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A esta bella señorita pelirroja de la derecha, llamada Pilar Sánchez Luque y conocida artísticamente como Pastora Soler le correspondió musicar la Vuelta en 2001. Tras sorprender a los expertos de la copla con sus actuaciones televisivas siendo aún una niña, al cumplir la mayoría de edad confirmó su carrera musical. Como poner una de sus baladas de sentimientos desgarradores no procedía mucho, se escogió una de sus canciones “jocosas” con letras divertidas y con sonoridad inequívocamente andaluza. Su primer “hit” como profesional había sido “Dámelo ya” (nada que ver con la de “La Unión”), un tema de este último tipo, y “Corazón congelado” continúa por esta senda... Bien para canción del verano, aunque como sintonía de la Vuelta ciclista la juzgo del todo inadecuada, la verdad.
Pese a que desde hace años recibo a la anual oleada de grupos con sonidos flamencos cada vez con mayor hostilidad y que no me van mucho sus canciones, no me duelen prendas en reconocer el valor artístico de Pastora Soler. Tiene una gran voz que puede sonar a la vez firme y dulce, además de guapa es muy elegante y siempre mantiene el tipo en el escenario con tanta dignidad como simpatía. En el festival de Eurovisión de 2012 alcanzó el techo que se le presupone a la participación española a día de hoy: 10º puesto, con gran aceptación entre los críticos (lo que supone otro haber). Merece como pocas cantantes de su quinta el calificativo de “artista”.
Como dato añadido, ya que esto no deja de ser un blog sobre deportes, es una reconocida forofa del Sevilla FC.
Vuelta 2002: La 57ª edición de la ronda española recuperó la modalidad de contrarreloj por equipos en su primera etapa con salida y llegada en Valencia. El afamado sprinter italiano Mario Cipollini disputó la Vuelta y ganó tres etapas (dos consecutivas en Murcia y Roquetas de Mar, más la 7ª con llegada en Málaga). Otro sprinter italiano, Alessandro Petacchi, ganaría la etapa de Burgos, iniciando un exitoso idilio con la gran vuelta hispánica. Tras un liderato efímero de Míkel Zarrabeitia (Sierra Nevada), en la inédita llegada a La Pandera Roberto Heras ganó y Óscar Sevilla volvió a vestirse de líder. Pero las opciones del teórico jefe de filas del Kelme volverían a verse puestas en tela de juicio por un compañero a lo largo de la carrera. En esta ocasión, el levantino Aitor González, quien se mostró intratable en todo tipo de terrenos. González ganó en Ubrique y sorprendió en la crono de Córdoba dos días después. La llegada a El Angliru volvió a resultar decisiva. Roberto Heras mató dos pájaros de un tiro y se llevó etapa y liderato. La Covatilla, último final en alto, no hizo variar la clasificación pero sí la última etapa. De nuevo cronometrada y con llegada en Madrid. En esta ocasión, al Santiago Bernabeu por motivo del centenario madridista. Aitor González, como Casero el año anterior, acechó el liderato y asestó su golpe definitivo con una gran crono. Suya fue la victoria de etapa y el triunfo final en la Vuelta. Pese a que había puestas en él muchas esperanzas de futuro, Aitor González no volvió a rendir en una gran vuelta como lo hizo en ésta de 2002. Pablo Lastras ganó dos etapas y fue otro de los destacados de esta Vuelta.
Y si hablamos de la buena presencia de Pastora Soler ¿Qué no decir de Patricia Manterola? A quienes a golpe de mando a distancia frecuentábamos por entonces el canal mexicano Galavisión que se ofertaba en satélite y/o cable nos sonaba el grupo “Garibaldi”, y de entre sus componentes (chicos y chicas) nos quedamos con la cara esta señorita que tras la disolución del grupo inició carrera en solitario. Llegó a España desde México con el bagaje previo de su carrera como cantante, actriz, presentadora de TV y modelo en México, y alcanzó gran éxito con una sola canción.
