Vuelta 1995: Con el objetivo cortoplacista de contar con la participación del gran fenómeno del momento (el quíntuple ganador del Tour de Francia Miguel Indurain) la organización de la Vuelta a España (a.k.a. Enrique Franco) se decide finalmente a llevar a la práctica la idea que lleva rondándole la cabeza en los últimos años y sobre la que lleva tiempo negociando con la UCI: cambiar la fecha de competición de abril-mayo a septiembre. Las consecuencias serán la participación de Miguel Indurain (obligado por su equipo) en la edición siguiente, y la notable devaluación del nivel de participación en ediciones sucesivas porque a nadie le interesa correr una “grande” tras el Tour. En lo que a la competición se refiere, Laurent Jalabert confirma su transformación de sprinter en potencial ganador de grandes vueltas y, arropado por su equipo ONCE, consigue el triunfo absoluto en la general y cinco triunfos de etapa incluyendo llegadas en alto (Naranco, Orense, Ávila, Barcelona y Luz Ardiden). Abraham Olano (Mapei-Clas) es el único ciclista que parece plantar cara al francés, pero sus tres triunfos en las tres etapas cronometradas (Zaragoza –prólogo-, Salamanca y Alcalá de Henares) sólo le sirven para ser segundo a poco más de cuatro minutos del líder. Jalabert y la ONCE pudieron perderlo todo en la sexta etapa, tras sufrir una intoxicación alimentaria de la que pudieron recuperarse. La victoria de Bert Dietz en Sierra Nevada y la grandeza de Laurent Jalabert al cederle el triunfo tras su larga escapada ponen la nota épica. Olano, por su parte, sería campeón del mundo en ruta un mes después en Duitama (Colombia)
El músico gallego Víctor Coyote, ex-lider de la banda ochentera “Los Coyotes”, ofreció a la Vuelta a España una de sus sintonías más singulares. Un tema de melodía pop convencional, vestida con ropajes semíticos (a veces suena a moruno, otras a hebreo), con una base rítmica potente y constante y con una letra nada convencional, tan reivindicativa como humorística: “Jaguarundi”. En realidad, esas rimas en asonante acabadas forzadamente en “i” para rimar con el título y que resultan tan cómicas (“vagabundis”, “lumbri”...) son marca de la casa. Hay que recordar temas de “Los Coyotes” como la muy divertida “El típico español”, en el que repasaba todos los tópicos patrios habidos y por haber. Incluida en su disco “Lo bueno, dentro” (otro guiño chauvinista con portada guasona) y en apariencia esperpéntica, resulta una canción de calidad sobresaliente en lo que a producción y edición de sonido se refiere... aunque a la hora de la popularidad sólo consiguió en su momento un aprobado. Quizás por esa combinación de buena factura, humor y particularidad es una de mis sintonías preferidas.
Vuelta 1996: Tras cinco ediciones ausente, Miguel Indurain regresa al pelotón de la Vuelta a España. Lo hace tras haber perdido la oportunidad de conseguir su sexto Tour consecutivo, muy cansado mental y físicamente, en el peor momento de sus relaciones con su director José Miguel Echávarri, y principalmente por compromisos publicitarios. Pronto se ve que Miguelón no anda fino y no acude con intención de competir. A mitad de Vuelta contrae una bronquitis y en la etapa de los Lagos de Covadonga sufre un desfallecimiento en su puerto maldito (el Mirador del Fito). Antes de afrontar la última subida se baja de la bicicleta dejando una triste imagen para la historia que simbolizará su inminente retirada del ciclismo. Quienes sí están motivados para competir son los hombres de Manolo Saiz. La ONCE, con Laurent Jalabert y Alex Zülle a la cabeza, dominan desde el principio la clasificación general en un calco de lo ocurrido el año anterior... si bien en esta ocasión será Zülle quien conquiste el amarillo. Tras la crono de Ávila (ganada por su compatriota Tony Rominger), Zülle se pone de líder y permanecerá como primer clasificado hasta Madrid, ofreciendo exhibiciones de equipo como en los Lagos de Covadonga o la Cruz de la Demanda. La historia se repite y un virus intestinal está a punto de arruinar el trabajo de la ONCE. Laurent Dufaux (Festina) lanza un ataque en la segunda etapa en Ávila al que Zülle consigue responder. El podium final lo comparten tres suizos: Zülle (1º), Dufaux (2º) y Rominger (3º). La promesa Zülle ya es una realidad.
