Antes de
escribir sobre partidos, eliminatorias, jugadores, sedes, grupos, mascotas,
estadios, árbitros y demás he creído adecuado comenzar la serie contando a
grandes rasgos la historia del nacimiento del Campeonato del Mundo de Fútbol. Para
que el primer balón del primer partido del primer Mundial comenzara a rodar se
acordaron muchos términos, se convenció a muchas voluntades reticentes y hasta la
casualidad interpretó un papel decisivo. El empeño personal del presidente de
la FIFA de aquel entonces -Jules Rimet- y el apoyo oportuno de directivos,
federaciones, gobiernos e instituciones hicieron posible la celebración del
primer campeonato en 1930.
La aspiración de la FIFA (siglas en inglés de “Asociación de Federaciones Internacionales de
Fútbol”) de organizar un campeonato mundial entre sus federaciones
integrantes es tan antigua como ella misma. Durante los primeros años del siglo
XX la idea se plasmó en sucesivos proyectos que por una u otra razón terminaban
en vía muerta. Los grandes problemas logísticos con los que tropezaban los primeros
partidarios del campeonato mundial eran, por un lado, la enorme distancia
existente entre las dos regiones del orbe futbolísticamente más potentes
(Europa y Sudamérica) por aquel entonces sólo salvable gracias a largos viajes
marítimos. Además, los gastos que las federaciones organizadoras deberían
asumir tanto en infraestructuras y/o comunicaciones como en el acomodo durante
varias semanas de las delegaciones extranjeras, prensa, aficionados y demás se
suponían prohibitivos.
Jules Rimet |
La llegada a la presidencia de la FIFA del francés Jules
Rimet en 1921 supone el impulso definitivo al campeonato del Mundo. Muchos
señalaron que la gran tarea de su gestión sería recuperar a las federaciones
británicas –que se dieron de baja en la FIFA ese mismo año-, pero Rimet se
volcó en primer lugar sobre la causa de la creación y organización del primer
Mundial.
Con el COI hemos topado
Por aquel entonces ya se disputaba entre países
sudamericanos la Copa América
(Primera edición en 1917), así como el campeonato
británico (ajeno a la FIFA en ese momento). Lo más parecido a lo que
debería ser ese hipotético campeonato mundial era la competición olímpica. En el mismo congreso que
elevó a Rimet a la dirección de la FIFA se aprobó el reconocimiento del
campeonato olímpico de fútbol como Campeonato
del Mundo Amateur. Era una plataforma ideal sobre la que construir el
futuro. Pero la cuestión del profesionalismo supuso el gran e insalvable escollo
entre la FIFA y el COI (o CIO). En aquellos años veinte se estaba produciendo la
evolución del futbolista aficionado
(que practicaba el fútbol sin exclusividad y sin cobrar –o recibiendo una
cantidad pequeña o simbólica-) en futbolista profesional (de dedicación exclusiva y con sueldo). Y uno de los
pilares irrenunciables del COI era precisamente el amateurismo. Y aún lo sería hasta la época de Samaranch. Para
el Movimiento Olímpico, la cuestión de la profesionalidad en el deporte era un principio
ético esencial.
Durante los campeonatos olímpicos de fútbol de
Entreguerras los casos de participación de futbolistas y/o selecciones profesionales fueron crecientes, y pese
a que la popularidad del balompié le convertía en una de las estrellas del
programa los directivos del COI se echaron las manos a la cabeza ante tal
flagrante infracción de la Carta Olímpica. En los Juegos de Amsterdam de 1928
esta cuestión se exacerbó. La consiguiente exclusión del fútbol para los JJOO
de 1932 en Los Ángeles fue la consumación del desencuentro FIFA-COI.
Grabado de la selección uruguaya bicampeona olímpica en Ámsterdam 1928 |
Había que organizar un campeonato al margen de los Juegos
Olímpicos sin esa restricción para profesionales, y la FIFA de Rimet asumió el
reto de la creación de un nuevo
torneo. Los problemas logístico-económicos de los anteriores intentos seguían
ahí. En 1927 Charles Lindbergh cruzó
el Atlántico sin escalas, pero pasarían varios años antes de la proliferación
de rutas aéreas regulares entre Europa y América. Se sugirió entonces un
campeonato estrictamente europeo a la imagen de la Copa América, y un
enfrentamiento final entre sus campeones, pero Rimet quería incluir a
federaciones de todo el mundo y la idea se rechazó.
Un francés y un uruguayo
Enrique Buero |
En 1925 tiene lugar un encuentro casual que inició la
construcción del campeonato soñado. En Ginebra (Suiza), Jules Rimet conoce a Enrique Buero, embajador uruguayo en Bélgica
y a la sazón entusiasta del fútbol. El dirigente francés y el diplomático
uruguayo pusieron en común sus ilusiones personales sobre la celebración de un
campeonato mundial. Buero participó a Rimet el interés del gobierno de Uruguay
en organizar el proyectado evento, asumiendo sus gastos. Uruguay era la gran potencia futbolística sudamericana de la época,
y en 1924 y 1928 su equipo se coronó como campeón olímpico. En el Congreso de
la FIFA en Zurich (1927), Rimet
encargó el proyecto de campeonato a una comisión compuesta por cinco delegados
(El alemán Linnemann, el austríaco Meisl, el italiano Ferretti, el suizo Bonnet
y el francés Delaunay –futuro impulsor de la Eurocopa-) que presentó su informe
en el posterior Congreso de Helsinki.