Llegados a este punto he de contar una pequeña historia: En 2002 era rarísimo que un tema musical sonara en radiofórmulas más de tres o cuatro meses. Dos canciones lo consiguieron aquel año. Una me entusiasmaba: “Baila (sexy thing)” de Zucchero, el segundo gran éxito internacional del italiano tras el “Senza una donna” de quince años antes. La otra fue “Que el ritmo no pare” de Patricia Manterola. Una canción que hacía honor a su título. Rítmica como se espera de una sintonía de la Vuelta, pero tan machaconamente rítmica y carente de melodía que se me hizo insufrible desde la segunda escucha. Llegó el verano y ante la ausencia de mejores alternativas, las radiofórmulas continuaron emitiendo “Que el ritmo no pare” a troche y moche hasta que se hizo acreedora del título de “La canción del verano 2002” sin oposición. Cuando llegó septiembre y nuestros oídos parecían haber recobrado la paz... llega la Vuelta y ¿qué poner de sintonía? Pues... “Que el ritmo no pare, no pare, no, que el ritmo no pare...” Creo haber dejado claro que no me gusta la canción.
Por aquel entonces, TVE echó la casa por la ventana y programó una gala nocturna especial desde Valencia para presentar la edición de la Vuelta a España que se iniciaba en la capital levantina al día siguiente. Quienes la vieron (un servidor no pudo) pudieron contemplar un apoteósico duelo entre Patricia Manterola y la representante patria de belleza nórdica: Anne Igartiburu. Cada una con un vestuario aún más insinuante que su rival. Hasta que varios años después una princesa y una primera dama ex-modelo midieron sus fuerzas en una escalinata no se volvió a ver por estos pagos nada parecido... Algo que, a buen seguro, abochornó a los aficionados al ciclismo que lo que querían era ver ciclistas y bicicletas. Fue el último bandazo del “Huracán Patty”. Porque en Hispanoamérica no lo sé, pero en la Madre Patria no volvimos a saber de ella.
Vuelta 2003: La ONCE se alzó con el triunfo en la primera etapa (crono por equipos en Gijón) e Igor González de Galdeano fue el primer líder, aunque en la siguiente jornada con llegada en Cangas de Onís se lo arrebató un jovencito Joaquín “Purito” Rodríguez, entonces compañero de Igor en la ONCE. Petacchi inició en Santander su primera gran exhibición con la primera de sus cinco victorias parciales al sprint, imponiéndose nada menos que al rey contemporáneo de esta disciplina, el alemán Zabel. En Burgos, donde ganó el hispano-venezolano Unai Echevarría, se vistió de dorado otro hombre de la ONCE: Isidro Nozal. A priori gregario de Igor González de Galdeano, sorprendió a propios y extraños cuando confirmó su liderato con su victoria en la contrarreloj de Zaragoza. Nozal pasó los Pirineos amarrado al primer puesto mientras “Purito” Rodríguez y Alejandro Valverde ganaban sus primeras etapas en la Vuelta a España. En Sabadell y Cuenca Zabel le ganó la partida a Petacchi, pero el italiano le devolvería la jugada acto seguido en Albacete. En la ciudad castellano-manchega Nozal volvió a ganar en la contrarreloj. La Vuelta parecía suya. Pero en la Penibética acusó la fatiga, pasando apuros en La Pandera y Sierra Nevada. A la de tres, en la cronoescalada a Abantos desde San Lorenzo de El Escorial, Roberto Heras continuó la tradición de los últimos años y le arrebató el maillot dorado a Isidro Nozal, quien, como Aitor González, no volvió a mostrar el nivel de esta Vuelta. “Operación Puerto” de por medio incluida.
El gaitero 2.0 José Ángel Hevia tuvo el honor de emular a “Azul y Negro” y a “La Unión” repitiendo experiencia al brindarnos otra de sus canciones como sintonía de la Vuelta a España. Para esta ocasión especial, otra circunstancia especial: junto con “Pedaleando” de Serafín Zubiri (1988) “Tirador” es la única sintonía oficial de la Vuelta con motivo ciclista. La canción fue incluida en su disco “Étnico ma non troppo”.
