En una entrevista previa al partido de vuelta concedida
aún en Oviedo, Javier Irureta mostraba su preocupación por el esperado arranque
en tromba de los genoveses y por el detalle de disputar el partido con el balón
propio del club genovés (en aquel entonces
los equipos italianos disponían de un balón personalizado con sus propias
medidas y peso que ponía en juego el equipo local, y esta prerrogativa de la
Serie A fue mantenida en la UEFA durante años quizás por el poder ejercido por
su ex-secretario general Artemio Franchi y su “lobby”). Asimismo, avanzó
que la meta oviedista sería marcar al menos un gol, lo que forzaría a los
genoveses a marcar tres goles para clasificarse. Y si de algo podía presumir
aquel Real Oviedo de Irureta era precisamente de seguridad defensiva. Jabo
Irureta hizo hincapié en resistir los primeros veinte minutos de cada tiempo
sin encajar gol como la clave para pasar a dieciseisavos.
Por su parte, los genoanos se mostraron convencidos de la
remontada y todo el mundo se involucró para conseguirlo. Desde los jugadores
(espoleados por su presidente Aldo Spinelli) hasta los hinchas, que prepararon
tifos especiales para el partido de vuelta. La prensa local recibió al Real
Oviedo entre el respeto de algunos medios y la displicencia de otros. Se
bautizó al equipo azul como “Lacatus y Cía.” y se puso al rumano en el centro
de las dianas italianas. La realización televisiva de la RAI mantenía la
vistosa infografía mostrada en el reciente Mundial y respetó el nombre del
equipo “R. Oviedo” aunque mostró en su lugar una bandera a cuadros índigos y
celestes en lugar de la tradicional mitad azul mitad blanca, y sin escudo. Como
si se tratara de un equipo desconocido o improvisado. Todos en Italia daban por
hecha la remontada rossoblù, pero el Real Oviedo iba a demostrar que la cosa no
les iba a resultar nada sencilla.
El escenario: Luigi Ferraris genovés |
1.500
Para dirigir este encuentro se designó al colegiado
alemán Aaron Schmidhuber, también mundialista como Fredriksson, y también
situado bajo el ojo de la sospecha. Su nombramiento despertó recelos entre los
oviedistas pues se recordaba su actuación en la eliminación española ante
Yugoslavia en el Mundial de 1990. El desplazamiento de hinchas genoveses a
Oviedo no sería correspondido de igual forma, y gran parte de la culpa se puede
achacar a la diferencia de nivel adquisitivo. Cabe recordar que el primer
acompañamiento masivo de hinchas españoles con la Selección o con clubes
españoles en finales europeas no tuvo lugar hasta varios años después. Unos mil
quinientos oviedistas viajaron a Génova a acompañar al Real Oviedo en su primer
partido oficial internacional fuera de España. La fecha era el jueves 3 de
octubre. El escenario era el vetusto Luigi Ferraris, el estadio en el que la
Selección Española había debutado en fase final mundialista casi sesenta años
antes con un 3-1 sobre Brasil y dos goles del ariete oviedista Lángara.
En el capítulo de bajas y cambios Irureta dio entrada a
Rivas, recuperado de su lesión, y a Sañudo en lugar de Luis Manuel. Jankovic,
que había manifestado en privado que si no se vestía de corto esa tarde se
retiraría del fútbol (sic) se quedó sorprendentemente fuera de la convocatoria.
Los genoanos recuperaban a Branco, y en él apoyaron muchas de sus esperanzas
para la remontada. Por contra perdían a su flamante internacional Eranio y a
última hora a Onorati, lesionado en el entrenamiento matinal. Fiorin entró en
el once de Bagnoli en su lugar.
El tifo que acompañó la entrada de los equipos al césped
del casi atiborrado Luigi Ferraris fue otro alarde del poderío del fenómeno
ultra transalpino. A una gigantesca pancarta mostrada en la tribuna que rezaba
“Forza Genoa” se sumó el fondo de los “grifoni” con unas letras que formaban la
palabra “EuroGenoa” emergiendo de entre un bosque de bengalas. Tan a derroche
fue el empleo de estos elementos después oficialmente prohibidos que la niebla
resultante del humo de bengala cubrió el estadio durante casi un cuarto de
hora, y demoró unos minutos el inicio del choque.
