Arriba (Izq a der): Camacho, Maceda, Goicoechea, Gordillo, Señor y Buyo / Abajo (Izq a der): Carrasco, Víctor, Santillana, Rincón y Sarabia |
Parece que
fue ayer, pero hoy se cumplen treinta
años del partido más recordado de la historia de la Selección Española de
Fútbol, título mundial aparte. El celebre España-Malta
del 12 a 1. Un partido que consolidó
la afición al fútbol en España resentida tras el fracaso del Mundial de 1982, y
que los españoles vivimos como un acontecimiento
trascendental a la altura del magnicidio de Kennedy, del de Carrero Blanco
(ayer 40 años ha), del golpe de estado del 23-F, de la boda de los Príncipes o
de los primeros pasos de Neil Armstrong sobre la superficie de la Luna. Llegado
el momento de contar esta historia a quienes no la vivieron, se me hace difícil
¿Cómo hablar de epopeya sobre un partido de clasificación para una Eurocopa a
aquéllos que sólo han visto a Iniesta
marcar el gol que nos hizo Campeones del Mundo? ¿Qué tiene éste partido que lo
hace tan extraordinario y recordado? ¿Los goles? ¿La angustia del resultado?...
Es uno de los
principales recuerdos de mi infancia. A mi me pilló a punto de cumplir seis años
y lo viví sentado en el sitio exacto en el que veintiséis años y medio después
vi a España conquistar el mundo futbolístico en el Soccer City de Johannesburgo.
Muy probablemente, los más veteranos de esos “conquistadores” (Puyol, Xavi, Capdevila,
quizás Casillas o Xabi Alonso) se prendaron de su futuro deporte viendo con sus
ojitos de niños pequeños como iban cayendo uno tras otro los goles en la
portería maltesa. La noche del glorioso 11 de julio de 2010, tras la final del
Mundial de Sudáfrica, me vino a la mente esta idea: Tal vez hoy somos Campeones
del Mundo gracias a lo que pasó aquella noche sevillana de diciembre de 1983.
Retrocedamos en la máquina del tiempo treinta años atrás...
Grandes
decepciones
El Mundial de España de 1982 había despertado grandes
ilusiones en los aficionados locales. El equipo parecía bueno y se habían
conseguido victorias notables (la primera en Wembley ante Inglaterra un año
atrás) Sin embargo, las expectativas no se cumplieron en absoluto y España pasó
a la segunda fase gracias –por una vez- a la ayuda arbitral ante Yugoslavia, y quedó
eliminada ante alemanes e ingleses, clasificándose como última de las
selecciones de segunda ronda, en el puesto duodécimo (el peor anfitrión de
Mundial hasta la fecha y aún durante tres ediciones más) La imagen del equipo en general fue
bochornosa y en la Selección se produjo una catarsis que afectó desde el
banquillo (José Emilio Santamaría fue crucificado por todos) hasta el césped.
Muchos de los jugadores que formaron parte del equipo de 1982 no volvieron a
jugar en la Selección (Juanito, López Ufarte, Alesanco, Zamora...) Incluso
algunos que sí habían dado la cara durante el Mundial fueron damnificados
(Perico Alonso –el padre de Xabi- o Saura). La llegada de Miguel Muñoz, el
veterano ex entrenador de Real Madrid, Sevilla y UD Las Palmas iba a suponer
una nueva época con nuevos jugadores. Pocos sobrevivieron la criba (Arconada,
Camacho, Gordillo, Víctor, Gallego, Santillana...) y para suplir a los
defenestrados se dio entrada a una nueva generación de jugadores. En el primer
partido de la “Era Muñoz” debutaron siete jugadores, lo nunca visto en casi
diez años.
Los tercios
de Flandes y los Caballeros Templarios
Miguel Muñoz |
La clasificación para la Eurocopa de 1984 a disputarse en
Francia deparó un grupo complicado con la siempre difícil Irlanda y una de las grandes ausentes del Mundial de 1982: Holanda. Los holandeses se hallaban en
un valle entre dos grandes montañas: la de la “Naranja Mecánica” de los años
setenta de Cruyff, Rensenbrink, Rep, los Van de Kerkhof, Neeskens, Suurbier y
compañía, y la futura campeona de Europa de Van Basten, Rijkaard, los Koeman, Bosman...
