Michu, anoche, peleando con la nutrida defensa bielorrusa |
Este es su carrera profesional resumida, con especial atención a su famoso
no-fichaje por el equipo rojiblanco.
Michu es el primer
fruto de la cantera oviedista surgido tras la catástrofe de 2003 que hundió al
Real Oviedo en Tercera división. Representa simbólicamente algo parecido a la
escena bíblica del primer ramo de olivo brotado tras el diluvio universal. Su debut tuvo también rasgos de esperanza
y salvación, ya que saliendo del banquillo marcó a falta de diez minutos el gol
de una sufrida victoria local ante el Siero el día 26 de octubre de 2003,
seguido de un nuevo gol ante el Condal casi un mes más tarde, que fue además el
primer gol oviedista tras la muerte en accidente de tráfico de Armando Barbón, uno de los jugadores de
la primera plantilla que habían dado el precipitado pero imprescindible salto
de madurez en pretemporada para que el Real Oviedo pudiera iniciar la
competición.
A punto de saltar al césped en uno de sus primeros partidos |
Desde el primer momento, el juego vertical de Michu
recibió el aplauso de la grada, que le adoptó entre sus ojitos derechos junto
al carismático Diego Cervero. En
aquella primera temporada, con sólo 17 años, entró en la dinámica de rotaciones
de Antonio Rivas hasta que una lesión de ligamentos le apartó durante unos
meses de la competición. Volvería la temporada siguiente, aún en Tercera,
cobrando mayor protagonismo en la segunda mitad de campaña. En el único partido
de la fase de promoción de ascenso que disputó marcó de falta el primero de los
cinco goles que sellaron el éxito en Ávila.
Algunos aficionados le emparentaban con Jokanovic
-el mediocentro del Real Oviedo de Antic en los noventa- por su elevada
estatura física, su posición en el campo y su capacidad para el remate llegando
desde la línea medular. Sus actuaciones en el Real Oviedo le valieron sucesivas
convocatorias de la Selección Española
sub-17 y sub-19
Ya en Segunda B
y ascendido a vicecapitán del equipo se asentó como titular desarrollando sus
facultades físicas ante unos rivales que practicaban un fútbol rudo y de
contacto sin perder por ello su innata calidad. Comenzó a llamar la atención de
varios clubes en Primera y Segunda división y, de hecho, se decía que había
rechazado una oferta del Real Madrid
tras conseguir el ascenso porque quería seguir jugando en Oviedo. En aquella
temporada 2005-06 no se alcanzó la fase de ascenso. El cambio de entrenador y
la nueva directiva significaron la liquidación casi total de la plantilla
heroica de 2003, de la que quedaron como únicos representantes Michu y Jon Carrera. La nueva plantilla no respondió a las expectativas y
el equipo se sumergió en la clasificación hasta naufragar en el hito deportivo
más negativo del club azul: el descenso deportivo a Tercera. Fue entonces cuando Michu, que había dejado pasar varias
oportunidades de probar fortuna en canteras de equipos mejor situados, decidió
llegado el momento de abandonar Oviedo. Tras 13 goles en 95 partidos de liga, y
16 goles en 107 partidos oficiales en total, el canterano oviedista decide
hacer las maletas rumbo a Vigo. En el RC
Celta comenzó desde abajo, jugando en el filial, aunque sus buenas
actuaciones y la mala racha del primer equipo le abrieron la puerta del Celta
de mayores antes de finalizar aquella campaña.
Los últimos internacionales oviedistas: Adrián y Michu |
Con el tiempo, Michu supera sus problemas físicos –en
parte derivados de la consolidación de su complexión al llegar a la veintena,
etapa especialmente sensible para jugadores altos- y alcanza protagonismo y
titularidad en el equipo celeste. Cuaja notables actuaciones que vuelven a
despertar el interés de equipos de Primera división. Sin embargo, el club
gallego no termina de levantar cabeza y coquetea con los puestos de descenso a
Segunda B. En esa situación, con Michu convaleciente de un esguince, llega una importante
oferta económica por él en el llamado “mercado de invierno” que en principio
sólo puede aceptarse... o rechazarla por no creérsela. La realiza un equipo que
milita en Primera división, pero no es un equipo cualquiera sino el eterno
rival del club de origen de Michu: el Sporting
de Gijón.
