Seis
días después del “Maracanazo” se reunió el Congreso de la FIFA en Río
de Janeiro para elegir la sede del siguiente Campeonato del Mundo de
Fútbol. El país designado fue Suiza. La elección se apoyó en todo tipo de criterios, desde el simbólico (el L aniversario de la FIFA, con sede en el país helvético), el deportivo (su selección había participado dignamente en varias ediciones del Mundial) hasta las más prosaicas motivaciones socio-económicas (a
diferencia de sus limítrofes, Suiza había permanecido neutral y su
riqueza, sus ciudades y su economía se mantuvieron a salvo de los
embates de la guerra). Suiza disponía, además, de estadios e
infraestructuras aptas para albergar un Mundial de la época, y al ser un
país pequeño las sedes estaban muy próximas, ahorrando costes en
desplazamientos. La saneada economía suiza permitió la remodelación de
algunos estadios para acoger los partidos de la fase final que se
disputarían en Berna, Lausana, Ginebra, Basilea, Zurich y Lugano.
La participación crecía. 35 equipos disputaron la fase de clasificación. De ellos, 27 adscritos a la UEFA. La Alemania occidental participó con la selección del Sarre al margen, pero no la RDA. Como tampoco participó la Unión Soviética.
Sí lo hicieron varios países de su órbita de influencia que no habían
podido acudir a Brasil cuatro años antes: Hungría, Checoslovaquia,
Rumania... Polonia se retiró dejando campo libre a los húngaros. Como
Alemania, Japón reingresó en la FIFA aunque sucumbió en una dura eliminatoria ante otro país recientemente escindido: Corea del Sur, que fue el primer representante de Extremo Oriente que disputó la fase final.
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El durísimo Corea del Sur-Japón |
La fase clasificatoria arrojó varias decepciones. Entre ellas cabe destacar la no clasificación de Suecia (3ª en Brasil, víctima de Bélgica) y España
(4ª en Brasil, eliminada por azar tras un partido de desempate ante
Turquía). Escocia volvió a ser segunda en el Campeonato Británico tras
Inglaterra, pero esta vez decidió participar en la fase final. Brasil y
México se clasificaron sin problemas en América y Austria logró la mayor goleada de esta fase al derrotar a Portugal por 9-1.
El sistema de competición del V Mundial
volvió a cambiar respecto al anterior. Se siguió con la estructura de
grupos y liguillas pero se establecieron dos cabezas de serie en cada
grupo que no se enfrentarían entre sí. Los posibles empates se
resolverían con partidos extra. Este calendario anómalo
se mantendría en el siguiente campeonato de 1958 pero sería más tarde
desechado. Por otra parte, había otro tipo de novedades: Ya en 1950 se
estableció la numeración de los jugadores del 1 al 11. Ahora, cada jugador elegiría un dorsal que llevaría durante todo el campeonato, del 1 al 22.
Esto ayudaba a que los periodistas de países extranjeros identificaran
fácilmente a los futbolistas rivales a la hora de narrar los partidos
por la radio o escribir las crónicas. También para las primeras
emisiones televisivas en directo que se llevarían a cabo en este
campeonato.
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Brasil quería exorcizar el recuerdo de 1950 |
Brasil y Francia capitaneaban el Grupo 1º ante Yugoslavia y México. Los “plavi”
derrotaron a los franceses y se clasificaron como segundos de grupo
tras Brasil. Los sudamericanos habían realizado toda una catarsis para
enterrar el recuerdo del “Maracanazo” comenzando por cambiar su uniforme
blanco por el de camiseta blanca y pantalón azul. También llevaron a
cabo una “purga” que liquidó la generación de 1950 y dio paso a una
nueva cantera de figuras emergentes: Djalma y Nilton Santos, Didí,
Baltazar... con más humildad, volvían a aspirar al título.
En el Grupo 2º sus dos selecciones más potentes jugaron entre sí: Hungría avasalló a Corea del Sur endosándoles la mayor goleada histórica hasta la fecha: 9-0. Tras derrotar a Turquía por 4-1, los alemanes occidentales se las verían con los húngaros. El partido despertó gran expectación y se resolvió con una nueva goleada de los magiares: 8-3, con cuatro goles de su delantero Kocsis.
Hungría contaba con un equipo extraordinario cuya delantera estaba
formada por varios de los mejores delanteros de la historia de Europa:
el mencionado Kocsis más Czibor, Hidegkuti y Puskas
(futura estrella madridista). Tras la contundente goleada ante la RFA,
Hungría se confirmó como el equipo a batir, y casi como el único
candidato posible al título. La RF Alemana se clasificó goleando en el
desempate a Turquía por 7-2.