En la selección “oranje” de 1982-84 conviven veteranos de la época anterior
como el portero Schrijvers o los gemelos Van de Kerkhof con la avanzadilla de
los campeones de 1988 (Gullit y Vanenburg ya estaban allí, y durante la
clasificación debutó Van Basten). Siete grupos, y un sólo billete a Francia
para cada uno de ellos. El grupo de España, Holanda e Irlanda se completaba con
dos selecciones más débiles: Islandia y la tenida por entonces como la
selección más floja de Europa: Malta.
Holandeses y españoles superaron a sus rivales pasando
apuros inesperados en ciertos partidos. España llegó a ir perdiendo con Malta en
su primera visita a La Valetta. En el estadio Ta’Qali, con un césped indigno de tal nombre, costó Dios, ayuda y
un gol postrero de Gordillo doblegar a los locales. Precisamente por causa de
Malta se produjo una situación polémica entre España y Holanda. Por sanción de la UEFA tras un partido ante
Turquía, Malta debía disputar sus dos primeros partidos como local lejos de La
Valetta. El primer partido se disputó en Mesina (Italia) ante Islandia, y el
segundo partido debía ser el Malta-Holanda.
Los holandeses supieron arrimar el ascua a su sardina (o mejor dicho, a su
territorio) y propusieron jugar el partido en Aquisgrán. La treta era evidente: Como es sabido, la ciudad alemana
a la que Carlomagno hizo célebre en la Alta Edad Media se encuentra a pocos
kilómetros de la frontera sudoriental de Holanda, muy cerca de las ciudades
holandesas de Kerkrade y Maastricht. En terreno oficialmente neutral, pero
jugando “en casa” con las gradas del estadio Tivoli repletas de aficionados
vestidos de naranja, Holanda goleó a Malta por 0-6. España protestó ante la
UEFA por lo que consideró una adulteración flagrante del campeonato, pero la
protesta quedó en agua de borrajas. El asunto empantanó la fase de
clasificación, provocó disputas entre la KBV y la RFEF y reavivó el histórico
“pique” entre holandeses y españoles iniciado siglos atrás.
España y Holanda se disputaron la plaza en liza. Ambos
equipos jugaron entre sí y en cada encuentro ganó el local. En España, 1-0 con
gol de penalti de Señor. Y en Holanda, 2-1 con goles de Houtman y Gullit frente
al de Santillana. En el penúltimo partido del grupo Holanda se enfrentó en Rotterdam a Malta, a la que venció por
5-0 y a la que le cayeron los tres últimos goles en los últimos minutos. Estas
goleadas neerlandesas forzaban a España a conseguir algo casi imposible: ganar a
Malta en el último partido por once goles de diferencia para arrebatarle el
billete a París a los muchachos de Kes
Rijvers. Ya entonces era muy difícil ver una gran goleada de una selección
a otra por muy desigual que fuera el enfrentamiento, por lo que estos últimos
partidos con Malta de por medio estuvieron envueltos en sospechas de amaños y suspicacias del rival de
turno. Hay que decir, no obstante, que salvo el descarado cambalache de
Aquisgrán, no se ha demostrado a día de hoy irregularidad alguna por ninguna de
las partes en litigio.
Así estaba la clasificación a expensas del España-Malta
final:
EQUIPO
|
PG
|
PG
|
PE
|
PP
|
GF
|
GC
|
DG
|
PTS
|
|
1
|
Holanda
(Clasificado)
|
8
|
6
|
1
|
1
|
22
|
6
|
+16
|
13
|
2
|
España
|
7
|
5
|
1
|
1
|
12
|
7
|
+5
|
11
|
3
|
Irlanda
|
8
|
4
|
1
|
3
|
20
|
10
|
+10
|
9
|
4
|
Islandia
|
8
|
1
|
1
|
6
|
3
|
13
|
-10
|
3
|
5
|
Malta
|
7
|
1
|
0
|
6
|
4
|
25
|
-21
|
2
|
Los días
previos
En España reinaba el pesimismo. Amén de la gran cantidad
de goles necesarios, había otros alicientes de corte sociológico que mantenían
el ánimo muy bajo. Se habían producido durante el mes anterior tres tragedias con decenas de fallecidos. A
dos graves catástrofes aéreas (El 27
de noviembre en Mejorada del Campo y el 7 de diciembre en Barajas) se había
sumado el fin de semana anterior el incendio de la discoteca “Alcalá 20” de Madrid. Y por si esto
fuera poco, el día anterior al partido (martes 20) se tiene noticia de la
desaparición de la Copa Jules Rimet
de la sede de la Confederación Brasileña en Río de Janeiro. ¿Mal augurio?