El inolvidable Manolo
Preciado, técnico del Sporting en aquella época, insiste vivamente en el
fichaje de Michu para suplir la marcha de Míchel
(jugador “fugado” de la disciplina oviedista a la sportinguista en juveniles)
al Birmingham City. La dirección deportiva a cargo de Emilio de Dios pone a funcionar su maquinaria tanto en los
despachos como en los medios de comunicación para presionar al jugador y
obligarle a firmar. El silencio que Michu guardó en aquellos días de mediados
de enero de 2010 fue interpretado y malinterpretado por unos y otros. Se ofreció
al Celta una importante suma de dinero y a Kike
Mateo como intercambio, y Emilio de Dios –o alguien de su confianza-
ofreció el oro y el moro a los representantes de Michu (su padre y su hermano
Hernán) para que aceptara la oferta sportinguista. Al tiempo, en la prensa
regional se repite una y otra vez que el futbolista está virtualmente fichado y
que sólo faltan los famosos “flecos”. Que todo está hablado y que sólo falta la
rúbrica de Michu en el folio del contrato. Y que todo el mundo –desde la directiva
hasta la afición- está de acuerdo en contratarle.
Pese a lo que en la prensa se afirmaba, la posibilidad
del fichaje de Michu por el Sporting unió en la suspicacia a oviedistas y a
sportinguistas. A aquellos, porque el fichaje de un jugador azul por el eterno
rival es sinónimo de alta traición,
y de quien menos esperaban algo similar los aficionados azules era precisamente
de Michu. A los del Sporting les ofendía la idea de que un oviedista confeso vistiera
la camiseta rojiblanca, aún cuando varias figuras históricas del equipo habían
sido previamente rechazadas por el Real Oviedo al que entonces seguían (Quini,
Villa...) o habían huido del barco que se hundía en Tercera encontrando acomodo
en su cantera (Jairo, Míchel...).
El fotomontaje que circulaba por entonces |
Lo que alimentó el llamado “Caso Michu” fue el
silencio del jugador. Bien por timidez, bien por no querer quedar mal con
nadie, bien por dudas, el jugador no abrió la boca ni en los días previos ni en
los días sucesivos. Dudas, sí,
porque humanamente pudo haberlas. El fiel de la balanza se movía entre aceptar
una oferta que triplicaba su sueldo, que permitía el acercamiento a su casa –a familiares
y amigos- y que le ofrecía una puerta fácil para entrar en Primera división...
o rechazarla, mantener el aprecio de una afición de la que él mismo formaba
parte y responder al sentido de pertenencia y representación de una ciudad y de
unos colores intrínseca desde tiempos remotos a la historia del deporte. El
entorno familiar de Michu se veía igualmente sumido en dudas, pese a que desde
Mareo se difundía la especie de que la propia familia del futbolista era la
avanzadilla del “lobby”
sportinguista.
Los días pasan y la impaciencia
cunde en Gijón. El Sporting se ve en la necesidad de incrementar su presión
ante la falta de respuesta oficial del jugador, otorgándole un plazo hasta el sábado 16 para aceptar su oferta. También
se intensifica el “agitprop” gijonés con titulares belicistas que parecían
pelearse entre sí por dar la primicia del fichaje: “Michu se rinde al Sporting” afirmaba uno de ellos. En la era del
fotomontaje digital circulaban fotos de Michu con la camiseta rojiblanca. Las
redes sociales ardían con mensajes incendiarios de aficionados de un lado y del
otro de la trinchera. Un mensaje de móvil atribuido a Michu que aseguraba a un
amigo que la decisión estaba ya tomada y que le pedía respeto y comprensión
colapsó aquella tarde de sábado la red en Asturias. A primera hora de la tarde
casi todo el mundo daba por consumado
el fichaje, la claudicación o la traición. En Oviedo y en Gijón Torquemadas de
nuevo cuño encendían sus hogueras dispuestos a quemar –simbólicamente- a Michu.