“Skuhravy’s
show”...
Como era de esperar, el Génova tomó el control del
partido y dispuso de mucha posesión de balón aunque el Real Oviedo se defendió
bien y cortó varias internadas genoanas. Lo malo es que los azules perdían el
balón después con suma facilidad provocando nuevas intentonas genovesas, aunque
los italianos no crearon verdadero peligro hasta el fatídico minuto veinte.
Branco centró desde la izquierda y Skuhravy cabeceó en el área. Con la
oposición de Jerkan, no pudo dirigir el balón a puerta pero sí a un costado
donde llegó Pato Aguilera. El uruguayo intentó un chut a la media vuelta
bombeado que significó otro centro a la cabeza de Tomás Skuhravy quien (esta
vez libre de marca por un malentendido entre Jerkan, Gorriarán y Rivas) cabeceó
a gol ante la salida de Viti. El 1-0 empataba la eliminatoria y fue festejado
por los genoveses como la madre de todos los goles. Era el primer gol de la
temporada 1991/92 del ariete checoslovaco.
Skuhravy marca el 1-0 |
Poco después se rozó la tragedia en una jugada similar.
Ante la indecisión de la defensa carbayona, Branco se planta al borde del área
y bombea al segundo palo donde no será Skuhravy sino Aguilera (que no llegaba
al 1.70m) quien cabecearía con peligro a la portería defendida por Viti. El
portero pruviano tuvo que emplearse de nuevo para abortar dos nuevos remates de
Skuhravy. Uno de cabeza y otro subsiguiente de derecha en el rechace. De pronto
cambió la tendencia y los oviedistas se asentaron al fin sobre el césped del
barrio de Marassi. Pasada la media hora de juego llegó la primera oportunidad
oviedista, una gran ocasión que comenzó por la izquierda con una jugada de
Rivas y Elcacho que centró a Carlos, y el escorado centro-chut de éste estuvo a
punto de ser rematado en el segundo palo por Lacatus. Fue el aviso de lo que
iba a llegar minutos después.
Mosaico de capturas del gol del empate, obra de Carlos |
Carlos corre ante los genoanos. Tras él, Schmidhuber |
...o “La Noche
de Carlos”
Minuto 37. Ferroni cede un balón a Ruotolo en la banda
derecha que el medio genoano no llega a evitar que salga fuera de banda. Por la
inercia, Gennaro Ruotolo vuelca sobre la valla publicitaria y se hace una
brecha en la cabeza. El saque de banda deriva en una jugada de Berto por la
izquierda que centra de tacón a Rivas. El rubio lateral izquierdo bombea al
área y Braglia salta a por el esférico. Pero en su caída con el balón en las
manos tropieza con Signorini y el balón cae rodando suelto frente al punto de
penalti donde casualmente se hallaba Carlos. El hombre-gol oviedista sólo tiene
que chutar a puerta vacía para empatar el partido y volcar la balanza del lado
español. El Luigi Ferraris enmudeció y durante unos segundos sólo se escuchó a
los 1.500 oviedistas en la cercana esquina de la grada, a varios comentaristas
radiofónicos españoles cantando el gol, y a lo mejor a alguno de quienes nos
quedamos en España. Sin ir más lejos, mi
alarido solo sería superado en decibelios muchos años después con el gol de
Iniesta.
El Génova quedó en estado de shock mientras el Real
Oviedo pasó a dominar la posesión de balón. Nada más reseñable ocurrió de ahí
al final de la primera mitad, pero como involuntariamente predijo el
comentarista Juan Carlos Rivero cuando devolvió la conexión hasta la segunda
parte “todo puede pasar”. Lejos estábamos de imaginarnos, los unos y los otros,
todo lo que iba a ocurrir.
De nuevo el Génova al ataque en tromba para empezar. Una
peligrosa falta de Branco desviada a corner con apuros por Viti, y un chut en
reverso de Caricola que lamió la escuadra contraria provocaron la taquicardia
azul. Al cuarto de hora de la segunda parte se producirían hechos decisivos.