El Benito Villamarín, el escenario del partido tal y como era en 1983 |
Miguel Muñoz quiso
contagiar optimismo a jugadores, prensa y aficionados a toda costa recordando
un remoto precedente. Comentaba Muñoz en los días previos al España-Malta que
él, en su niñez, había visto a España marcarle trece goles a Bulgaria, y que
los doce goles a Malta serían posibles con dos premisas: serenidad y juego por
las bandas. El día 12 de diciembre Muñoz dio a conocer la lista de convocados,
plagada de delanteros. Éstos eran los jugadores convocados en el Hotel La
Oromana de Alcalá de Guadaira (Sevilla) de cara al partido ante los malteses:
Porteros: Zubizarreta
(At. Bilbao) y Buyo (Sevilla)
Defensas:
Andoni Goicoechea (At. Bilbao), Sánchez (Barcelona), Gordillo (Real Betis),
Camacho (Real Madrid), Maceda (R Sporting Gijón) y Salva (Real Zaragoza)
Medios: Gallego
(Real Madrid), Güerri y Señor (Real Zaragoza)
Delanteros: Sarabia (At.
Bilbao), Carrasco y Marcos (Barcelona), Rincón (Real Betis) y Santillana (Real
Madrid)
Arconada, el portero
titular y capitán de la Selección se hallaba lesionado, y “Zubi” fue convocado
por primera vez aunque quien iba a debutar sería Buyo. Los jugadores del
Athletic de Bilbao tenían un partido pendiente en casa ante el Cádiz, aplazado
en su día por las inundaciones sufridas dos meses atrás, y sus tres jugadores
llegarían algo más tarde. Gallego se lesionó en la jornada de Liga previa, y
Miguel Muñoz convocó a Víctor
(Barcelona) para sustituirle. Muñoz había investido a Sevilla como sede de los partidos oficiales de la Selección
Española y confiaba en la benignidad de su clima como factor de apoyo de cara
al encuentro, pero la concentración coincidió con una de las típicas borrascas
de las fechas pre-navideñas y llovió copiosamente durante los días previos. La lluvia también arruinó una actividad
lúdica prevista para los internacionales. En lugar de una capea a cargo de
Paquirri, Campuzano y Espartaco (entre otros toreros de la época) los jugadores
se desplazaron a Sevilla capital para ir al cine y ver el estreno del momento: “El
Retorno del Jedi”. Víctor y los jugadores del Athletic, que llegaron más tarde,
se perdieron el fin de la saga –entonces trilogía- de “La Guerra de las
Galaxias”.
“Ellos”
Los malteses llegaron a Sevilla procedentes de Rotterdam,
con escala en Madrid. Aprovechando la parada en Barajas, los periodistas
abordaron a la delegación isleña y obtuvieron diversos titulares que calentaron
el partido. El seleccionador maltés Víctor
Scerri manifestó con vehemencia que España no marcaría once goles a su
Malta “ni de broma”. De idéntica opinión pero en tono más conciliador, el
portero John Bonello dijo esperar
que los españoles una goleada semejante a la recibida de los holandeses y por
tanto insuficiente para la clasificación. “Cinco o seis goles, más no” decía Bonello.
El portero añadió que España le parecía mejor equipo que Holanda, pero que su
derrota en Rotterdam iba a resultar decisiva, y que si de casualidad llegaba a
encajar los famosos once goles, volvería a Malta lleno de vergüenza. A Bonello
le preocupaba seriamente la posibilidad de ser acusado de haber sido sobornado
para dejarse meter goles a propósito, e insistía en la honestidad de la
selección y la federación maltesas.
El partido de ida en Ta'Qali, con un césped espantoso |
Siendo justos con aquella Malta, a la luz de lo visto en los años sucesivos podemos asegurar
que era una de las mejores selecciones maltesas. Ninguno era profesional,
ninguno era una figura, pero había jugadores interesantes. El propio Bonello había jugado años atrás en
Alemania, en el Herford de la Bundesliga 2. Se caracterizaba por su buena
colocación y su agilidad. No era un dechado de reflejos pero era un portero
fiable. Sus actuaciones evitaron muchos goles en contra durante la fase de
clasificación. Otros dos jugadores, sus interiores Demanuele y Degiorgio,
eran veloces y tenían cualidades técnicas superiores a las de sus compañeros. Busuttil, el autor de los dos goles
malteses a España en La Valetta, no era nada del otro mundo, pero era un
jugador a vigilar porque tenía buen disparo. Los más flojos eran sus defensas
centrales, pero tenían cierto orgullo en parte personal-grupal y en parte
patriótico que les hacía ser muy luchadores. Ganarles estaba por descontado,
golearles era muy posible. Pero de ahí a marcarles once... La curiosidad era
hallar en aquella selección a cuatro jugadores de la misma familia: los Farrugia. Eran hermanos y/o primos entre sí, según tomaras como
referencia a Edwin, Emmanuel, Mario o Raymond. Éste último jugaba en la liga
australiana (Melita Eagles) y era el único maltés que por entonces jugaba en el
extranjero.
