
El boxeo es, sin lugar a dudas, el deporte que mejor se ha llevado con el cine. Varias películas dedicadas al deporte de las doce cuerdas son iconos del séptimo arte (“Toro Salvaje”, “Rocky”...) A pesar de que su dramatismo ha captado desde siempre la atención de las cámaras el pugilato tiene actualmente mala prensa debido a que en los últimos años se ha impuesto un canon moral de pensamiento único que identifica este deporte con la exaltación de la violencia. Llama mucho la atención cómo en España, cuna o patria adoptiva de varios campeones internacionales (Uzcudun, Urtain, Carrasco, Legrá, “Gitano” Jiménez, Perico Fernández, Castillejo y tantos otros) se le ha dado la espalda al boxeo cuando, en tiempos (ahí están las hemerotecas), llenaba páginas y páginas de la prensa deportiva y general.
Asumiendo el punto de vista de los afroamericanos en plena efervescencia de la lucha por los derechos civiles “Cuando éramos reyes” toma partido indudablemente por Muhammad Ali, el deportista que más se significó en favor de esta causa en la década de los sesenta junto con los atletas de la delegación estadounidense de México’68 (todos tenemos en mente los puños en alto de Smith y Carlos) y Kareem Abdul-Jabbar, entre otros. Sin ir más lejos, los primeros minutos del filme se dedican a narrar en apuntes los primeros treinta y dos años de la vida del famoso boxeador de Louisville.