
Descubrí el Hrazdan durante la retransmisión televisiva de aquel Armenia-España
del 20 de abril de 1995 y me sorprendió su arquitectura (la gran diferencia
entre la tribuna principal y su contraria) y el entorno en el que se hallaba
ubicado. Al tiempo, gracias a la peculiar infografía de la TV local –que entre
otros detalles mostraba la bandera de España con el escudo del águila de San
Juan sustituido catorce años antes-, aprendí mis primeras nociones sobre el
alfabeto armenio. De algún modo el Hrazdan fue el estadio que despertó mi
interés por la arquitectura de infraestructuras deportivas y, en última
consecuencia, el que me movió a iniciar este apartado del blog sobre los
“templos del deporte”.

En 1967, las
autoridades de la entonces república soviética retomaron la idea de Mikoyan
para conmemorar el cincuentenario de la “sovietización” armenia tres años
después (29/11/1970) Se proyectó una obra de grandes proporciones que sirviera
como símbolo de la pujanza del régimen comunista y se reclutó a un grupo de
arquitectos dirigidos por Koryun
Hakopyan y Gurgen Musheghyan
–ambos ex deportistas en levantamiento de peso y esgrima, respectivamente- para
diseñar un estadio con capacidad para unos 75.000 espectadores. El ingeniero Edvard Tossunyan y el dirigente
comunista local Karen Demirchyan
supervisaron su construcción.
Habitualmente se procede a allanar el terreno para
construir, pero en esta ocasión se decidió aprovechar el desnivel para erigir sobre la ladera la tribuna principal. Una
tribuna de proporciones gigantescas comparada con el resto del graderío,
coronada por un anfiteatro con
capacidad por sí solo para unos 25.000 o 30.000 espectadores. Enfrente, en la
zona más cercana al cauce del río, una tribuna sencilla y de planta menor que
el resto del graderío. Las gradas laterales, en descenso desde la tribuna
principal a la más baja. Como es costumbre en los grandes estadios soviéticos,
el terreno central no sólo lo ocupa el campo de fútbol, sino que a modo de los
estadios olímpicos lo circunda una pista de atletismo, y ante las gradas se
construye un foso que sobrevivirá a la posterior remodelación. Cuatro grandes
torres de iluminación situadas tras las tribunas aportarían luz artificial. El
resultado es uno de los estadios más originales
y vistosos de su época.