El árbitro sería Erkan
Göksel. Turco, cuarenta años mal llevados, sólo había arbitrado un partido
a un equipo español (a la Real Sociedad en Hungría ante el Ujpest Dozsa, en la
Copa de la UEFA en septiembre de 1980). El delegado de la UEFA fue Ernesto
Carrilho de Rosário, portugués. Hecho que enervó a los holandeses, que por
aquello del “iberismo” temían que Carrilho
hiciera la vista gorda ante posibles excesos españoles.
A punto de comenzar el encuentro... |
En el último partidillo de entrenamiento antes del
miércoles los españoles marcaron nueve goles. Rincón marcó cuatro, Víctor dos,
y Carrasco, Marcos y Sánchez los tres restantes. La prensa hacía especulaciones
sobre la frecuencia de goles necesaria: un gol cada ocho minutos. La venta de
entradas estaba siendo irregular. Las tribunas del Benito Villamarín no se iban a llenar, pero las entradas de general
en los fondos estaban agotadas desde el lunes. En las horas previas al partido
hubo dos hechos noticiables: La polémica Porta-Calviño (Presidente de la RFEF
vs Director de RTVE) casi impide la retransmisión televisiva del encuentro en
directo, acordada sólo horas antes de su inicio. Mientras se llegaba a un
acuerdo para emitir la señal, una nueva tormenta descargó sobre Sevilla,
dejando el césped del estadio bético empapado. Afortunadamente, el terreno de
juego drenó bien el agua y en vez de crear charcos provocó que el balón
resbalara mejor por la hierba, lo que beneficiaba al juego de ataque de España.
Desde los tiempos del fútbol clásico no se había visto una alineación española
con tantos hombres de ataque: Sólo dos defensas puros ejerciendo como tales
(Goicoechea y Camacho), los medios volcados al ataque, Maceda casi de
mediapunta y cuatro delanteros: Sarabia, Santillana, Carrasco y Rincón. A las
ocho y media del miércoles 21 de diciembre de 1983 comenzó el partido.
El partido.
La leyenda (primera parte)
A los dos minutos, una caída de Carrasco al borde del
área fue sancionada como penalti. Señor,
experto en este tipo de lances, chutó a la derecha del portero Bonello pero el
balón se estrelló contra el poste. Muy poco después un tiro de Víctor vuelve a
saludar al palo. El panorama se ensombrecía. Se llegaba con gran facilidad al
área maltesa pero ya se habían desaprovechado dos buenas ocasiones.
Gordillo jugó quizás el mejor partido de su carrera |
Gordillo comenzó su
festival de internadas por su banda izquierda. A lo largo del partido realizó
más de veinte centros e incluso ensayó varios disparos a puerta con peligro. Sin embargo, el primer tanto provino de un centro de Maceda desde la derecha rematado a gol por Santillana. Tras el 1-0 se produjo una melé entre jugadores
españoles y malteses en pos del balón. Aquéllos no querían perder ni un
segundo, éstos todo el tiempo necesario. Sarabia, Víctor y Carrasco volvieron a
acosar la portería de Bonello burlando la frágil defensa maltesa, pero en una
de estas llegó lo impensable. Una disputa en el centro del campo fue sancionada
por Göksel como falta de España. Malta sacó y Degiorgio, tras un giro, chutó a puerta. El balón impactó
accidentalmente en el gemelo izquierdo de Maceda, desviando su trayectoria y
descolocando a Buyo. El balón entró en la portería y significaba el empate. Por
unos instantes, el Villamarín enmudeció. Gol
de Malta. Sólo quedaba poco más de una hora para marcar los once goles más
que volvían a ser necesarios. Ahora había que marcar doce.
