dirigir el partido. Checoslovaquia, que dos años
antes había sido subcampeón del Mundo en Italia al perder en la final (2-1)
ante los transalpinos, alineó a muchos de los hombres que habían logrado tan
formidable hazaña. Jugaron el mítico Plánicka –el mejor portero del mundo en
aquellos momentos-; Burgr, Ctyroky; Bouska, Boucek, Srbek; Faczinek, Zajicek, Sobotka,
Nejedly y Puc. Un equipazo. España, por su parte, alineó a Blasco en la meta;
Zabalo y Aedo en defensa; Zubieta, Muguerza y Roberto Echevarría en una media
compuesta exclusivamente por jugadores del Athletic bilbaíno; y Ventolrá, Luis
Regueiro, Lángara, Lecue y Gorostiza. Zubieta, con diecisiete años, debutaba
como el más joven internacional español de la historia.
En la delantera, la
lesión de Iraragorri fue muy importante y obligó a reubicar a Lecue
adelantándolo a interior, con Gorostiza como extremo. Lángara seguía siendo la
indiscutible punta de la lanza española. Era un buen equipo. En la banda, como
suplentes, Guillermo Eizaguirre –portero-, Areso, Blanco y Vega del Celta de
Vigo, Herrerita y Emilín Alonso. De todos estos suplentes sólo actuó en la
segunda parte el oviedista Herrerita, dado que al lesionarse Muguerza, Roberto
pasó al centro, Lecue bajó a su puesto habitual de medio ala y el asturiano
ocupó el lugar de éste en la delantera.
Alineación española en Praga: Encinas (entrenador), Blasco, LÁNGARA, Lecue, Vantolrá, Zubieta, Muguerza, Eizaguirre / Roberto Echevarría, Zabalo, Gorostiza, Luis Regueiro, Aedo |
La lucha de
Lángara ante los checoslovacos
El equipo centroeuropeo trabajó mucho. Luchó convencido
de que el cuadro español era difícil pese a sus dos últimas derrotas en su
propia casa. La defensa española estuvo excelente, lo mismo que Blasco, que lo
paró casi todo. No pudo evitar, sin embargo, el gol de la victoria checoslovaca
obtenido de penalty, en la primera parte, por una entrada de Roberto Echevarría
al interior Zajicek. Fue muy rigurosa la sanción. Los jugadores españoles, en
especial el portero bilbaíno Blasco, protestaron ardorosamente la decisión pero
Bauwens, el árbitro alemán, se mantuvo firme en su decisión. Lo lanzó con mucha
fuerza y maestría el propio Zajicek. Blasco intuyó el disparo y marcó muy bien
el balón pero no pudo impedir que llegase al fondo del marco.
En la segunda parte, como ya apuntamos, Muguerza fue
reemplazado por Herrerita. El bilbaíno acusaba molestias estomacales. Roberto
se fue al centro y Lecue se retrasó, ocupando Herrerita la posición del
madridista. Se esperaba una reacción hispana de cara a la puerta defendida por
Plánicka, pero no hubo manera de lograr nada positivo.
Lángara y Burgr disputan un envío elevado |
Lángara se batió como un león ante los dos defensas
checoslovacos, pero no pudo romper la muralla que montaron los locales sobre la
defensa. Ventolrá y Gorostiza no entraban por las bandas, muy marcados. Y Luis
Regueiro y Herrerita aún mostrando su calidad indudable, no acababan de
imponerse a la dureza e ímpetu de los checoslovacos.
Propósito de
enmienda
El partido se perdió por un gol a cero, pero los
jugadores españoles estaban convencidos de que su actuación había sido buena.
Tan es así que tras el encuentro prometieron al seleccionador García Salazar
que en el encuentro a disputar una semana más tarde en Berna ante Suiza el
triunfo sería para el equipo hispano. Con ese propósito se dejaron las tierras
checoslovacas para acudir a Berna, donde esperaban los helvéticos. Todo era
cuestión de esperar.
Lángara seguía presentando una gran hoja de servicios con
España pese a no marcar: once partidos, dieciséis goles.
Manuel SARMIENTO BIRBA.
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