En el Congreso de
Ámsterdam (26 de mayo de 1928) se acordó por mayoría abrumadora (23/26) la
organización de un Campeonato Mundial. En sucesivas reuniones habidas en las
ciudades suizas de Zurich y Ginebra se diseñó el formato original del torneo, la
periodicidad cada cuatro años al modo olímpico, y distintos detalles sobre su
organización y financiación. Finalmente, el 18 de mayo de 1929 se resolvería la
última incógnita. En el XVIII Congreso
de la FIFA en Barcelona, que
coincidía con la celebración en la capital catalana de la Exposición Universal,
se decidiría la sede de la primera edición del nuevo Campeonato del Mundo.
Foto de grupo del Congreso de Barcelona (1929) |
La elección y sus reacciones
Habían presentado sus candidaturas cinco federaciones europeas:
España, Holanda, Hungría, Italia y Suecia, más Uruguay por Sudamérica. España e Italia parecían contar con más opciones pero
Uruguay gozaba de la discreta simpatía de Rimet. La inauguración del Estadio de
Montjuic días atrás había servido como elemento propagandístico en favor de la
candidatura hispana. Los italianos contaban con una gran infraestructura y el
apoyo decidido del gobierno de Mussolini.
Hungría siguió adelante con su candidatura pero no Suecia y Holanda, que
retiraron la suya en favor de la italiana. Uruguay se mantenía como opción
residual, con el aval del prestigio de su selección bicampeona olímpica, pero
con el peso negativo de su lejanía con respecto a las otras sedes futuribles.
Curiosamente, fue el discurso del delegado argentino Adrián Béccar Varela el que disparó las opciones uruguayas. Su apoyo
entusiasta a la candidatura de Uruguay provocó la retirada primero de la
candidatura húngara y después de la italiana. Finalmente, el representante de
la RFEF Julián Olave, apelando al
fraternalismo iberoamericano, comunicó la retirada de la candidatura española
en pro de la charrúa. Uruguay fue proclamado
como sede del I Campeonato del Mundo de Fútbol en un ambiente de euforia.
Vista aérea del Estado del Centenario |
Euforia que chocó con la realidad cuando los delegados
regresaron a sus países. Las federaciones europeas rechazaron la elección de
Uruguay por su lejanía. No estaban dispuestas a enviar a sus jugadores a un
largo viaje por mar rumbo a un país remoto. El plazo de inscripción se cerró sin una sola federación europea inscrita. Sólo
gracias a una intensa campaña de convicción, las legaciones uruguayas en Bélgica, Yugoslavia y Rumania
consiguieron arrancar el plácet de sus federaciones. Jules Rimet, apesadumbrado
con la idea de que su país no estuviera presente en la primera edición del
campeonato que tanto le había costado organizar, tuvo que arrastrar a los franceses
a Uruguay. A estas delegaciones les aguardaba un viaje en transatlántico de más
de dos semanas hasta Montevideo. Uruguay, por su parte, realizó un gran
esfuerzo para preparar la organización del campeonato. El más visible fue la construcción
del Estadio del Centenario, un
grandioso recinto deportivo con capacidad para 100.000 espectadores cuya
inauguración estaba prevista para conmemorar durante el Mundial los cien años
de independencia charrúa de su metrópoli española el día 18 de julio de 1930. Cuando
llegó la pobre representación europea, los uruguayos echaron en falta sobre
todo a dos países en los que la mayoría de su población hundía sus raíces
genealógicas: España e Italia. La doliente respuesta sería el boicot uruguayo a los siguientes
mundiales en Europa.
Trece selecciones
tomaron parte en el I Campeonato del Mundo de Fútbol en Uruguay. La anfitriona
más las también americanas de Argentina, Brasil, Bolivia, Brasil, Chile,
Estados Unidos, México, Paraguay y Perú, con Bélgica, Francia, Rumania y
Yugoslavia representando al continente europeo. El éxito con el que se cerró el
primer Mundial se extendió en los sucesivos. Para participar en la próxima fase
final en Brasil en el presente año 2014 han competido 203 selecciones.
Nota previa final
Como era de temer no he tenido tiempo para publicar -según mi deseo- el documento exhaustivo de las fichas y datos de los partidos de los Mundiales antes de la cita de Brasil. Un plan tan ambicioso precisa de mucho tiempo de trabajo y de dedicación casi exclusiva de mi tiempo de ocio, así que me veo obligado a posponerlo “sine die” y apuntarlo en mi lista de tareas a medio plazo. No obstante, en cuanto lo haya preparado (datos de Brasil 2014 incluidos), lo publicaré en el blog y en Scribd.
Interesante reseña del mundial,estoy buscando todo lo relacionado del futbol para una tarea de mi hijo, desde el primer mundial hasta ahora, tengo más información del nuevos mundial con las fechas de partidos mundial de rusia 2018 y todo los grupos de la selección.
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