Santillana al rescate (2-1) |
España no tarda en reaccionar. Dos goles de Santillana de muy bella factura
pusieron a España 3-1 en apenas cinco minutos y brindaron relativa calma. De
ahí hasta el final de la primera parte habría más ocasiones españolas sin
fortuna (Sarabia, Rincón, Carrasco). El primer tiempo finalizó con una victoria
desoladora. Habría que marcar el triple de goles (9) para clasificarse, si no
volvían a hacer la gracia los malteses. Durante el descanso, en el vestuario,
los españoles trataban de rearmarse moralmente. Sólo habían marcado tres de los
doce goles que hacían falta, pero la superioridad era total. Se habían creado
múltiples ocasiones de gol y los isleños eran incapaces de detener las
incursiones de los delanteros. Había razón para la esperanza si se aprovechaban
bien esas ocasiones en la segunda mitad. Rincón,
acostumbrado a jugar en el Benito Villamarín con el Betis y uno de los
jugadores más optimistas, decía que España atacaría ahora la portería norte, su
favorita, donde solía marcar más goles, y que marcaría unos cuantos a Malta que
ayudarían a lograr el milagro.
El partido.
La leyenda (segunda parte)
La noche más feliz de Poli Rincón (tras Bonello) |
Apenas comenzada la segunda mitad, Poli Rincón realiza
una gran jugada personal por la banda derecha, sortea a tres defensas y dispara
cruzado a gol. 4-1. Poco después el propio Rincón marca el 5-1 al aprovechar un
error de un defensa. Tras unos minutos de acoso sin éxito a la meta de Bonello,
Gordillo recoge un balón a punto de traspasar la línea de fondo, regatea a un
maltés y centra. Entre un mar de cabezas surge una que toca el balón hacia
atrás, a donde llega Maceda para
marcar de volea el 6-1. Apenas un minuto más tarde, el mismo Maceda cabecea a
gol un despeje tras tiro de Santillana que había rebotado en el palo. Instantes
después, Rincón repite la jugada del cuarto gol, yéndose esta vez de cinco
malteses. 8-1. Quedan veintitantos minutos, casi media hora. Si hemos visto
cinco goles en poco más de un cuarto de hora, marcar cuatro en poco menos de
media es posible.
Maceda, en plancha (7-1) |
Todo había cambiado. El público apoyaba a España
enardecido, los malteses se miraban entre sí tratando de animarse para evitar
que se cumpliera la goleada. Los profanos en fútbol se volvieron por una vez
hacia la televisión o la radio para vivir en directo junto a los forofos un
acontecimiento especial. Llegó el noveno gol, obra de Santillana, y poco
después el autor del gol visitante (Degiorgio) fue expulsado. Anteriormente, Gordillo y Maceda habían visto amonestados. Acto seguido,
Rincón y Santillana cabecean al alimón un centro de Maceda para marcar el
décimo. Bonello, que poco pudo hacer en los anteriores goles, comete aquí su
mayor fallo del partido con una salida en falso que brinda a Rincón su cuarto
gol de la noche. Marcar dos goles más en el cuarto de hora que resta se ve ya
como seguro.
A falta de diez minutos. Sarabia mara el undécimo gol tras hermosa jugada al primer toque
por la banda derecha, ¡¡¡Sólo queda uno!!! Rincón y Víctor disponen de sendas
ocasiones para marcar el gol definitivo. Queda algo más de cinco minutos de
partido cuando Víctor se adentra en el área maltesa y pierde el balón. Un
defensa isleño despeja el balón a los pies de Señor (quien había fallado el penalti al inicio del encuentro). El
zaragocista arrea un potente derechazo al balón que tras tocar ligeramente en
un defensa se cuela en la portería de Bonello. Gol. Doce. El milagro se ha cumplido.
El penalti fallado de Señor tuvo compensación final. El zaragocista pasó a la historia |
“Sí, sí, sí.
España va a París”
Señor corre hacia el centro del campo celebrando el gol,
Gordillo y Maceda le persiguen hasta derribarle cual jugador de rugby. Algunos,
como Sarabia y Carrasco, corren por costumbre adquirida hacia la portería para
recoger el balón. Todos gritan, algunos lloran. Todo se perdona, incluido un
célebre “gallo” al atemperado comentarista José Ángel de la Casa, presa de la
emoción. Hay espectadores que saltan al campo y esto supone un problema, ya que
el árbitro podría consignarlo en el acta y la UEFA podría sancionar a España
arruinando los esfuerzos de los hombres de Muñoz, que pulula en torno al
banquillo tratando de asimilar el momento de éxtasis. Tan enardecido está el
público que cuando los jugadores españoles retrasan el balón para
“contemporizar”, los espectadores se lo recriminan. De modo espontáneo surge un
cántico que se repite como un mantra “Sí,
sí, sí. España va a París”.
