Mira que en Oviedo somos muy echados para adelante, pero perplejos nos quedamos cuando escuchamos a José Carlos Granero que el objetivo a final de temporada no sólo era disputar la promoción de ascenso a Segunda, sino terminar como campeones de grupo (¡!) Para un equipo al que se le había visto poco competitivo en la promoción de 2013, y del que se habían marchado los dos jugadores que atesoraban mayor calidad (Manu Busto y Xavi Moré) se debería considerar un éxito repetir la experiencia, pero desde la dirección deportiva se aseguraba una y otra vez que los nuevos fichajes (Pardo, Annunziata, Alain Arroyo, los Sergios, Eneko, etc) elevarían el listón hasta hacer posible en el campo lo que con el nombre de “Real Oviedo” habría bastado. Sin embargo, “esto” no funciona así.
La temporada pasada comenzó bastante bien pero se empañó pronto. A finales de octubre, en el partido ante el Racing de Santander –memorable por el arbitraje de Eiriz Mata, que desesperó tanto a locales como a visitantes- muchos nos dimos cuenta de que “este año tampoco”. Aún así, el devenir del equipo fue progresivamente a peor hasta irritar a los aficionados como hacía muchos años no se había visto por estos pagos. Los números no eran del todo malos, pero el nivel del juego desplegado por los oviedistas era bajísimo y el “Doctor Ascenso” se había convertido en reo de sus propias palabras de pretemporada. El barco acabó por hacer aguas y el cambio de entrenador con la llegada del jovencísimo y bienintencionado Roberto Robles al banquillo arregló poco las cosas. Las últimas y escasas posibilidades de participar en la promoción de ascenso se esfumaron con la mayor humillación deportiva sufrida por el Real Oviedo en sus ochenta y ocho años de historia (y como tal me atrevo a calificar la vergonzosa derrota por 1-4 ante el filial del Sporting de Gijón el día de la anual fiesta de cumpleaños oviedista, sin ambages ni paños calientes): Un gratuito e innecesario castigo extra para el ajironado espíritu de los carbayones perpetrado por un grupo de jugadores sin actitud ni aptitud y cuyos nombres quedaron inmortalizados con nota censoria en el acta del partido más sangrante que un servidor recuerda haber visto de su club. Ea.
Como suele ocurrir en estos casos, se ha querido hacer borrón y cuenta nueva con respecto a la temporada anterior, y salvo un puñado de jugadores que se mantienen en plantilla (y la tan habitual como lamentable fuga de útiles y capaces canteranos oviedistas a otros equipos protagonizada esta vez por Álvaro Cuello) muchos de los jugadores que vestirán de azul en esta campaña lo harán por vez primera. Llegan varios jugadores con prestigio (Héctor Font, Generelo, Jonathan Vila...) y regresa como último vestigio de cuando habitábamos en nuestra casa -en Primera División- nuestro querido Esteban. El aficionado oviedista, por lo que aprecio en la calle, está muy desilusionado pero conserva irreductible un fondo de esperanza que a estos jugadores dirigidos por el argentino Sergio Egea les toca alimentar sin demora. La nueva temporada liguera se abrirá precisamente con la primera ocasión de vengar nuestro “día de la infamia”: en casa ante el R Sporting Gijón B.
En fin, aquí están los números y datos de la temporada 2013-14, en la esperanza de que los de la próxima temporada describan la llegada a la penúltima estación antes del regreso a nuestra Ítaca particular.
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