El ariete
ovetense hace dos goles formidables con el equipo nacional.
La gran
victoria de la Selección Española causó sensación en la Alemania de Hitler.
El 12 de mayo estaba programado en Colonia (Alemania) el
encuentro entre los equipos de España y Alemania. Era la primera confrontación
entre ambas naciones. El “match” tenía muchísimo interés. De un lado, Alemania
llevaba una buena racha desde su espléndido papel en el Mundial de Italia
donde, al ganar a Austria, se alzó con el tercer puesto del torneo. Por otro
lado, llevaba tres victorias consecutivas fuera de territorio germano. Estaba
considerada como la segunda potencia de Europa en aquellos momentos tras
Italia. Al contrario de España, a la que el poco feliz empate a tres tantos de
una semana antes en Lisboa había frenado los ánimos.
García
Salazar recuperó a Muguerza
En Lisboa, como es sabido, don Amadeo García Salazar
había hecho debutar al medio centro Enrique Soladrero, del Oviedo. No jugó
bien, y a los siete días, en Colonia, Muguerza iba a volver al eje de la línea
de medios. Sin embargo, aparte de esta variante, el señor García Salazar se
mantuvo con el mismo equipo.
Por ejemplo: Zamora, que había sido suplente en Lisboa,
volvía a serlo en Colonia. García Salazar fue a lo claro y alineó ante Alemania
en ese 12 de mayo de 1935 casi a los mismos hombres que empataron en Lisboa
siete días antes. Nadie daba nada por nuestro equipo. Alemania estaba
convencida de la victoria, y su ariete Conen de oscurecer a Isidro Lángara.
Todo sería al revés.
El defensa alemán Münzenberg trata de huir del acoso de Lángara |
Jugaron por España Guillermo Eizaguirre; Zabalo,
Quincoces; Cilaurren, Muguerza, Lecue; Ventolrá, Luis Regueiro, Lángara,
Iraragorri y Gorostiza. Como suplentes se equiparon Zamora (portero), Areso
(defensa), Pedrol, Soladrero y Pedro Regueiro (medios) y Lafuente y Campanal
(delanteros). Alemania, por su parte, con una formación de gala: Buchloh;
Janes, Busch; Gramlich, Münzenberg, Bender; Lehner, Hohmann, Rasselnberg, Conen
y Fath. Conen era ariete, pero saldría para despistar como interior izquierda.
El belga Langenus, el eterno árbitro de los partidos de España –ya que dirigió
muchísimos a nuestro equipo- era el director de la contienda.
Conen marca,
pero Lángara responde
El estadio, abarrotado. Ochenta mil espectadores. Algunos
jugadores españoles jamás habían actuado ante tanto aficionado. Banderas con la
esvástica alrededor de todo el campo. Cuando se interpretaron los himnos,
España estuvo firme pero en posición normal. Los germanos, brazo en alto. Era
1935 y recordémoslo: en España gobernaba la República y en Alemania, Hitler
caminaba hacia el máximo poder.
Hubo un acuerdo curioso. Si se producía una indisposición
pasajera, el jugador que se ausentase podía volver de nuevo al campo,
retirándose su sustituto. Así, Quincoces y Lecue chocaron entre sí y estuvieron
ausentes unos minutos del terreno de juego. España no quedó con nueve hombres,
ni mucho menos. En esos siete minutos de ausencia Areso y Pedro Regueiro les
reemplazaron. Vueltos los titulares, los suplentes volvieron al banquillo. Era
una novedad reglamentaria que no prosperó.
Lángara ante Buchloh. La actuación del guipuzcoano causó sensación en la Alemania del III Reich |
A los once minutos de juego, Conen remató a gol un
rechace de Quincoces. España no se amilanó. Eizaguirre, atrás, paraba mucho y
bien. Quincoces era un baluarte. Cilaurren, coloso en medio campo y con él dos
interiores fuera de serie: Luis Regueiro e Iraragorri. Lángara rompía con todos
los esquemas germanos. A la hora, Lángara empataba tras un centro de Ventolrá.
El entusiasmo español fue total. Siete minutos más tarde [1], Lángara volvía a marcar de forma brillante: Ventolrá remató de
cabeza, el meta germano Buchloh rechazó en corto y Lángara, jugándose una
pierna, profundizó a la red. Era el uno a dos.
Una segunda
parte heroica
España sabía que si triunfaba se colocaba de nuevo a la
cabeza de Europa. Alemania se volcó sobre el arco español. Eizaguirre, en su
mejor partido con la Selección, lo detuvo todo. La defensa estuvo maravillosa.
En medio campo, Cilaurren estuvo impresionante. Y Luis Regueiro e Iraragorri,
sin ceder un solo minuto, acabaron con todas las esperanzas teutonas. Y, para
colofón, un Lángara que no daba un balón por perdido y que había anotado dos
goles dejando en evidencia a Conen. Al final, gran triunfo y el sensacional
balance de Lángara: Llevaba jugados ocho partidos con la Selección y ya tenía
alcanzados catorce goles. Algo inaudito.
Manuel SARMIENTO BIRBA.
Notas:
[1]: Al filo del
descanso (min. 45), según archivo de la DFB, aunque Félix Martialay corrobora
el dato (min. 37)
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