Eran tiempos en los que se producían incursiones de extraños en el mundo de la música. Actores, presentadores de televisión, políticos e incluso toreros hacían sus pinitos en el mundo de la canción jaleados por la hilaridad general y provocando el escándalo no pocas veces justificado de quienes dignificaban la profesión. Entre las incursiones nacionales de los “no-pro” en las artes de la musa Euterpe se cuenta la de la bióloga-presentadora-actriz-¿? Ana García Obregón, por aquel entonces omnipresente en nuestras pantallas quien junto con su inseparable Ramón García presentaba el concurso-show “¿Qué apostamos?”. El éxito de este programa de televisión provocó que en el transcurso de una noche de farra de producción (supongo) a alguien que tenía suficiente mando se le ocurrió grabar un disco a Ana y Ramón, y de esta ocurrencia nació un disco hoy día descatalogado y proscrito, carne de coleccionistas del mundillo “freaky”. Grabado con ese mismo nombre artístico de “Ana y Ramón”, su single “Morena” fue elegido (¡oh, cielos!) como sintonía de la Vuelta de 1996. Un tema ¿musical? cuya aparente aspiración era convertirse en la canción del verano pero que acabó endosada a la retransmisión de la Vuelta Ciclista a España por obra y gracia de oscuros tejemanejes en TVE, que emitía (y aún emite) sus etapas en directo. “Morena” no tiene ni pizca de calidad ni en su composición ni en su producción y además sentó un muy negativo precedente: a partir de ahora, para la Vuelta vale cualquier cosa. Surgida de lo más profundo de lo que el presentador de “Nos queda la música” de Telemadrid José Luis Casado denomina con tino “Música extrema”, sólo porque me cae simpático “Ramonchu” (un hombre que sí tiene cierta relación con la música por su pasado de disk-jockey en Bilbao) no más duro con esta canción.
Vuelta 1997: Siguiendo con la tónica innovadora de mediados de los noventa, el seis de septiembre se inicia la LII edición desde Lisboa, siendo la primera ocasión en la que la Vuelta a España comienza en el extranjero. Detrás de ello está la promoción de la Expo de Lisboa 1998. Hasta la tercera etapa con llegada a Huelva, previo paso por el Algarve, no se recorrerán carreteras españolas. El sprinter Marcel Wüst acapara la atención en las primeras etapas con sus victorias hasta la llegada a Granada, donde vence Laurent Jalabert y los habituales protagonistas de las últimas Vueltas toman posiciones (Zülle, Dufaux...). En Sierra Nevada, el guión cambia drásticamente. Olano se retira y Jalabert sufre un desfallecimiento, quedando desde entonces como candidatos los suizos Zülle y Dufaux, el español Fernando Escartín y el ruso Pavel Tonkov. Tras la contrarreloj de Córdoba, Álex Zülle arrebata el liderato a Dufaux. Pavel Tonkov consigue dos brillantes victorias en Asturias (Brañillín y Lagos de Covadonga) pero cuando su candidatura parece más fuerte, abandona la Vuelta por su paternidad. Finalmente, será Alex Zülle quien reedite su éxito de 1996 con un nuevo triunfo final. En esta Vuelta se superó la maldición de los españoles en etapas en línea de los últimos años (la rompió Eleuterio Anguita en Jerez de la Frontera) y se empezó a ver en los primeros puestos e incluso en el podium de etapa a dos jóvenes escaladores españoles: Roberto Heras (ganador en El Morredero) y José María Jiménez (primero en Los Ángeles de San Rafael).
Después del lamentable paréntesis del año anterior, en 1997 se vuelve a apostar por la música seria y de calidad en la figura de Manuel Malou. Quien empezó como el mayor de “Los Golfos” (los de “Qué pasa contigo, tío”) prosiguió su camino en la música tanto de forma activa (en bandas y en solitario) como en su faceta de productor discográfico (Cherokee, Hakim, Javi Cantero...) y compositor, además de participar en múltiples colaboraciones con otros artistas desde Manu Chao hasta Carlos Núñez. Especializado en flamenco-fusión y notable guitarrista, su tema “Kandela” es muy representativo de su obra. La canción rompe con el esquema tradicional de sintonía ciclista y abre definitivamente el campo a otros estilos musicales, para bien y para mal.