Para empezar, los oviedistas dispondrían a la contra de otra gran ocasión. Un
centro cruzado de Zúñiga a la izquierda es chutado por Carlos prácticamente
solo al borde del área. El disparo impacta en el muslo del advenedizo Torrente
y toma un efecto que está a punto de superar a Braglia, quien se esmera para
evitar el 1-2 forzando un corner. El saque de esquina botado por Lacatus (al
rumano le caía de todo cuando se arrimaba a la grada como en esos casos) es
defendido por los genoveses pero en la salida un mal pase de Torrente a Ruotolo
es interceptado por Berto, que se planta veloz en el área. Signorini viene
desde atrás y le derriba. El penalti es claro, y más cuando la repetición
demuestra que el capitán rossoblù no tocó el balón en su falta al capitán azul.
Pero Schmidhuber se inhibe y no sanciona la jugada.
Schmidhuber,
ese hombre (Y “lo” de Lacatus)
El alemán venía realizando un arbitraje notablemente
casero, aunque parco en tarjetas. Muy quisquilloso con las faltas de los
oviedistas y muy permisivo con las infracciones locales. Pero el colmo vendría
instantes después de lo de Berto. Recuperado el balón tras el saque genovés, Lacatus
controla el balón en el círculo central y es derribado en falta por Torrente,
quien recibe una tarjeta amarilla. La alevosa entrada del defensor genoano
provoca una tángana entre jugadores locales y oviedistas. Cuando el plano de la
TV se centra aún en esas disputas aparece en pantalla Schmidhuber enseñando la
tarjeta roja hacia abajo, donde yace caído Lacatus.
Primero pensé que se trataba de la expulsión del doctor
Llavona o el masajista (¿?) pero después se confirma la expulsión del rumano.
La muestra de la tarjeta roja indigna a los hombres de Irureta provocando una
de las imágenes del encuentro: Carlos abandonando la melé y diciendo con
incrédula risa “¡Qué arbitro!”. La otra gran imagen será la marcha de Marius
Lacatus del terreno de juego, su queja por el lanzamiento de objetos, su
petición de que saquen la lona protectora para entrar a vestuarios, la llegada
de Branco que quiere llevarse a rastras a Lacatus al vestuario, la llegada de
Gorriarán y Carlos para defender a su compañero, la posterior trifulca en la
banda mientras sacan la lona finalmente, y el empujón del linier a Lacatus (¿?)
al enfilar el túnel de vestuarios. 25 años después aún me sigo preguntando por
qué Schmidhuber expulsó a Lacatus (cuál fue la causa objetiva de la tarjeta roja directa) sin observar siquiera la corrección de
esperar a que se incorporara. En las entrevistas que concede a la prensa local
durante sus visitas a Oviedo Lacatus siempre se autoinculpa pero aún hoy sigo
sin respuesta a esta interrogante.
Secuencia de la polémica expulsión (y salida del campo) de Lacatus |
La expulsión de Lacatus desnivela el partido en pleno
dominio azul y lo convierte en un monólogo genoano en pos de los dos goles
necesarios para la clasificación. Todavía habría momento para una última
oportunidad oviedista con una falta botada por Bango, pero de ahí al final el
partido se convierte en un acoso continuo de los genoveses a la portería
carbayona. Irureta da entrada a Paco y a Viñals buscando mantener la posesión
pero sustituye a Carlos, dejando sin referencia ofensiva al Real Oviedo. En
consecuencia, los italianos se lanzan con todo para adelante sin temor a ser
sorprendidos. Este error pudo ser clave.
Acoso y
derribo
El monólogo rossoblù comienza con Viti repeliendo un duro
trallazo de Branco. En el corner posterior, tras una sucesión de intentonas
locales que incluyen un “piscinazo” de Skuhravy, el balón llega a Caricola
quien chuta al borde del área para batir a Viti. 2-1. Un gran gol que provoca
el delirio en el Luigi Ferraris y el toque a rebato definitivo del Real Oviedo
para defender su ventaja. En el cuarto de hora restante sólo se cuenta como
ocasión de gol un acrobático remate de tijera del suplente Cecchini desde el
punto de penalti, pero el acoso genovés al área carbayona es incesante.
