Fracaso de
todo el seleccionado español, en especial la línea de centrocampistas.
De todos los
partidos internacionales jugados por Isidro Lángara, éste fue el peor.
La derrota ante Austria –insistimos, la primera de España
como local- desmoralizó mucho a don Amadeo García Salazar, el seleccionador. La
eterna cantinela del seleccionador vitoriano era que “España no tenía línea de
medios”. Todas las pruebas que realizaba sobre esta cuestión le daban mal
resultado. De todas maneras, ante Alemania, en Barcelona, el 23 de febrero de
1936 podía ser la baza del desquite. No había buen ambiente en el combinado
español, y no por rencillas entre los jugadores, en absoluto. Los jugadores
andaban preocupados con los sucesos revolucionarios desatados tras el triunfo
del Frente Popular y el clima de gran inestabilidad política de aquel infausto
año 1936. De todas maneras, el público asistente al partido en Montjuic (Barcelona)
entre la España republicana y la Alemania “hitleriana” fue un modelo de corrección. No lo decimos
nosotros, que podríamos ser parte interesada, sino que fue éste mismo el elogio
del doctor Peco Bauwens, presidente de la Federación Alemana (DFB), el cual
ejercía asimismo como árbitro internacional. En 1941, de hecho, pitaría en
Bilbao un España-Portugal con victoria española por cinco goles a uno en el que
intervino Herrerita [1]
El más flojo
partido de Lángara con la Selección
García Salazar resolvió sus dudas respecto a la línea de
medios convocando a Bertolí, del Valencia, Pedro Regueiro del Madrid, Muguerza
del Athletic de Bilbao y Solé del Español de Barcelona. Lecue era el único
indiscutible como medio izquierdo. A la hora de la verdad, la decisión tampoco
dio resultado. Jugaron aquella tarde con España: Zamora (Madrid); Zabalo
(Barcelona), Aedo (Betis); Bertolí (Valencia), Muguerza (Athletic), Lecue
(Madrid); Ventolrá (Barcelona), Luis Regueiro (Madrid), Lángara (Oviedo),
Iraragorri (Athletic) y Emilín Alonso (Madrid). Por su parte, los germanos
jugaron con Jacobs; Münzenberg, Munkhert; Janes, Goldbrunner, Gramlich; Lehner,
Szepan, Lenz, Siffling y Fath. Era destacada la ausencia de su delantero centro
Conen. El partido lo dirigió el colegiado belga, casi “eterno” con España,
Langenus. Cabe destacar que Zamora volvía al marco como portero titular, y por
última vez ya que este fue el postrero partido del “divino” con la Selección
Española tras casi dieciséis años de presencia casi ininterrumpida.
Una sombra de
equipo
Si frente a Austria había maravillado el ataque, contra
los alemanes fue un gran fracaso. Peor, aún peor, la línea media. Bertolí no
dio una a derechas y Pedro Regueiro, que le reemplazó, tampoco. En el centro,
Muguerza no cumplió lo bien que solía y se mejoró cuando salió el españolista
Solé, cuya ciencia en el pase a distancia vino bien a nuestros cerebros Luis
Regueiro e Iraragorri. Lángara no jugó bien en esta ocasión. Estuvo poco
asistido y los germanos, que aún recordaban los dos goles que les había marcado
en Colonia, le hicieron un marcaje severísimo. Pero en líneas generales, del
ataque que un mes antes había maravillado ante Austria, no quedó absolutamente
nada. El público barcelonés empujó lo que pudo, pero el equipo jugó agarrotado.
Por otro lado, la situación sociopolítica española, con
conflictos sociales a todas horas, con asesinatos y líos continuados, no era la
mejor compañía para arropar a unos hombre que, quiérase o no, tenían sus
familiares en grandes ciudades con el riesgo que ello entonces suponía. Se veía
venir, a pasos agigantados, la guerra civil.
La venganza
alemana
Alemania jugó a desquitarse de la derrota de Colonia. El
triunfo español alcanzado casi un año antes les escocía lo suyo. Esta vez
jugaron con más calma y sosiego. Sujetaron bien al ataque español, de forma
especial a Lángara. A los veinte minutos, Fath se fue de Zabalo y de Bertolí,
se acercó a Zamora y lo fusiló de cerca. A los treinta y cinco minutos, Emilín
Alonso hizo un gran centro y Luis Regueiro empató de buen disparo. Todo parecía
que se ponía a favor del cuadro español, el cual, por supuesto, tuvo una
reacción notable. Pero duró poco, porque en el segundo período Alemania hizo un
gran fútbol, mareando un poco a nuestro combinado. A los veinticinco minutos de
esa segunda parte (setenta del total) Fath volvió a cruzar un disparo que
suponía el uno a dos favorable a los teutones. La venganza de Colonia estaba
tomada. A la semana siguiente, don Amadeo García Salazar quiso presentar su
dimisión como seleccionador. No le fue aceptada. Si había sido bueno antes no
iba a ser malo después por unos resultados negativos. En reunión federativa se
le otorgaron plenos poderes y se instó que para el próximo partido en Praga
había que echar el resto.
Lángara no había anotado, pero su registro goleador
seguía siendo asombroso: Diez partidos, dieciséis goles.
Manuel SARMIENTO BIRBA.
Notas:
[1]: O, sin ir más
lejos, el siguiente partido de España, en Praga ante Checoslovaquia.
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