Vuelta 1998: La maldición que pesaba sobre los ciclistas españoles en la Vuelta a España desaparece por completo en 1998. En una edición más montañosa que las anteriores pese a obviar Asturias y la Cordillera Cantábrica en su recorrido, los corredores nacionales volvieron a tomarle el pulso a la prueba. Este fenómeno se personificó en el abulense José María Jiménez, que venció en cuatro etapas (Xorret de Catí, Pal, Cerler y la Laguna Negra de Neila) y fue el gran animador de la competición. Pese a su poderío en la montaña, el joven “Chava” era aún muy vulnerable en las etapas cronometradas. Así fue como en la contrarreloj de Alcudia (9ª etapa), su compañero Abraham Olano le sustituyó al frente de la clasificación. José María Jiménez, de la estirpe montaraz e inconformista de su contemporáneo Marco Pantani, ofreció lucha, ataques y espectáculo en cada una de las llegadas en alto de la Vuelta, hasta recuperar el amarillo en la antepenúltima etapa con llegada en Navacerrada, donde ganó otro de los nombres propios de esta edición: el ruso Andrei Zintchenko. Pero al día siguiente, en Fuenlabrada, el cronómetro dictó su ley. Ganó Zülle (por primera vez en los últimos años sin opción de título) y Olano volvió a arrebatar el liderato al “Chava”. El guipuzcoano consiguió finalmente su primer triunfo en una gran vuelta tras varios intentos infructuosos, y fue escoltado en el podium final por Escartín y José María Jiménez, el vencedor moral de la competición.
En la edición de 1998 la sintonía elegida fue “Up & Down” de “Vengaboys”. Todos aquellos que sean aficionados a la música discotequera y en especial al house la recordarán porque sonó hasta la saciedad en discotecas, disco-bares y bares a secas. Esta canción es menos estridente de lo que solían serlo los “llenapistas” de la época pero resulta musicalmente plana. Me resulta indiferente. Ni me va, ni me viene. Eso sí, como sintonía ciclista da el pego.
Vuelta 1999: La edición 53ª de la ronda española estuvo protagonizada por el descubrimiento de una cima cuyas rampas más escarpadas rozaban lo imposible: el Angliru. El nuevo coloso asturiano. La participación nacional se enriqueció con la del alemán Jan Ullrich, vencedor en el Tour del año anterior y última gran figura internacional surgida en el pelotón. Olano cambió Banesto por la ONCE y Zülle participó en el trasvase. Ninguno salió ganando. Y en un intento (vano, como a la larga se demostró) de dotar a la Vuelta de identidad propia separada del Tour y el Giro se estrenó para el líder un maillot dorado al que se denominó publicitariamente “jersey oro”. Tras la salida en Murcia con triunfo de Igor González de Galdeano, la carrera tuvo de nuevo como protagonista a Marcel Wüst, ganador de tres etapas consecutivas (Albacete, Fuenlabrada y Salamanca, más León posteriormente). En Ciudad Rodrigo ganó Ullrich, y Olano le devolvió la moneda al día siguiente en la contrarreloj de Salamanca, vistiendo de dorado. La novena etapa, el 12 de septiembre, alumbró el mito del Angliru. En un día frío y lluvioso como no se había vivido en la zona en los meses anteriores, se vivió un gran espectáculo ciclista que superó las ya altas expectativas. Tonkov aspiró a la victoria mientras Olano y Ullrich dirimían su lucha por el liderato en favor del guipuzcoano, y José María Jiménez protagonizó su gesta más recordada. Superando sucesivamente a varios grupos de ciclistas en las rampas más duras, el “Chava” alcanzó a Tonkov y le superó en la bajada final, entre la niebla y con la polémica influencia –o no- de las motos de la organización. Olano se recuperó de una caída previa en El Cordal y logró defenderse de Ullrich en el Angliru, pero su caída le pasaría factura y días más tarde, camino de Ordino-Arcalís, se tuvo que retirar por una fisura en una costilla. Igor González de Galdeano trató, sin éxito, de darle réplica al alemán en las últimas etapas –donde explotó el talento del joven Franck Vandenbroucke- y tras su victoria en la crono de Ávila (penúltima etapa), Jan Ullrich se proclamó vencedor de la Vuelta.
