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Egea fue "empleado del mes del BBVA" (sic) en diciembre |
El resumen de la temporada se zanja fácilmente pues tiene
un hecho capital. El punto de inflexión que separa ambas partes de la 2015/16
para el Real Oviedo es la dimisión de Sergio
Egea en el banquillo. Hasta aquel lunes de marzo podíamos hablar al menos
deportivamente de un equipo en alza que con sus tropiezos y todo estaba cerca
del ascenso y de finalizar el destierro azul de quince años fuera de su hogar
en Primera División. A partir de la salida del entrenador argentino se
encadenan dentro y fuera del terreno de juego una serie de despropósitos que
arruina en cuestión de semanas lo conseguido hasta entonces y que condena al
Real Oviedo a otra temporada fuera de donde debe estar, y a una fuerte
reestructuración de su plantilla y cuerpo técnico.
La marcha de Egea -inesperada hasta para muchos que
vivían el día a día del club- destapó la trama de rencillas, lucha de egos y
mal ambiente en general que reinaba bajo la superficie de un equipo en primer
puesto de promoción de ascenso. Aunque los últimos motivos desencadenantes de
la crisis no han quedado del todo claros y podrían por sí solos dar para un debate
conspirativo en “Cuarto Milenio” sí se hizo evidente una situación general que
por acción u omisión reparte entre todos porciones de culpa.
Héroes y villanos (y viceversa)
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Carmelo del Pozo |
Quien está más cerca de ocupar el rol de “el malo de la
película” es el ex-secretario técnico Carmelo
del Pozo (hoy en el mismo cargo en el Levante), quien no solo manejó a su
antojo su cartera de fichajes introduciéndolos en el Real Oviedo hasta hinchar
su plantilla sino que quiso imponer a “sus” adquisiciones para el club en las
alineaciones de cada partido. Ello acabó hace un año con el reticente Iván Ania en el banquillo del Vetusta
(ahí hay un futuro gran entrenador, por cierto) y más adelante con el díscolo Egea
en el del primer equipo.