A las 17:27 horas del sábado 16 de enero de 2010 el Sporting publicó una breve
nota en su página web que apagó las hogueras en las calles y encendió las de los
despachos de Mareo y de no pocas mesas de redacción:
“El fichaje de Michu, desestimado”
“El Real Sporting de Gijón desestima la opción de fichar a Michu. El club
rojiblanco ha tomado esta decisión ante la falta de una rúbrica definitiva a
las negociaciones que se consideraban culminadas por todas las partes, y con el
ánimo de valorar las posibles incorporaciones al equipo gijonés.”
En medio de la tormenta de comentarios a favor y en
contra de la decisión de la directiva gijonesa se elevó la voz de cierto
periodista de influencia en el mundo sportinguista que con la mano en el pecho
proclamó la siguiente sentencia: “Michu
ha dejado pasar el tren de Primera”. Una frase que hoy sorprende y deja en
evidencia a su autor. Como en la fábula de la zorra y las uvas el periodista Manuel Rosety, que había defendido en
días anteriores la utilidad del jugador para el Sporting se lanzó a la yugular de
Michu y de su progenitor, tachando al deportista de cobarde y de falta de
personalidad por ceder a las coacciones de los ultras oviedistas, y a su padre
de deshonesto por faltar a su palabra dada. Los días siguientes se convirtieron en una retahíla de comentarios y de
actos de contrición sobre el desmedido papel que los hinchas de uno y otro club
habían interpretado como corifeo en el fichaje frustrado de Michu por el
Sporting coincidiendo en que mal van las cosas si la “turba” toma decisiones en
los despachos. Los mismos que habían adelantado el fichaje de Michu en primicia
mostraban su desconcierto porque no alcanzaban a comprender cómo alguien podía
anteponer una pancarta de agradecimiento de un grupo hincha a la oportunidad
única de jugar en Primera, cobrando además un buen sueldo. Articulistas de
sangre azul como Pedro Zuazua
subrayaban que en los tiempos del hiperprofesionalismo futbolístico Michu había
dado una lección magistral titulada “no todo vale”. Mientras tanto, la
parroquia sportinguista respiraba aliviada por no encontrar a un oviedista
entre sus jugadores. Y los oviedistas, además de conservar un aprecio enorme
por el jugador, ganaban un símbolo autóctono de la lucha contra los designios
del fútbol moderno que en su día habían arrojado al Real Oviedo a las tinieblas
de la Tercera división.
Días después de aquel fatídico sábado 16 de enero Michu rompió su silencio para contar –al fin-
su versión de los hechos: En pocas palabras, agradeció a Manolo Preciado su
interés por él, subrayó el significado que para él tenía que el máximo rival
quisiera ficharle, y que en realidad nunca se había visto vestido de rojiblanco,
que tenía muy claro que por respeto al Real Oviedo y a su afición –de la que se
sentía miembro- sabe que hay puertas que tiene cerradas y que nunca sería feliz
en Gijón. Prefirió ser honesto con todo el mundo, y en primer lugar consigo
mismo, antes que engañar o engañarse.
Celebrando un gol con el Swansea City |
En mi opinión –en línea con la de otros muchos- todo se
habría solucionado con un “no” en el primer capítulo del culebrón, aunque no
soy quien para entrar a juzgar los motivos de que no se pronunciara a tiempo la
palabra mágica. Quizás el propio Michu se dio cuenta de ese error y por ello
depuso de sus labores de representación a su padre y a su hermano, confiando
desde entonces esta labor a profesionales. La realidad fue la que fue y Michu dijo
“no”, aunque fuera al cabo de varios
días que llenaron de incertidumbre a los aficionados de los dos grandes equipos
asturianos. El tiempo fue cambiando las piezas de lugar, y aquel Michu que jugaba en un Celta en Segunda
división sin aspiraciones inmediatas de subir debutó anoche con la Selección
Española, previo paso por Primera división española como jugador del Rayo
Vallecano y de la Primera división inglesa enrolado en el galés Swansea City.
Mientras, aquel Sporting que jugaba
la baza de su militancia en Primera división y una cuantiosa oferta económica para
convencer al reacio futbolista, lleva tres temporadas jugando en Segunda y vive
económicamente ahogado por múltiples deudas, soñando con un ascenso salvador
que cuadre sus números. Las vueltas que da la vida...
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