José Antonio García Tirador fue un ciclista asturiano de la década de los cincuenta. Hombre de gran fuerza y consumado “sprinter”, ganó multitud de carreras amateur y profesionales en Asturias, batiendo incluso a reconocidos profesionales de la época como Pérez Francés. Sus enormes condiciones como llegador chocaban con su nula afición por entrenar, por lo que su carrera fue fugaz. Encarnaba como pocos al ciclista vocacional de los inicios de este deporte, yendo y viniendo de las carreras a su casa en Villaviciosa en bicicleta, partiendo de madrugada y llegando a su casa de noche cerrada tras haber competido (y en muchos casos, ganado) a varias decenas de kilómetros de distancia, a menudo a la intemperie del frío y de la lluvia. Llegó a conocer esta canción, pero falleció de cáncer tres años después, con 72 años.
Por aquel entonces ya eran comunes los videos promocionales "virales" que emitía TVE antes y durante la Vuelta.
Este homenaje en forma de canción ha sido la última sintonía de la Vuelta a España que me ha gustado. A partir de este momento, la mano decisoria ha escogido principalmente entre músicos noveles o poco conocidos, generalmente sin carisma que aportaron canciones de un estilo antagónico a lo que uno entiende como patrón para un sintonía ciclista, empapadas en lo que un amigo mío denomina “pop duro”.

Si hay algún cantante o músico de los que seguirán en la lista hasta 2012 que sí se puede catalogar como “carismático” es el protagonista de 2004, el ovetense Ramón Melendi. Conocido sólo a nivel regional con su primer LP “Sin noticias de Holanda”, una de las canciones de ese disco titulada “Con la luna llena” fue escogida como sintonía de la Vuelta de este año. Y, a diferencia de lo que ocurrirá con sus sucesores, el éxito llamó a la puerta del artista gracias a ello. Desde este momento, Melendi pasa a ser un personaje conocido tanto por sus canciones “canallas” semejantes a grupos del momento tipo “Estopa” como por sus encontronazos ocasionales con la autoridad (el episodio de la borrachera en un avión multiplicó su fama). “Sin noticias de Holanda” se reeditó posteriormente con gran éxito de ventas en toda España y a éste disco le siguen varios más, amén de varios singles extra en homenaje a su ex compañero de instituto Fernando Alonso, al equipo del que es seguidor y en el que jugó en infantiles (el Real Oviedo), o villancicos llamémoslos “peculiares”.
Como cantante, Melendi no me llama mucho la atención. Hay ocasiones en las que parece que va a romper a músico más serio (“Con sólo una sonrisa”) pero se trata en realidad de momentos aislados de una discografía basada en la canallesca y el “rollo mangante”. “Con la luna llena” ni me va ni me viene, pero si de mi hubiera dependido, no hubiera sonado en las entradillas ni en los resúmenes de las etapas por TV.

En 2005 se volvió a apostar por un artista semi-desconocido: el grupo “Xucro” (“maleducado” en portugués, aunque ellos son de Cuenca y parece que su nombre proviene del río Júcar) y su canción “Mi primera vez”. Desde entonces hasta ahora, que me enterado de que van a publicar nuevo disco, no había vuelto a saber de ellos. Sobre el tema en cuestión, poco que contar que no haya adelantado ya.

En 2006, la organización decidió echar mano de la cantera de “Operación Triunfo”. A diferencia de la primera, de su segunda edición apenas prosperaron un puñado de cantantes: Manuel Carrasco, Miguel Nández y poco más. Curiosamente, una de las que corrió mejor suerte profesional de aquella camada fue la primera “expulsada” de la Academia (sic). Hablamos de una muchacha llamada Mai Meneses con muy poquita voz, sin carisma y con poca presencia pero que alguna tecla debió de haber tocado bien (¿marketing?) para que el dúo que formaba con su ya ex-pareja “Nena Daconte” llegara a prosperar y gozar de un puesto privilegiado en las listas de éxitos pop de la primera década del siglo XXI. Tuvo dos o tres canciones que sonaron mucho y una de ellas fue “¿En qué estrella estará?”, que es la que nos ocupa. Lo dicho, “pop duro” con voz maulladora a cargo de nuestra protagonista, quien según fuentes fidedignas consultadas prepara inminente lanzamiento de disco en solitario.
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