Contando los últimos segundos del tiempo reglamentario, un buen centro de
Ruotolo desde la derecha es cabeceado por Skuhravy. El checoslovaco supera a
Jerkan y manda el balón a la escuadra. Viti se estira pero no puede evitar el
gol. 3-1. Explosión de alegría genovesa y desolación oviedista. Era exactamente
el 44:05 de la segunda parte (en la ida había
marcado Bango en el 44:05 de la primera). El Génova estaba clasificado in
extremis y el Real Oviedo muere en la orilla.
El 3-1 que elimina al Real Oviedo: centra Ruotolo y remata de cabeza Skuhravy |
Tras el pitido final, en medio de la apoteosis rossoblù
representada en los grifoni, los oviedistas rodean a Schmidhuber como en su día
los jugadores de la Selección Española a Christov tras la final de la Eurocopa
de 1984. El alemán pasa a engrosar la larga lista negra española de árbitros
internacionales. Tras aterrizar en El Prat de vuelta de Génova para un partido
liguero ante el Barça (ganaría el club azul 1-2) la prensa local se compadece de los oviedistas: “Os han
robado”... pero curiosamente a Schmidhuber se le premia pitando la final de la
Copa de Europa de aquel año que ganará por primera vez el Barcelona. Hay quien
asegura que el colegiado germano y sus secuaces... digo jueces de línea (Neuner
y Kiefer, queden sus nombres para la historia) recibieron durante el descanso
un soborno del presidente genoano Spinelli en forma de Rolex dorados. Fuera por
ello o porque les superó el ambiente del Luigi Ferraris, lo cierto es que la
actitud de Schmidhuber y Cía. para con la delegación oviedista fue
significativamente más agria tras el receso.
No obstante, tampoco cabe quitar méritos a un Génova muy
poderoso que consiguió al filo de la eliminatoria la clasificación. Bien lo
saben los propios “grifoni” a quienes la eliminatoria de treintaidosavos ante
el Real Oviedo les parece más épica que haber superado en cuartos al Liverpool.
Lo que nos
queda
El Real Oviedo fue el único equipo español que quedó
eliminado a las primeras de cambio, pasando los demás y entre ellos el Sporting
de Gijón a penaltis contra el Partizan en Estambul. Por cierto, de haber
superado sus respectivas eliminatorias la suerte habría deparado un derbi en
octavos de final de la UEFA. El partido de ida se habría disputado en Gijón
hacia el 27 de noviembre, y la vuelta en el Carlos Tartière hacia el 11 de
diciembre. En la triste realidad, el Steaua (verdugo del Sporting y a la sazón
ex equipo de Lacatus) cayó ante el Génova, que llegó a semifinales para perder
ante el campeón Ajax.
El Génova terminó descendiendo dos años después a Serie
B, para regresar a la Primera División italiana y repetir experiencia europea
años más tarde (jugó ante el Valencia de Villa y Mata en 2009). El Real Oviedo,
por desgracia, no ha vuelto a jugar competición internacional. Anduvo cerca en
1995 con Jokanovic y Prosinecki pero una mala tarde ante el Albacete y una
derrota en Bilbao liquidaron las escasas opciones azules. No obstante, casi
todos los oviedistas estamos convencidos de que el Real Oviedo no solo
regresará a su hogar de Primera División más pronto que tarde, sino que a poco
tardar a partir del añorado regreso el club capitalino volverá a competir en
Europa y sin duda superar esa única eliminatoria de la Copa de la UEFA.
P.D.: Para
finalizar, he de tirar un poco de las orejas a la prensa deportiva de
provincias -léase resto de España y en
concreto de Madrid (MARCA y AS)- que sitúa al Real Oviedo como último en la
clasificación de españoles en Europa, cuando los números nos sitúa por encima
del Castilla y del Sabadell por diferencia de goles (-1, frente a -2 de éstos
clubes), si bien confío en que en unos años esos números cambien y la
diferencia de goles oviedista sea a favor...
Fin.
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