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Formación del fabuloso equipo magiar de 1954 |
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Hungría masacró a los surcoreanos |
El Grupo 3º tenía como cabezas de serie a la vigente campeona Uruguay y a una de las grandes potencias europeas: Austria.
Ambos cumplieron con los pronósticos y se clasificaron sin dejar que
Checoslovaquia o Escocia pudieran hacerles un sólo gol. En el Grupo 4º Italia volvió a saborear la hiel del fracaso tras perder ante los anfitriones suizos el desempate por la segunda plaza (4-1). Inglaterra cumplió esta vez y se clasificó primera pese a empatar con los belgas (últimos) a 4 goles.
Recuperada la fase eliminatoria, los cuartos de final
ofrecieron interesantes emparejamientos: Hungría ante Brasil, la RF
Alemana ante Yugoslavia, Austria ante Suiza y Uruguay ante Inglaterra. Hungría
derrotó a Brasil por 4-2 en un partido de extraordinaria tensión.
Varios jugadores brasileños perdieron los papeles y agredieron a sus
rivales húngaros, que respondieron. La bronca fue constante en la última
media hora de partido y arruinó lo que habría podido ser uno de
partidos más espectaculares del torneo. Por 4-2 también, pero en un
partido más apacible ganó Uruguay a Inglaterra, mientras los alemanes occidentales
resolvían ante Yugoslavia en el primero de varios enfrentamientos
mundialistas entre ambas selecciones. Austria y Suiza ofrecieron el
espectáculo que se negó a los espectadores del Hungría-Brasil. Una
sucesión de goles casi constante durante la primera mitad del encuentro
que comenzó con goleada local, remontada austríaca y sentencia final del
delantero Probst para Austria: 7-5, en que aún hoy es el partido con más goles de la historia de los Mundiales.
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Austria y Suiza marcaron doce goles en cuartos |
Las semifinales
fueron Hungría-Uruguay y RF Alemana-Austria. La primera eliminatoria se
tildó de “final anticipada” entre la actual campeona mundial y la gran
candidata a sucederla. Hungría se adelantó en el marcador por 2-0 pero
Uruguay consiguió empatar “in extremis” con dos goles de Hohberg y
forzar la prórroga. En el tiempo suplementario, dos goles de cabeza de
Kocsis otorgaban el pase a la final a los magiares y provocaba la primera derrota charrúa en una fase final de un Mundial. El enfrentamiento “pangermánico” entre austríacos y alemanes occidentales
se decidió para éstos gracias al frenesí goleador de los hermanos
Ottmar y Fritz Walter mediada la segunda mitad, con penaltis de por
medio. En la final de consolación Austria alcanzó el tercer puesto infringiendo a Uruguay una nueva derrota. En Berna se disputarían el título magiares y teutones.
Hungría
había ganado a la RFA por 8-3 días atrás, había disputado ya una final
de Mundial en 1938 y era para todo el mundo la gran candidata ante la
Alemania occidental. Dos goles casi consecutivos de Puskas y Czibor
apenas iniciado el partido invitaban a una nueva goleada húngara en pos
del título, pero antes de los veinte minutos de la final Morlock y Rahn
empataron para la RFA. Los jugadores húngaros acusaron la fatiga y las
lesiones de los partidos anteriores y se vinieron físicamente abajo
según transcurría el partido. Los alemanes, por contra, apoyándose en su
orden defensivo y en su juego colectivo, consiguieron primero contener y
luego superar a los magiares. A falta de pocos minutos para el final
del encuentro, Rahn marca un nuevo gol con un disparo cruzado que el portero Grosics no pudo atajar. A la desesperada, Puskas
empata para Hungría pero el gol es anulado por fuera de juego en una de
las primeras polémicas arbitrales de los Campeonatos del Mundo. La RFA
da la sorpresa y gana 3-2 al casi todopoderoso conjunto húngaro y se
proclama por primera vez Campeona del Mundo en lo que se dio en llamar “El Milagro de Berna”. Jules Rimet,
ya octogenario, entregó su última copa de campeones al capitán germano
Fritz Walter antes de retirarse como presidente de la FIFA. El creador
del Mundial falleció al año siguiente pero su criatura gozaba de vida
propia y de un inmejorable futuro.
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El capitán germano-occidental Fritz Walter fue paseado a hombros por el Wankdorf con la Copa Rimet |
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