Invasión de campo final |
En uno de los últimos ataques del partido Gordillo marca
un 13º gol que anulan por fuera de juego. El pitido del árbitro se
malinterpreta como el final del encuentro y un grupo de espectadores irrumpe en
el terreno de juego, siendo desalojado a duras penas por los propios jugadores.
En el último minuto Rincón es sustituido por Marcos y, eufórico, se come a
besos a Miguel Muñoz. Al fin, Göksel pita el final del partido y el público invade masivamente el césped del
Benito Villamarín. Se desata la fiesta en el estadio, en toda Sevilla (cuentan
que nadie durmió ese día con los cláxones de los coches sonando sin parar) y en
toda España. Mientras tanto, la TV holandesa superpone en pantalla un árbol de
Navidad con doce bolas negras simbolizando los goles de España que eliminan a
los “oranje”. Como era de esperar, no tardaron en oírse voces neerlandesas
clamando por un amaño del España-Malta, pero como en el caso recíproco por el
partido de Aquisgrán, tampoco fueron atendidas por la UEFA. La emoción fue tal, que cuando los periodistas preguntaron a
los hombres de Muñoz quién había marcado los goles, éstos no sabían qué
responder. Dicen que la fiesta en el Hotel La Oromana fue memorable. A la
mañana siguiente se celebraba como cada día 22 de diciembre el sorteo de la Lotería de Navidad y, aunque a la
mayoría no les tocó ni la pedrea, los aficionados al fútbol tenían la sensación
de que les había tocado el “Gordo”. España disputaría la fase final de la
Eurocopa de Francia 1984. La
campeona del Mundo (Italia) y otras selecciones muy potentes (Inglaterra y la
Unión Soviética) la verían por la tele. Sorprendentemente, y con muy ligeros
retoques, aquella Selección Española que goleó a Malta sería seis meses después
subcampeona de Europa. Pero eso será otra historia...
¿Qué pasó
con...?
Salvo Santillana
y –en menor medida- Gordillo, la
mayoría de los héroes del España-Malta continuaron vinculados al fútbol tras su
retirada, sobre todo como entrenadores y/o comentaristas. Varios colgaron las
botas antes de tiempo (Maceda por
una lesión de rodilla, Rincón por
lumbalgias, y Señor por un prolapso
mitral del corazón). Los que se decidieron por entrenar tuvieron suertes
dispares (Camacho fue que más tuvo y
llegó a seleccionador nacional. Carrasco,
el que menos, dejó un imborrable recuerdo
de su paso por Oviedo). Rincón lleva veinte años como
comentarista de cabecera junto al locutor Paco González y a Andoni Goicoechea le acabamos de ver
enfrentarse a España como seleccionador de Guinea Ecuatorial. Miguel Muñoz continuó varios años al
frente del banquillo español dirigiendo con Vicente Miera la exitosa etapa de
los ochenta. Hombre de avanzada edad, murió en 1990 dos años después de dejar
la Selección. El portero Bonello, el
otro gran protagonista del España-Malta, reapareció en nuestras vidas más de
veinte años después por obra y gracia de un anuncio de cerveza. Entre medias
vivió un calvario personal a su regreso a Malta tras el partido. Señalado por
todos como culpable de la vergonzosa derrota, y de un posible amaño, se vio
forzado a abandonar el fútbol y su empleo en una fábrica de tejidos y a recluirse
en una remota finca. Tiempo después se aclaró todo y el ex-portero pudo rehacer su
vida.
Estadística "España-Malta" (21-12-1983)
Ficha del partido:
http://www.scribd.com/doc/192584153/F-SEF-0280-E-ESP-MAL
Historial de enfrentamientos entre España y Malta (actualizado):
http://www.scribd.com/doc/192584688/F-SEF-Historial-Espana-Malta
Videoteca on-line "España-Malta" (21-12-1983)
Partido completo (1h36m), narración original de José Ángel de la Casa y Alfonso Azuara (TVE):
http://www.youtube.com/watch?v=uKYfrSZeNRo
Post-Partido (vestuarios, hotel, llegada a Barajas):
http://www.youtube.com/watch?v=Qcm4X3hEA5M
Testimonios de varios futbolistas con motivo del XXV Aniversario (2008):
http://www.youtube.com/watch?v=hyDPm-Uh2rE
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