1999 es el año del Angliru, y con el afán de subrayar el acontecimiento de su primera ascensión en la Vuelta se escogió a un artista asturiano para musicar la presente edición: el gaitero José Ángel Hevia. Conocido artísticamente por su apellido, Hevia es en realidad un dúo que conforman José Ángel con la gaita y su hermana María José como percusionista (los conjuntos tradicionales se componen de gaita y tambor). Conocido desde tiempo atrás a nivel regional, saltó a la fama nacional aupado por el éxito de su disco “Tierra de Nadie” y su primer single “Busindre Reel”, respaldado por su relación personal-profesional con la cantante de “Amistades Peligrosas” Cristina del Valle. “Tierra de Nadie” incluía composiciones propias y versiones de temas tradicionales asturianos como “El Garrotín”, que fue el tema escogido para ambientar las retransmisiones televisivas de la Vuelta a España. La adaptación de Hevia de “El Garrotín” a la música electrónica es moderna y a la vez respetuosa con la tradición y ni que decir tiene que, aunque sea por chauvinismo (y cuando queremos los asturianos somos chauvinistas como nadie) le damos el placet. El inventor de la gaita-midi (una especie de gaita electrónica sin pipa ni roncón) volverá años después a ponerle música a la Vuelta, como veremos en el siguiente capítulo.
Una actuación de Hevia para la "Cadena 40 Principales" en la que toca "El Garrotín". Vídeo extraído del canal "40 Latino" (paradoja: "40 Latino" emitiendo música celta ¿¿??)
Vuelta 2000: Zülle y Olano, protagonistas del “cambio de cromos” del año anterior entre Banesto y ONCE, fueron primero y segundo en la etapa prólogo cronometrada de Málaga y pese a que partían como principales candidatos al final la Vuelta no fue para uno ni para otro. El suizo se mantuvo como líder hasta la contrarreloj de Tarragona, donde un muy motivado Olano se vistió de dorado. Al día siguiente, en la estación de esquí de La Molina, Félix Cárdenas rememoró los éxitos en alto de los colombianos y Abraham Olano perdió el primer puesto en beneficio de Santos González, quien a su vez lo cedió ante el campeón de España Ángel Casero en Andorra. En los Lagos de Covadonga, donde ganó el escapado Zintchenko, Roberto Heras atacó a Casero y los caprichos del cronómetro y las prisas por colocar al líder en el podium provocaron una situación surrealista. Con Casero y Heras en el mismo tiempo, Casero fue vestido líder pero minutos después se rectificó y subió Heras a por el maillot dorado. El bejarano confirmó sobre las cuestas del Angliru y la bacheada carretera de Abantos su liderato y consiguió su primer triunfo en la general.
El canto del cisne del techno-pop, tanto en las sintonías de la Vuelta como en el panorama musical español en su conjunto lo dio el dúo catalán “OBK” formado por Jordi Sánchez y Miguel Arjona. Seguidores confesos de “Depeche Mode” (una de sus canciones –“Oberkorn”- da nombre al dúo) eran ya muy conocidos por el gran público y especialmente por el público adolescente femenino que gustaba de sus letras edulcoradas. Con el tiempo, fueron madurando en sus letras dándoles un contenido más profundo y trascendental. El culmen fue su disco “Antropop” que incluía “Tú sigue así” (sobre los excesos con bebidas y drogas) y “El Cielo no entiende” sobre la dicotomía entre la homosexualidad y la doctrina tradicional cristiana. Este mismo tema fue el elegido como sintonía de la Vuelta 2000. Moderno, arriesgado en música y letra, posiblemente fue el mejor single publicado de la carrera de “OBK” y juzgo su elección como todo un acierto. Sobre todo, a la luz de lo que vino en años posteriores. Su ritmo se emparienta con facilidad con los temas de los ochenta y se relaciona muy bien con imágenes de ciclismo.
Uno de los puntos fuertes de este dúo son sus vídeos musicales. Varios de los videoclips de “OBK” fueron dirigidos por Juan Antonio Bayona, de actualidad por su película “Lo imposible” y también famoso por “El Orfanato”. “El Cielo no entiende” fue uno de ellos.
Echad mano de vuestras cantimploras y bidones porque a partir de aquí atravesaremos un desierto musical en el que la pertinencia de los temas escogidos como sintonía de la Vuelta a España brillará por su ausencia. Adelanto que sólo considero apta a una de las próximas doce canciones.
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