El oviedista,
con dos goles, seguía demoledor: cuatro partidos jugados, diez tantos marcados.
El penalty
parado por Zamora al brasileño Leónidas animó aún más a la Selección Española
Lograda la clasificación para la fase final de Italia don
Amadeo García Salazar, seleccionador, comenzó a trabajar para buscar el conjunto
de veintidós hombres que autorizaba la FIFA para efectuar las eliminatorias en
territorio italiano. España iba a jugar su primer Campeonato del Mundo. Y lo
primero que sufrió fue la afrenta de no ser nominada cabeza de serie. Nadie se
explicó la decisión. Las cabezas de serie fueron Italia –como organizador-,
Checoslovaquia, Hungría, Argentina, Holanda, Austria, Alemania y Brasil. España
era muy superior a Hungría, Holanda e incluso al Brasil de aquel entonces. El
sorteo emparejó a España con Brasil pero ya era sabido que si España pasaba
frente a los brasileños debería medirse al vencedor del Italia-Estados Unidos.
Mala cosa, dada la politización del campeonato y el deseo del jefe del Gobierno
italiano Benito Mussolini de que el título se quedase en el país.
El
Sunderland, equipo entrenador
El Sunderland, equipo entonces de la Primera inglesa,
vino a España. Jugaría tres partidos de preparación. En Bilbao empataron a tres
tantos. En Madrid –segundo encuentro-, empate a dos goles. Y en Valencia, el
definitivo, con victoria del Sunderland por tres a uno. Las críticas eran
feroces pero García Salazar lo que deseaba era conjuntar el equipo y que
hubiese pocas lesiones. Y ahí comenzaron sus problemas. Guillermo Eizaguirre,
meta del Sevilla, era el indiscutible suplente de Zamora, pero Eizaguirre se
rompió un brazo. Blasco -del Athletic de Bilbao- era el otro designado, pero
también sufrió problemas físicos. Salazar eligió finalmente a Nogués, el ágil
pero bajo de estatura portero del Barcelona. Ahí se equivocó porque en Italia
iban a mandar mucho la fuerza en el área y en los balones altos. El bético
Urquiaga, que estaba empezando, hubiese sido mejor. Y en el ataque también tuvo
problemas. Seleccionó a cuatro extremos, cuando con tres hubiese sido
suficiente. Dejó fuera a Larrinaga –del Racing de Santander- y a Herrerita del
Oviedo, aunque éste último también tenía problemas físicos. En fin, tras no
pocas dudas, designó a los veintidós oficiales, que fueron los siguientes:
Porteros: Zamora y Nogués
Defensas: Ciriaco, Quincoces, Zabalo y Torregaray.
Medios: Cilaurren, Muguerza, Marculeta, Pedro Regueiro,
Solé y Fede.
Delanteros: Ventolrá, Lafuente, Luis Regueiro,
Iraragorri, Lecue, Chacho, Lángara, Campanal, Gorostiza y Bosch.
Del Madrid eran cinco (Zamora, Ciriaco, Quincoces, Pedro
Regueiro y Luis Regueiro), del Barcelona tres (Nogués, Zabalo y Ventolrá), del
Athletic de Bilbao cuatro (Cilaurren, Muguerza, Iraragorri y Gorostiza), del
Español dos (Solé y Crisanto Bosch), del Sevilla dos (Fede y Campanal), y uno de
estos equipos: Valencia (Torregaray), Donostia (Marculeta, luego al
Atlético de Madrid), Deportivo de La Coruña (Chacho, luego al Atlético
también), Oviedo (Lángara) y Betis (Lecue, al Madrid al año siguiente)
Concentración
en Rapallo
El cuadro viajó en el buque “Comte Biancamano”. Fue baja
Pedro Regueiro por problemas de estudios y les acompañó en el viaje como
turista –costeado el desplazamiento por el Sevilla- Guillermo Eizaguirre. Se
instalaron en Rapallo, una hermosa playa cercana a Génova. En la capital de
Liguria se celebraría el partido ante Brasil. Se efectuó el mismo en el estadio
Marassi. Todo el campo fue partidario de los brasileños porque sabían que el
ganador se mediría a Italia, favorita ante USA. Temían a España, pese a no ser
cabeza de serie. Pero de nada valió el apoyo popular. España jugó
maravillosamente y en la primera parte dejó fuera de combate a Brasil.
Iraragorri, colosal todo el partido, hizo el primero de penalty [1]. Y Lángara –siempre Lángara-
marcaría los dos siguientes. El primero a centro de Gorostiza y el segundo tras
un gran pase de Lecue. En las gradas cundió el pánico. El equipo de España era
colosal.
Los brasileños sacaron su amor propio en el segundo
período. Y atacaron como fieras. A los diez minutos, el gran goleador Leónidas
marcaría para los sudamericanos.
Esto los anima más. Poco después, penalty contra España. Quedaba aún media
hora. De marcar los brasileños podía llegar el empate. Lo tiró el formidable
Leónidas. Ante el asombro de todo el campo, Zamora, en una parada prodigiosa,
detuvo el lanzamiento. Esto desanimó a Brasil y animó a los españoles. Zamora
paró todo lo que le enviaron. Quincoces estuvo colosal e Iraragorri se hizo el
amo del medio campo. Lángara traía en jaque a la defensa brasileña, temerosa de
que les hiciese un tercer gol que hubiese supuesto el cuatro a uno. El alemán
Birlen, árbitro del partido, lo dio por finalizado. Felicitó personalmente a
Zamora, Iraragorri y Lángara por su partido. Habían jugado, especialmente los
dos delanteros, de manera perfecta.
Remate de cabeza de Lángara en el segundo tiempo |
Así formaron los equipos: Por España: Zamora; Ciriaco,
Quincoces; Cilaurren, Muguerza, Marculeta; Lafuente, Iraragorri, Lángara, Lecue
y Gorostiza. El doctor Salazar había dejado fuera a Luis Regueiro, prefiriendo
en la derecha a Iraragorri, pero el flojo encuentro de Lecue le hizo cambiar al
partido siguiente situando al mayor de los Regueiro en la izquierda del ataque.
Por Brasil: Pedrosa; Sylvio Hoffman, Luz; Tinoco, Martim, Canalli; Luizinho,
Waldemar, Armandinho, Leónidas y Patesco [2].
Una jornada gloriosa para España. Lángara seguía con su
sensacional balance: cuatro partidos jugados, diez goles.
Manuel SARMIENTO BIRBA
Notas:
[1]: Ese gol de
penalti de Iraragorri supuso el primer gol marcado por la Selección Española en
una fase final de Mundial, ya que era el partido de debut.
[2]: Félix
Martialay, “Todo sobre la Selección Española” (2006) –Bien por razones de espacio del artículo o por descuido la alineación
brasileña no aparece en el artículo original-
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